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Gourmet

La bodega Pago del Cielo homenajea el astroturismo con Celeste Crianza 2017

El enólogo Juan Ramón García lidera este proyecto, reinterpretando el concepto de modernidad con un origen arraigado en las viñas viejas.

En la Ribera del Duero, la uva tempranillo despliega sus mejores virtudes cuanto más se acerca a las estrellas: en los viñedos más elevados. Allí, en las noches frescas, al amparo de la bóveda celeste, las vides encuentran sosiego, recuperándose del agobiante calor diurno y concentrando los aromas y el sabor de sus uvas. En el corazón de este paraíso vinícola se encuentra la bodega Pago del Cielo, coronando las llanuras más altas de la zona, en tierras de la localidad de Campo de Peñafiel, en Valladolid. A pocos kilómetros, Fompedraza acoge sus viñedos, a casi 900 metros sobre el nivel del mar, donde las viñas y el cielo estrellado establecen una mágica conexión.

Celeste Crianza fue el primer vino de esta bodega que elabora también el blanco Celeste Verdejo en Rueda y los tintos Celeste Roble y Celeste Reserva –merecedor de una medalla de oro y 95 puntos en los prestigiosos Decanter World Wine Awards–. Celeste Crianza 2017 es su última creación, un vino elaborado con tinta fina (tempranillo) procedente de esos viñedos de altura y que, tras 12 meses de crianza en barricas de roble francés, atesora la frescura, emoción e intensidad de una noche estrellada. Opulento y brillante como el cielo sobre los viñedos de la Ribera del Duero, es un tinto generoso en expresión frutal, con cuerpo voluminoso y firme estructura.

La bodega Pago de Cielo, en su continua búsqueda de la excelencia, presenta un nuevo estuche de Navidad, de estética sobria y elegante.

Es precisamente su situación lo que permite a las viñas prosperar a pesar del temido clima continental. Los 900 metros de altura proporcionan una sensación térmica baja incluso en las noches de verano, equilibrando así las temperaturas diurnas. Este balance entre frío y calor curte a la uva con una capacidad más alta para amplificar sus notas ácidas durante su maduración, lo que proporciona al vino una intensa expresión frutal, con cuerpo voluminoso y firme estructura. Este paraje privilegiado en el que se asienta Pago del Cielo reúne todos los requisitos para convertirse en destino del llamado astroturismo, ese turismo de estrellas que gana terreno y que la Fundación Starlight, reconocida por la UNESCO, enriquece reconociendo aquellos lugares en los que “la observación del firmamento forma parte del patrimonio natural, paisajístico, cultural o científico”.

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