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Estilo

Cuatro claves para elegir el maquillaje que mejor le va a tu piel

Elegir una buena base de maquillaje es un arte que a muchas se le resiste (Gtres).

Buena parte del éxito de que aciertes a la hora de comprarte un maquillaje va a depender de otro factor que no está en la tienda ni en la opinión de la dependienta: el estado en el que se encuentre la piel de tu rostro. Exfolia la cara de manera periódica, para acabar con las células muertas que se van quedando en la epidermis, limpia la piel cada día y no te olvides de hidratar, para evitar que el maquillaje se cuartee o quede demasiado marcado en las arruguitas. 

Ligeras, mates, emolientes, satinadas, luminosas, cubrientes… El arsenal a nuestra disposición es tan amplio que lo menos que nos pueden surgir son dudas si tenemos que comprarnos un maquillaje. Pero debes saber que, antes del color, lo importante es elegir la textura que mejor se adapte a tus necesidades.

Piel grasa

Si tienes la piel grasa o con brillos en la ‘zona T’, opta por un producto de acabado mate o por un maquillaje en polvo, porque absorben el exceso de grasa y evitan el desplazamiento del color y la aparición de más brillos. Se aplica fácil con una esponja y, si te lo llevas en el bolso, podrás retocarte encima siempre que lo necesites. En todo caso, nunca elijas fórmulas que lleven aceites y preocúpate de que sean no comedogénicas, es decir, que no obstruyan los poros. Si lo son, lo pone en el envase.

Piel seca

Si tu caso es el contrario y tu piel es seca, opta por un maquillaje emoliente, con el que conseguirás una hidratación continua y un aspecto fresco y jugoso de la piel. Las bases que son fluidas (son las que más se venden) son agradables porque son ligeras y fáciles de aplicar, pero eso supone que tienen poca cobertura y su efecto no es a largo plazo. Son ideales para llevar durante el día.

Para la noche

Si vas a salir y quieres que el maquillaje te aguante toda la noche, mejor escoge uno en crema y/o de larga duración. Es más untuoso, mucho más cubriente que las bases ligeras (más con más cantidad de producto) y dura más tiempo. Puedes probar incluso los que son en barra o compactos (habitualmente utilizados en cine, teatro y televisión). Son los que más cubren y se pueden aplicar en todas las pieles, a excepción de las grasas, porque el producto ya lleva mucho aceite. El secreto para no parecer una máscara es extenderlo muy bien con una esponjita y jugar con el iluminador para aplicar luz en las zonas que desees.

Elegir el color

Para elegir el color tienes que probar el producto y hacerlo sobre tu piel, no viendo el muestrario de color en una cartulina, a través del envase o en el dorso de la mano de la dependienta. Lo normal es que la mayoría de las tiendas especializadas tengan disponibles probadores de cada tono. Siempre que puedas haz la prueba del producto sobre el rostro limpio y no en las manos. Elige el tono que sea más similar al de la piel del cuello, que normalmente será medio tono o un tono menos que el de la cara. Si te parece demasiado claro, no asumas el riesgo de escoger un color más oscuro, porque el resultado no será nada natural. Lo ideal es tu tono de maquillaje y, si luego quieres oscurecer, hacerlo con polvos.

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