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Porno duro, promiscuidad y mucho más en la casa de Euskadi en Nueva York

Sabino Arana fue el fundador del PNV. Su busto adorna todos los batzokis (sedes sociales) del partido así como los despachos de los principales dirigentes. Entre sus defectos, aparte del racismo y la ignorancia histórica, estaba su beatería. Entre sus pensamientos escogidos destacamos este: “¿Queréis conocer la moral del liberalismo? Revisad las cárceles, los garitos, los lupanares: siempre los hallaréis concurridos de liberales”.

Su peculiar visión del mundo pervivió en sus correligionarios. El socialista Indalecio Prieto dijo de las tropas abertzales levantadas por el PNV al principio de la guerra civil, la Eusko Gudarostea, que sin duda era el primer ejército en el que la mayoría de sus integrantes, todos varones obviamente, no había tenido contacto íntimo con mujeres. Y en los años 60 y primeros 70, a las amas y los aitas cuyos hijos subían al monte para relacionarse con los etarras, les preocupaba que sus nenes perdiesen la virginidad tanto como que les llenasen la cabeza de ideas marxistas, como la revolución proletaria y el internacionalismo obrero.

Con estos antecedentes cabe preguntarse qué hubieran pensado Sabino Arana y las aitites octogenarias de Durango y Zarauz de haber siquiera imaginado que la Euskal Etxea (casa vasca) de Nueva York pudiera caer un día en manos de gays, una gente tan peculiar que en diciembre de 2012 organizó y celebró una Gayaldi, una fiesta gay pero tan vasca como la boina con rabo. El lema de la Gayaldi fue “Una fiesta para celebrar todo lo vasco y gay”; los organizadores decían que el lema sonaba mejor en inglés: “A Dance Party Celebrating Everything Basque and Queer”. No es de sorprender, por tanto, que el director de la Euskal Etxea de la Gran Manzana fuese un apuesto morrosko de San Sebastián, de 39 años, que se gana la vida como actor porno gay: Aitzol Azurtza se llama el mozo.

Según ha publicado el periódico bilbaíno El Correo Español (Vocento), Azurtza intervino en una docena de películas para adultos y tiene registrada su marca comercial como Antton Harri en Estados Unidos. Sin embargo, quien se dirige a la dirección electrónica Rentmen.com y busca al citado AnttonHarri (no incluiremos links porque se trata, entre otras cosas, de fotos absolutamente explícitas) se encuentra con alguien muy parecido a Aitzol Azurtza ofreciendo su cuerpo, magníficamente formado, ligero de ropa y mostrando un miembro viril que haría enrojecer de envidia a los bilbaínos, tan habituados a reírse de los guipuchis. Al introducir en los buscadores Antón Harri, aparecen numerosas referencias en páginas web de contactos masculinos, con textos y fotos que, insistimos, no deben contemplar personas sensibles por muy vascas que sean.

Sea como fuere, Aitzol Azurtza se puso su mejor traje para recibir al lehendakari Iñigo Urkullu cuando éste, como parte de su gira de seis días por Estados Unidos, acudió a los actos de conmemoración del primer centenario de la Euskal Etxea de Nueva York. Quizás Aitzol se dijese para sí lo que dicen que dijo Juan José Ibarretxe cuando fue elegido lehendakari: “Qué honor para un humilde vasco”.

Bronca y dimisión

Sin embargo, la fiesta, celebrada el domingo 13, acabó como el españolísimo rosario de la aurora. Aitzol quiso que se emitiese un vídeo del alcalde de su ciudad natal, Juan Karlos Izagirre, de Bildu, el partido que, después de tragarse a Aralar, Eusko Alkartasuna y a parte de Izquierda Unida, disputa la preeminencia del nacionalismo vasco al mismísimo PNV. La comitiva de Urkullu no lo admitió y la junta directiva de la casa vasca se negó a retirarlo, por lo que la gala, con 300 invitados, comenzó sin el ofendido lehendakari. O a setas o a galas.

Tras estos pasos, el ambiente de la gala empeoró. Urkullu no fue recibido por los responsables de la Euzko Etxea, no fue presentado al público y cuando la presentadora le nombró, le despojó del título de lehendakari; tampoco participó del aurresku de honor que se ofreció a la junta de la institución. Y es que a los peneuvistas el protocolo les gusta más que un marmitako de bonito. Un lehendakari sin aurresku de bienvenida es como un domingo sin vinos.

 ¿Venganza del PNV?

Seguro que la fiesta, celebrada en la Quinta Avenida, fue tan animada como la Gayaldi, porque los vascos saben divertirse como pocos, con sus bailes y sus orfeones.

De regreso en Vitoria, Urkullu movió las piezas para que el actor Aitzol Azurtza, que tanto estaba haciendo por el label vasco de calidad y por el turismo de mujeres y hombres a Euskadi, tuviese que dimitir. Las malas lenguas, que no respetan a nadie, aseguran que la difusión de la filmografía de Aitzol fue decidida por el PNV para forzar su renuncia. Así lo asegura el parlamentario socialista José Antonio Pastor: “Vergonzosa la intromisión en la vida personal del presidente de la Euzko Etxea de Nueva York. ¿Quién lo ha filtrado? ¡Esto es política sucia!”.

¿Discriminación?, ¿homofobia?, ¿intolerancia? ¿un poco de todo? Juzguen ustedes, pero la historia no tiene desperdicio. 

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