Quantcast

Gentlemanía

Neomodernismo en el hogar: el interiorismo recupera la filosofía de Le Corbusier

Bellport, diseñado por Jean-Marie Massaud, es una colección de sofás producida para Poliform, con sofás, camas de día, otomanos y sillones.

“La arquitectura es un hecho del arte, un fenómeno que suscita emociones, más allá de las cuestiones constructivas. El propósito de la construcción es mantener las cosas juntas; el de la arquitectura, deleitarnos”, escribió Le Corbusier en 1923 en las páginas de 'Hacia una arquitectura', el texto que se ha convertido en uno de los fundamentos del Movimiento Moderno. Nacido como Charles-Édouard Jeanneret y primo de Pierre Jeanneret, con quien firmó muchos proyectos de arquitectura y diseño, Le Corbusier había comenzado a pensar en los hogares como proyecciones del ser humano, vinculando las proporciones de los espacios de una manera casi científica, habitable para los hombres gracias al Modulor, la unidad de medida que concibió. Por primera vez, el individuo se convierte en el protagonista del proyecto de un mueble, un hogar, una ciudad.

Imagen de la mansión La Roche-Jeanneret, construida por Le Corbusier en París, en 1924.

Tras la tragedia de la Primera Guerra Mundial, esta línea de pensamiento define un nuevo humanismo en el que la innovación tecnológica derivada de la Revolución Industrial no se cierne como una amenaza sobre el hombre, sino que representa un instrumento de elevación. Hoy, cualquier referencia a esa época es perfectamente adecuada. La civilización contemporánea redescubre la necesidad de reconectarse con la naturaleza y elevar su condición emocional e intelectual. En este proceso, la revolución digital y la inteligencia artificial son los protagonistas: la distribución ilimitada del conocimiento a través de internet y las redes sociales ha favorecido el nacimiento de la inteligencia colectiva, tal como el filósofo Pierre Lévy llama a esa condición que permitió a los individuos emanciparse del concepto de colectividad masiva. Paralelamente, la inteligencia artificial podría darle al hombre la oportunidad de redescubrir la parte más noble de su esencia porque, al liberarlo de las actividades mecánicas, le devolvería el tiempo de pensar.

'Modulor', el sistema de boiseries, o paneles de madera, personalizables de Rimadesio.

Como ya había sucedido con el Movimiento Moderno, esta vez también el diseño de interiores trata de traducir las reflexiones de filósofos, sociólogos y psicólogos en proyectos concretos, recuperando la limpieza formal, después de años de estilismo y decoración, y recuperando propuestas completamente nuevas en las que el factor emocional es el protagonista. Un minimalismo humanizado hecho de artesanía y referencias a la naturaleza en el que los sentimientos cobran vida. Las formas son simples, suaves, armoniosas; los materiales son táctiles y seductores, y privilegian la belleza de la madera, los diseños de mármol, la materialidad de los procesos textiles; la estructura de los elementos de decoración se revela con orgullo como si fuera el esqueleto de un ser vivo fascinante; los colores están inspirados en los del paisaje con acabados en marrón quemado, gris piedra, negro lava.

Museo Pavillon Le Corbusier de Zurich, dedicado al arquitecto suizo.

En esta experiencia contemporánea de la vida, los tonos de color tienen la tarea de “moverse”, por decirlo a la manera de Le Corbusier, y por esta razón se convierten en una parte integral del proceso de diseño, como la forma y la función. En una inspección más cercana, sin embargo, no es la primera vez en la historia del diseño que los colores tienen este papel decisivo. Entre los años 30 y 50 del pasado siglo XX, Le Corbusier creó la ‘Polychromie Architecturale’: una colección de 63 colores de materiales refinados recopilados en secuencias tonales e inspirados en los de la naturaleza, para ser utilizados en el proyecto arquitectónico o de diseño.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.