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Gourmet

La Candela: una muy grata sorpresa en Valdemorillo

Productos del restaurante La Candela en Valdemorillo.

Para sorpresa de muchos, en Valdemorillo (pueblo afamado por su Feria Taurina, que ya no es lo que era desde que no se pasa tanto frío) ha abierto un pequeño restaurante que justifica la escapada. Se llama La Candela y resulta difícil definirlo porque aquí vamos a encontrar de todo.

Un poderoso letrero en la fachada marca la fuerte personalidad de este lugar. La decoración nos avisa de que estamos en un lugar especial: un sillón de cuero, una máquina de escribir, la cómoda de la abuela o el botijo que dejaron los albañiles conviven armoniosamente en un espacio acogedor. Siempre es agradable ver a Sion como ejemplo de mesonera rural sofisticada dirigiendo la sala desde detrás de la barra. Ese delantal con la cartografía del National Geographic demuestra que es una mujer de mundo y con un carácter de armas tomar. Detrás de la puerta de la cocina siempre está el coreógrafo de este delicioso teatrillo, Samy, un madrileño de origen sudanés al que merece la pena conocer.

Creaciones gastronómicas

Sus platos reflejan ideas, que “muchos de nuestros clientes podrían hacer en su casa. Por eso tenemos el reto de ofrecer cada semana algo distinto”, explican. Cada plato tiene un punto de creación: Hummus con aceitunas de Teruel, Tataki de Melva o Harumaki de oreja con tomate…

La fórmula es sencilla: si vamos con prisa podemos tomar algo en la barra. Sion sabe que la cerveza bien servida sabe mejor y que un vino de la Comunidad de Madrid o Rueda bien seleccionado puede ser una delicia cuando lo acompañamos con dos o tres tapas sofisticadas. Un menú pequeño de 29 euros incluye 5 platos y el largo -39 euros-, lo que esté en la mente de estos genios. Aquí comer es una fiesta y se viene a disfrutar.

Del rabo de toro al ceviche

No nos vamos a dejar sorprender por los nombres. La sorpresa reside en el gusto y en la variedad. Lo deja claro la propia carta de la semana, que “se autodestruirá el domingo a las 15,30 horas como si de un ritual se tratara”.

La exigencia de la clientela mantiene ya algunos clásicos a pesar de la juventud del local. Su albóndiga de rabo de toro con fresas sobre su crema de patatas o su ravioli de gamba y setas ya merecen la excursión a la zona. Si a eso unimos un ceviche de salmonete con coles de bruselas o el cochinillo confitado con salsa hoisin, tenemos cubiertas con creces las mejores expectativas… Todavía quedan algunas sorpresas de ese laboratorio de este divertido equipo que hay que disfrutar antes de que salten a la fama total. 

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