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Jon Rahm, la historia de un campeón

Una mezcla de ambición y capacidad de superación han convertido a este vasco en uno de los grandes del golf. Su último triunfo fue la pasada semana en el Mexico Open at Vidant.

La de Jon Rahm es una historia de superación. A los 20 minutos de nacer lo tuvieron que meter en un quirófano para realizarle una intervención en el pie derecho. Había nacido con una malformación y lo tenía girado casi 90 grados. Los primeros meses de su vida, muchos meses, los pasó escayolado. Quién en su sano juicio habría podido siquiera imaginar en aquellos días que ese pequeñín se iba a convertir en número 1 del mundo de golf. Quién iba a sospechar que haría cosas nunca vistas en el deporte español. Pues lo hizo.

Rahm se ha empeñado toda su vida en superar los límites. Desde que nació en Barrika, un pequeño pueblo dormitorio de Bilbao, el 10 de noviembre de 1994, jamás ha pronunciado la palabra imposible. No corría como los demás y aún hoy se ve perfectamente a simple vista la diferencia que hay entre sus dos piernas. Nada de esto le impidió hacer piragüismo, practicar artes marciales o jugar al fútbol. Era portero y no se le daba mal, a valentía no le ganaba nadie, pero sufría mucho cada vez que encajaba un gol.

"Tenemos que probar esto”

Empezó en el golf casi de rebote. Sus padres, Edorta y Ángela, no habían oído hablar en su vida del deporte de los 14 palos. A ellos les iba mucho más la montaña. Sin embargo, un buen día lo descubrieron a través de un amigo que fue invitado a ver la Ryder Cup de 1997 en Valderrama y cayó enamorado. “Edorta –dijo ella–, esto tenemos que probarlo”. Y lo probaron… Lo siguiente fue llevar al niño.

Jon no tardó en mostrar una habilidad especial para el golf. Tenía unas manos muy especiales. Lo detectaron muy pronto tanto Jorge Losada como Eduardo Celles, sus primeros profesores. “Era muy bueno y, sobre todo, competía muy bien. Siempre quería ganar. No soportaba perder. Desde muy pequeño ya ganaba a los mayores en concursos de approach y putt”, recuerdan sus maestros. Nada más estimulante para un amante de la superación que enfrentarse a otros más grandes y mejores que él.

Con 14 años Jon pronunció la frase que mejor lo puede definir. Fue un instante mágico en el que prácticamente se detuvo el tiempo. Celles lo recogió en su coche para ir a la clase de golf y Rahm le dijo: “Voy a ser número 1 del mundo”. No fue un voy a intentar ser… O un me gustaría ser… Fue una afirmación rotunda. Celles se quedó atónito y confirmó que quien estaba sentado en el asiento del copiloto era alguien muy especial.

Rahm se siguió superando cada día. Ganaba torneos siendo el más pequeño de todos y poco a poco fue creando su particular leyenda. Aprendía de todos y, especialmente, de los más grandes. Se ha visto todos los vídeos posibles de Seve Ballesteros en Youtube y ha seguido cada paso de la carrera de Rafa Nadal. Tiene claro que el deporte es hazaña y legado. Claro que vive muy bien del golf y gana mucho dinero, “más del que jamás habría podido imaginar”, ha confesado en más de una ocasión, pero lo que realmente ama es la gloria.

Los palos con los que Jon Rahm se convirtió, en junio del año pasado, en el primer español en ganar el prestigioso US Open, una hazaña al alcance solo de los mejores.

Apenas superada la mayoría de edad se vio de pronto un buen día de agosto sentado en una clase de la Universidad de Arizona State, en Scottsdale, con 40 grados a la sombra. Tenía un cuaderno, un bolígrafo y de inglés sabía lo justito. A su alrededor todos tenían un ordenador portátil. Cuando acabó la clase llamó a casa y le dijo a su padre: “Necesito un portátil”. Superación. Cuatro años después se graduó en Comunicación y salió de Arizona State como número 1 del mundo amateur. Su carrera estaba ya disparada. El volcán había hecho erupción…

Jon hizo historia en Arizona State. Sólo Phil Mickelson, una leyenda del golf, tuvo una carrera mejor en esa universidad más de 20 años antes que él. Ganó mucho, se llevó todos los premios habidos y por haber, conquistó dos veces el Ben Hogan Award, fue campeón del mundo amateur batiendo el récord histórico de Jack Nicklaus… Todo lo hizo él. Ese joven de Barrika que había nacido con un pie zambo.

Allí en la universidad conoció a Kelley Cahill. No se lo puso fácil, pero la lanzadora de jabalina del equipo de atletismo de Arizona State no sabía con quién estaba tratando. Rahm la conoció por primera vez en una fiesta. Coincidieron en una cola para pedir bebida. Allí lanzó su primer ataque, aunque no tuvo demasiada suerte. Pero no, Jon no es de los que tira la toalla fácilmente. Cuando quiere algo lo da todo hasta que lo consigue. Hoy Kelley es su mujer, ya tienen a su primer hijo, de nombre Kepa, y el segundo está en camino. Lo esperan para el verano. Los tres, Kelley, Kepa y Jon, disfrutaron de lo lindo en el concurso de pares 3 del pasado Masters de Augusta en abril.

Poco antes de pasarse a profesional, Rahm pronunció otra frase que ha marcado su carrera. En una entrevista para la televisión confesó que su objetivo era ganar 19 Grandes y superar el récord de Jack Nicklaus. Desde fuera, sin conocer a Jon, aquello fue tachado de bravuconada. No fueron pocos los que pensaron que se había pasado tres pueblos y que la vida real lo pondría en su sitio. No era chulería ni inconsciencia. Era ambición y humildad. Hay que ser muy humilde para exponerse de esa manera a sabiendas de que muchos te van a esperar…

Rahm se fija siempre los objetivos más altos. Está en su naturaleza. No tardó en confirmar como profesional que estábamos ante uno de los elegidos. Obtuvo la tarjeta del PGA Tour, donde están los mejores del mundo, en un tiempo récord; fue el mejor amateur del US Open de 2016 en Oakmont; se clasificó para el British Open ese mismo año quedando tercero en un torneo del circuito americano, y en su primera temporada completa como jugador del PGA Tour logró una victoria. Estrenó su palmarés en el Farmers Insurance Open con una ronda final el domingo de película rematada con un putt de 20 metros que dio la vuelta al mundo.

Esa primera victoria llegó en el campo de Torrey Pines, un escenario fetiche en su carrera. Allí, en San Diego, le pidió matrimonio a Kelley y allí ganó en 2021 el US Open, su primer Grande. Un campeonato que ningún español antes había podido conquistar. Otra vez la superación. El más difícil todavía.

Jon Rahm solo tiene ahora 27 años y ya es un referente del golf mundial. Ha sido número 1 del ranking durante casi 50 semanas y es uno de los jugadores más respetados, no solo dentro, sino también fuera de los campos de golf. De hecho, forma parte del comité de jugadores del PGA Tour, donde se deciden los asuntos más importantes que afectan al mejor circuito del mundo. Y ahora, recuerden esa imagen del vasco al nacer o sentado en el banco de la universidad su primer día…

Una relación de largo recorrido

Cuando Jon Rahm recibía el trofeo por su victoria en el US Open de 2021, lo hacía luciendo un Rolex en su muñeca, una imagen que no solo habla de la relación del jugador –es testimonial– con la firma relojera, sino también del apoyo que Rolex presta al golf desde hace más de 50 años, concretamente desde 1967. La implicación de la compañía relojera con distintas disciplinas deportivas se basa en el compromiso con una mejora constante y se rige por valores intrínsecos de integridad y respeto por la tradición. Sirve para entender por qué los grandes jugadores de todas las épocas que en este más de medio siglo han demostrado su calidad y perseverancia en este deporte han acabado luciendo Rolex en su muñeca. Y Jon Rahm no podía ser una excepción.

Pero la vinculación de Rolex con el mundo del golf no se limita solo a destacados jugadores –el origen de esta relación está Arnold Palmer, a quien se unieron después Jack Nicklaus y Gary Player, un legendario trío conocido como The Big Three–, sino que, como ocurre en otros deportes, su apoyo es total, porque en el porfolio de Rolex aparecen Majors, los principales torneos profesionales y las competiciones por equipos más importantes del mundo. Sirvan algunos ejemplos ilustrativos: en 1980 se asocia a la USGA, al US Open y a la LPGA; en 1995, al equipo europeo de la Ryder, y cuatro años después, entra en el Masters. Y para ratificar su implicación, basta con mirar a 2021, cuando Rolex se convierte en Reloj Oficial y Patrocinador Oficial de la PGA of America y del PGA Championship, el tercero de los Majors que cuenta con el apoyo de la marca y, además, pasa a ser Socio Mundial de la Ryder Cup. Rahm, que no es el primer jugador español en ser testimonial de la casa relojera –recordemos a José María Olazábal–, es un figura consolidada de un deporte en el que Rolex también ha marcado con precisión su carácter y su implicación.

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