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Patricia López Arnaiz: “El de ‘Ane' es un papel diferente a lo que había hecho hasta ahora”

La ganadora del Goya como mejor actriz interpreta en ‘Ane’ a una madre sacudida por la realidad del País Vasco y la implicación de su hija.

Gentleman habla con la protagonista de 'Ane', galardonada con el premio a Mejor Película en la última edición del Festival de San Sebastián.

Uno de los rostros del cine español durante el pasado año, Patricia López Arnaiz (Vitoria, 1981), comenzó en el mundo de la interpretación como una forma de gimnasia diaria que la ayudaba a mantener la concentración y disfrutar el momento presente. 15 años más tarde y tras hacerse también con el Forqué y el Feroz, acaba de recibir el Goya por su interpretación en Ane –estrenada el pasado octubre–, la primera película dirigida por David Pérez Sañudo y ganadora del premio a la mejor película vasca en el Festival de San Sebastián. Reconocido su trabajo en series de televisión como La otra mirada o La Peste, ambas de 2018, este año ha participado en las películas Uno para todos y Ofrenda a la tormenta, la tercera parte de la trilogía del Baztán, donde interpreta a la hermana pequeña de la protagonista.

Con gran fuerza interpretativa, aporta a sus personajes una carga emotiva con una presencia de matices que la convierte en una actriz capaz de dar forma a personajes complejos en los que la naturalidad es una virtud recurrente.

En Ane interpreta a una guardia de seguridad de las obras del tren de alta velocidad realizadas durante el 2009 en Euskadi y marcadas por continuas protestas y manifestaciones callejeras. La trama comienza con la desaparición de su hija tras una noche fuera de casa. Junto a su exmarido Fernando, interpretado por Mikel Losada, investigan el paradero de Ane, una búsqueda en la que descubren aspectos de su vida que no conocían.

¿Es el terrorismo el telón de fondo para contar historias sobre las relaciones personales? O, por el contrario, ¿el terrorismo es protagonista y las relaciones quedan en un segundo plano?

Depende del enfoque que le quiera dar. Cada director aporta su visión, por lo que siempre habrá diferentes perspectivas que dependen de la relevancia que se le quiera dedicar al tema. Nunca se van a poder contar todas las versiones de las historias; cada una de ellas se sostiene en un contexto social determinado.

¿Crees que después de la trascendencia de series como Patria se ha levantado el tabú que existe o existía a la hora de hablar de ETA? 

Yo creo que se quitó hace tiempo ese tabú. Aparte de Ane, también participé en otros proyectos donde se abordaba el terrorismo y es un círculo que continúa sin cerrarse. Cada enfoque es diferente y el entorno que lo rodea también. Las situaciones por la que pasan las víctimas y sus familiares son intransferibles, por lo que siempre existirá esa pequeña parte de la realidad que quede sin contar.

¿Fue un reto rodar en euskera?

El euskera no es mi lengua materna, me supuso respeto al principio. Hasta los 18 años estudié en euskera en el colegio y, desde entonces, no volví a utilizarlo de forma tan fluida. Sobre todo a la hora de expresar emociones, donde se vuelve todo tan transparente y auténtico, es importante transmitir una cierta expresividad que necesita ser trabajada previamente. Los diálogos en la película son muy rápidos, por lo que tuve que estudiarlos de forma que el resultado fuese dinámico y natural. Es una historia en la que estás todo el rato con las emociones a flor de piel, con cierta tensión y expectante.

Basada en el corto homónimo realizado en 2018, en Ane participan actores de la talla de Aia Kruse, Luis Callejo o Nagore Aranburu

Basada en el corto homónimo realizado en 2018, en Ane participan actores de la talla de Aia Kruse, Luis Callejo o Nagore Aranburu.

¿Qué fue lo que más te llamó la atención del personaje de Lide?

Lo que más me apetecía a la hora de comenzar el rodaje fue que es un papel muy diferente a lo que había hecho hasta entonces. Me obligó a ponerme en un lugar incomodo, fuera de lugar. Lide es un personaje visceral, en continua tensión y que se enfrenta a lo desconocido. El marco emocional en el que se desarrolla, tras el divorcio de su marido y ahora, con la desaparición de Ane, la enfrentan con una inestabilidad que intenta resolver buscando respuestas en tiempos de crisis.

Con la proliferación de las plataformas digitales en los últimos años, ¿se ha convertido el cine en una industria de consumo rápido?

Sí. Las nuevas plataformas dan trabajo a todos los equipos que realizan una producción, desde directores hasta guionistas, actores, equipos técnicos... Están situadas ahora mismo en un lugar seguro y según pasa el tiempo, amplían su poder, por lo que el cine de autor se vuelve vulnerable ante este consumo masivo.

Tras la pandemia, ¿aprecias un lento pero progresivo retorno a la normalidad?

Las salas de cine son la otra cara de la moneda. Se han debilitado debido a la pandemia y el éxito de las distintas plataformas también hace que la gente deje de ir al cine. Es necesario apoyar la creación de obras desde todos sus escenarios, concienciarse de la importancia de reconstruir la afluencia a las salas; sobre todo porque se ha demostrado a lo largo de estos meses que los centros culturales, cines y teatros son lugares seguros.

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