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Museo Atelier Audemars Piguet, un repaso a la memoria histórica de una manufactura

El museo creado por Audemars Piguet cumple con otro principio importante, el de la sostenibilidad.

Audemars Piguet es representante por derecho de lo que se conoce como alta relojería. Un título que refleja los méritos contraídos a lo largo de una historia apasionante y repleta de momentos excepcionales que permiten entender la creatividad relojera. Y eso, ni más ni menos, es lo que alberga el Museo Atelier Audemars Piguet. Diseñado por BIG (Bjarke Ingels Group), fusiona el taller original, construido por los fundadores en 1875, con una estructura de nuevo cuño realizada completamente en cristal y compuesta por dos espirales que se integran en el paisaje de Le Brassus, la localidad suiza que vio nacer a la manufactura. 

En total 900 m2 de superficie donde se exhiben alrededor de 300 relojes, al tiempo que se recrean dos talleres, lo que lo convierte en un museo vivo. Audemars Piguet, su trabajo, siempre ha sido sinónimo de innovación desde la tradición más pura, y eso es lo que se transmite en el diseño de este singular espacio. 

Hace seis años, el proyecto presentado por BIG obtenía el plácet para convertirse en el Museo Atelier Audemars Piguet. Había captado el mensaje lanzado por la firma; no se trataba de ampliar las instalaciones históricas de la marca, sino de “ilustrar el alma de la manufactura”, como bien remarcaba Jasmine Audemars, presidenta de la Junta Directiva.

En forma de espiral

El resultado ha sido este  pabellón con forma de espiral, que recuerda al que llevan los calibres relojeros, y revestido de paredes de cristal curvadas. Una estructura que flanquea el taller original, donde se alojó una versión anterior del museo –de 1992 a 2019–. La arquitectura original del edificio histórico se ha recuperado por completo a partir de los planos que se conservan en el archivo. 

En la ejecución del proyecto han trabajado distintos equipos de expertos y artesanos, incluido CCHE, el estudio de arquitectos local que construyó la estructura, la primera en su género a tal altitud. La escenografía ideada por el Atelier Brückner se construyó como si se tratara de una partitura musical, creando una experiencia dinámica para los visitantes. Los interludios incluyen autómatas, instalaciones cinéticas y maquetas de movimientos mecánicos. Un recorrido donde la colección de relojes acapara el protagonismo y se convierte en un repaso no solo de la historia de Audemars Piguet sino de la relojería en el valle. Y como remate a la visita, se exhiben algunos de los relojes más complicados creados en la manufactura. En los dos talleres contenidos en esta singular espiral se realizan creaciones de alta joyería y grandes complicaciones. Los visitantes, además de observar estos trabajos, pueden experimentar, de primera mano, su pericia. 

El pabellón espiral también habla del compromiso que ha mostrado Audemars Piguet con la sostenibilidad ambiental. El edificio cumple con los últimos requisitos de Swiss Minergie® en términos de eficiencia energética y construcción de alta calidad. El Museo Atelier también alberga la Fundación Audemars Piguet, que ha contribuido a la conservación de los bosques desde 1992, o cuenta con distintas obras de arte de arte contemporáneo, otro de los compromisos que, desde 2012, han centrado la actividad de Audemars Piguet al margen de la relojería.

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