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Personajes

Homenaje a Sean Connery, el actor que protagonizó la primera portada de GENTLEMAN

Sean Connery apoyado sobre un Aston Martin, otro de los signos distintivos de su época Bond.

Sean Connery no volvió a rodar una película desde 2003. Sus biografías apenas incluyen desde entonces un par de colaboraciones para prestar su voz a un videojuego y a una película de animación. La última película, 'La liga de los hombres extraordinarios', es de ese año, el mismo en el que vio la luz la revista GENTLEMAN. Así que no resulta aventurado afirmar que, a ojos de la mayoría de nosotros, de quienes moldeamos el personaje real a través de los personajes ficticios que nos acerca la pantalla, ese Sean Connery que protagonizó en octubre de 2003 la portada del primer número de esta publicación es el mismo que ha llegado a nuestros días.

Para entonces, cuando contaba con 73 años, este escocés de orígenes humildes ya se había fraguado la leyenda que su muerte en octubre pasado ha transformado definitivamente en mito. Se había convertido en el mejor James Bond de la historia, con siete entregas de tal éxito que sirvieron para despejar las dudas incluso del autor de las novelas origen de la saga, Ian Fleming, un escritor culto, refinado y esnob que, seguramente, no había imaginado para su sofisticado agente secreto la figura un tanto ruda, de marcado acento escocés, que representaba Connery. 'Dr No' (1962), 'Desde Rusia con amor' (1963), 'Goldfinger' (1964), 'Operación Trueno' (1965), 'Solo se vive dos veces' (1967), 'Los diamantes son para siempre' (1971) y 'Nunca digas nunca jamás' (1983) –las dos últimas rodadas ya por un Connery que comenzaba a renegar del personaje, pero no de los emolumentos que le proporcionaba– habían hecho de él un actor rico y respetado, habitual por otro lado, incluso años después, siendo ya sexagenario, en las listas de los hombres más sexis del mundo.

Nacido en 1930 en Edimburgo (Escocia), Connery falleció el pasado 31 de octubre a los 90 años, mientras dormía en su casa de las Bahamas. | Getty Images.

Así que mientras público y crítica diseccionaban a sus sustitutos –un fugaz George Lazenby con una única intervención; Roger Moore y Timothy Dalton, hasta la llegada de los 'contemporáneos' Pierce Brosnan y Daniel Craig–, Connery se dedicó a fraguar una trayectoria cinematográfica envidiable con inolvidables interpretaciones en películas de tanta calidad como éxito: como el sagaz Guillermo de Baskerville en 'El nombre de la rosa' (1986); como el policía duro y honesto dispuesto a acabar con Al Capone en 'Los intocables de Eliot Ness', en la interpretación que le valió su único Oscar, al mejor actor de reparto; como el padre del explorador en Indiana Jones y la última cruzada (1989) o como el capitán de un submarino soviético en La caza del Octubre Rojo (1990).

El actor, en el transcurso de un viaje de promoción a Italia en el otoño de 1964.

Nada en su infancia hacia presagiar que Connery acabaría en el cine. Hijo de un camionero y de una empleada del hogar, nacido el 25 de agosto de 1930 y criado en el nada privilegiado barrio de Fountainbridge, en Edimburgo (Escocia), dejó la escuela a los 13 años para convertirse en un buscavidas que lo mismo repartía leche, practicaba culturismo y se apuntaba a un concurso de Míster Universo o se alistaba en la Marina Real inglesa en 1946. A su vuelta, añadió a sus múltiples intentos laborales el fútbol –le llegaron a ofrecer un contrato en el Manchester United– y, lo que resultaría definitivo, se integró en un teatro local, en el que el mundo de la interpretación acabó por conquistarle. No sin cierta ayuda. Dicen que algún actor algo más experimentado le tomó de la mano para que se formara, leyera teatro, obras de Ibsen, Shakespeare y Bernard Shaw, y asistiera a clases de locución. Su primera de muchas apariciones en el cine fue, como extra, en 'La reconciliación', estrenada en 1954 . En su currículum aparecen desde entonces dos docenas de apariciones en películas y series de televisión hasta la llegada de James Bond, personajes para el que se barajaron actores como Richard Burton o Cary Grant. Al parecer, fue la esposa del productor Cubby Broccoli quien le convenció de que Connery tenía el magnetismo que requería el papel.

El actor en una fotografía tomada en los años 50, en la época en que se ganaba la vida como modelo publicitario.

Estas mismas semanas, una de las muchas crónicas publicadas en homenaje al desaparecido actor le definían como “icono por excelencia de la elegancia, la clase y el éxito”. Así que su elección para ese primer número de una revista que nacía con el lema de 'El valor de la elegancia' parecía entonces, como ahora, un decisión acertada que, en cierto modo, acompaña la travesía de esta publicación.

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