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Sexo con desconocidos

Cuando Tinder hace de contrapsicólogo

Tras meterme en el jardín del feminismo radical, de la supuesta cosificación de la mujer y de la gente mediocre, hoy te voy a hablar de tener sexo con desconocidos, algo que descubrí de primera mano en Tinder hace unos dos años.

Llegué a la app para ligar por los mismos motivos que la mayoría de mujeres: una ruptura sentimental. Llevaba con mi ya exnovio siete años. La separación no fue traumática, pero me pasó como a casi todas las personas que rompen: acabas con la autoestima por los suelos y buscas recomponerte y conocer personas nuevas, tanto vestidas como desnudas. O al menos eso es lo que crees.

Total, que ahí estaba yo subiendo fotos mías como si fuese ganado a punto de ser etiquetado, y deslizando el dedo de un lado al otro de la pantalla por si me aparecía un ser humano con pene que pareciese medianamente interesante. Tras dos meses en la app, quedé con cuatro tíos. No voy a entrar en detalles porque es más que probable que esto lo esté leyendo mi familia y no quiero quitarle protagonismo a Vox en los debates de las cenas navideñas, pero te diré que tras salir de sus respectivas casas les bloqueé. Es lo que ahora llaman ghosting, es decir, desaparecer del mapa sin dejar rastro.

Tras dos meses en Tinder me di cuenta de que, como muchas mujeres, no estaba buscando en esa app ni hombres ni sexo sin compromiso, sino solo gratificación externa

No me hicieron nada malo, al revés. Eran educados, bastante monos y medianamente habilidosos. Pero no quería volver a verles. Con aquellas citas no sólo no gané nada, sino que los días posteriores tuve que lidiar con un extraño bajón emocional.

No entendía muy bien por qué hacía todo aquello, y menos aún por qué seguí repitiendo lo mismo con los siguientes. Llegué a la conclusión de que simplemente Tinder no era para mí, pero más tarde me di cuenta de que, como muchas mujeres, no estaba buscando en esa app ni hombres ni sexo sin compromiso: solo quería sentirme adulada, mejor.

Sexo con desconocidos en Tinder

Estas aplicaciones funcionan como un parche made in China para algunos –que acabará creándoles urticaria porque no está hecho para tapar nada–, y como una descarga de espermatozoides para otros. No me gusta hacer distinciones por sexos, pero lo cierto es que, por norma general, las mujeres suelen estar en Tinder para cubrir alguna deficiencia, y ellos para expulsar otra cosa que les comprime los huevos. Esto ya no es ni machisme ni feminisme: es una cuestión puramente sociológica y biológica.

En Tinder ellas los utilizan a ellos para gratificarse a sí mismas, y ellos a ellas para descargar lo que con su mano ya les aburre. Y no sé qué es más triste, la verdad

Lo explica Judith Duportail en su ensayo El algoritmo del amor: "Las mujeres utilizan Tinder para mejorar su autoestima, mientras que los hombres lo usan para tener sexo". Y estoy de acuerdo. No creo que nosotras caigamos en esas apps para buscar al padre de nuestros hijos, como suelen decir muchos expertos, sino para sentirnos mejor. El problema es que cuando te conviertes en un objeto sexual no sólo no te encuentras mejor, sino que acabas peor de lo que empezaste. Y el remedio pasa a ser peor que la enfermedad.

Lo dramático de todo es que al final nadie gana nada: ellas los utilizan a ellos para gratificarse a sí mismas, y ellos a ellas para descargar lo que con su mano ya les aburre. Y no sé qué es más triste, la verdad.

El sexo sin compromiso está sobrevalorado

Sociedad líquida

Tinder y demás apps son un reflejo más de la sociedad líquida y de la decadencia a la que estamos llegando, sobre todo los de mi generación, los millennials. Queremos escapar del drama, del hastío de la rutina y nos lanzamos a nuevas experiencias con gente nueva que pasará por nuestra vida sin pena ni gloria. Queremos engañarnos y disfrazar nuestra soledad con encuentros banales, con filtros, likes y, en este caso, matches. Y como estamos movidos por el hiperconsumo, al desechar esta nueva experiencia, que obviamente no nos llenará, pasaremos a buscar y agotar otra que durará lo mismo y será igual de vacía. Buscamos todo el tiempo gratificación externa sin pararnos a pensar por qué, y cuanta más tenemos más demandamos.

Igual ahora estás pensando que vale, que todo esto está muy bien pero que hay personas que han encontrado el amor en Tinder, que se han casado, que el amigo de tu primo… Sí, es cierto, yo conozco a dos, de hecho. Pero cuando esto ocurre no es consecuencia ni de la magia ni del destino, sino sólo de la predisposición a enamorarse. Cuando una persona está dispuesta a casarse antes de ‘X’ años y conoce a una con el mismo anhelo, al final acaban cumpliendo sus planes juntos. Es como comprar un billete para dos en oferta porque te ves de vacaciones solo el resto de tu vida.

No volví a Tinder y no te lo recomiendo, a no ser que quieras practicar el 'onanismo extracorpóreo' de forma gratuita

Obviamente, no volví a Tinder y no te lo recomiendo, a no ser que quieras practicar el onanismo extracorpóreo de forma gratuita y seguir haciendo ricos a los que verdaderamente están sacando rentabilidad con todo esto. La empresa que gestiona esta app en concreto, Match Group, de IAC, se está forrando gracias a nuestra soledad e incapacidad de gestionar el vacío existencial y las frustraciones.

De hecho, el presidente de IAC dijo en un artículo que pasa una tercera parte del año en su yate, mientras tú estás quedando en Malasaña con una persona a la que no conoces de nada, desnudándote y condenándote a vivir una existencia gris, que diría Julio Ramón Ribeyro, hasta que consigas salir del bucle, si es que lo haces.

En fin, menos móvil y más bares y amor real, que es lo único que nos hace falta.

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