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España

Zoido pasa su primer año mirando “al sur” y eso le deja tocado en el PP

El Ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido.

La sala de prensa del Ministerio estaba abarrotada de gente que hacía turno para estrechar la mano de Juan Ignacio Zoido. Acababa de tomar posesión como nuevo titular de Interior reventando todas las quinielas. El exalcalde de Sevilla estaba acompañado de su familia, incluido su hijo Fernandito, de unos 10 años de edad (el niño de los chuches de Rajoy), que correteaba esquivando invitados. Entre felicitaciones y saludos, su padre se dirigió hacia un lugar del salón en el que, entre cargos y uniformes, se ubicaba una delegación de allegados desplazados desde Sevilla. “Yo me voy al sur”, avisó el ministro en su primer día.

Desde entonces, raro es el fin de semana que Zoido no hace coincidir actos el viernes y/o el lunes -incluso también el martes- cerca de su ciudad natal, la mayoría de las veces para pasar el fin de semana en casa. Un breve vistazo a su agenda desde el mes de octubre arroja el dato de que en ocho de las 14 semanas transcurridas desde entonces, Zoido ha tenido actos el viernes o el lunes en Andalucía, la mayoría de ellos en Sevilla. Esto sin contar los dos fines de semana de Nochebuena y Nochevieja. Esta costumbre no es exclusiva del ministro Zoido, pero empieza a generar malestar entre las fuerzas de seguridad y también dentro del PP, según fuentes populares.

Zoido visitando un comercio.

Más si se tiene en cuenta que, en su caso, ha coincidido su estancia en Sevilla con momentos difíciles para su Ministerio y el Gobierno. Al día siguiente del fracaso policial del 1-O en Cataluña, la hemeroteca dice que Zoido estaba presidiendo los actos conmemorativos del Día de la Policía en Sevilla. Mientras miles de conductores empezaban a colapsarse en la AP-6 de Segovia por la nevada, el ministro del Interior estaba, ya se sabe, en el sur. Concretamente en el palco del estadio Ramón Sánchez Pizjuán presenciando la derrota de su equipo, el Sevilla, frente al Betis, su eterno rival. “Sevillista a ultranza por encima de todo, aunque nunca he tenido una mala palabra para la gente del Betis, de lo contrario jamás hubiera sido alcalde de Sevilla", ha comentado alguna vez.

No ha dejado su 'traje' de alcalde 

Zoido no se ha despojado de su traje de alcalde. Es capaz de llamar personalmente con su móvil a una vecina suya para que hable con su marido guardia civil desplegado en Cataluña o visitar personalmente a los padres de Marta del Castillo para informarles de la búsqueda de su hija en una dársena del Guadalquivir, un gesto que fue comparado con el apoyo -como mínimo más discreto- a otras familias con seres queridos desaparecidos. Zoido se implicó personalmente en ese último intento de dar con el paradero de Marta basándose en un informe independiente que no contaba con el visto bueno de sus propias fuerzas de seguridad. Al final no se encontró nada.

El ministro no disimula ese perfil cercano, el mismo que le llevó, casi puerta a puerta, a cosechar una histórica mayoría absoluta en Sevilla en 2011, hasta entonces feudo inexpugnable del socialismo. Tan sólo le duró cuatro años. Fuentes de las fuerzas de seguridad consultadas para esta información opinan que ese no es el modelo más adecuado para el máximo responsable de la seguridad, del que se espera un perfil más técnico. Los datos le avalan en un Departamento compuesto por 150.000 efectivos que funcionan. La criminalidad no es un problema grave en España y este año se han batido records en el arresto de presuntos yihadistas o incautación de drogas, por citar algunas de las principales preocupaciones de Interior.

También han continuado las operaciones contra la corrupción, aunque el Ministerio rompió su política de no interferir en las investigaciones bajo tutela judicial. Cuando el empresario Ignacio López del Hierro se quejó en una carta de que la UDEF le hubiese incluido en uno de sus informes, el Departamento que dirige Zoido procedió a estudiar la misiva. Los investigadores tomaron nota ya que el citado empresario es el marido de la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, principal valedora de Zoido.

La ministra era una de las invitadas en la sala de prensa de Interior el dia que su amigo asumió la cartera el 4 de noviembre de 2016. Desde entonces ha pasado algo más de un año de mandato en una de las sillas más calientes del Consejo de Ministros. Resumía así estos 14 meses en un ambiente distendido durante la copa de Navidad que ofreció a los periodistas hace tres semanas: “Un año que han parecido diez, ha pasado de todo. A ver si ahora tenemos unos días tranquilos”. En ese momento, decenas de agentes de la Guardia Civil desplazados desde Madrid a Galicia culminaban la detención del asesino de Diana Quer. Y faltaban aún ocho días para la crisis de la AP-6, el último conflicto vivido en el Ministerio que ha hecho saltar sus costuras.

El ministro Zoido junto al jefe de la DGT gestionando la crisis de la nevada.

Su circulo de confianza

El equipo de Interior de Fernández Díaz conjugó distintos perfiles que apenas se conocían previamente. Eso dio lugar a episodios de desconfianza interna a medida que avanzó la legislatura. En cambio, Zoido escogió para los puestos clave de su Departamento a personas cercanas, algunas con escasa experiencia en materia de Seguridad. En la Policía aún recuerdan el lapsus con el que se estrenó su director general, Germán López Iglesias, ante decenas de agentes a los que dedicó un vigoroso “viva la Guardia Civil”. Acosado por las críticas, actualmente el eslabón más débil de ese círculo de confianza en torno al ministro es el responsable de Tráfico, Gregorio Serrano.

Ex teniente de alcalde y delegado de Fiestas en Sevilla junto a Zoido, ha sido el principal señalado por la gestión tras las nevadas en carretera, sobre todo después de culpar del colapso a los conductores. Pero Zoido no ha dado ninguna muestra de dejar caer a su colaborador y amigo. Más bien al contrario, ha destacado su capacidad de trabajo asumiendo con ello el coste de salir dañado también de esta crisis. No es la primera a la que se ha enfrentado Zoido a la hora de defender a algún miembro de su equipo.  

Bajo una presión similar a la vivida por Serrano se vio el pasado abril el secretario de Estado de Seguridad, José Antonio Nieto. El exalcalde de Córdoba tuvo que explicar en el Congreso una reunión con el hermano de Ignacio González reflejada en el sumario de la operación Lezo. El equipo de confianza de Zoido lo completa el director general de la Guardia Civil, José Manuel Holgado, ex juez en Sevilla como el ministro.

Sesión de control al Gobierno en el Senado

Las amistades de Zoido en puestos clave de la Seguridad se han ampliado recientemente también a la Policía. El pasado verano el ministro ideó una nueva estructura tanto en la Policía como en la Guardia Civil: el anterior puesto de director adjunto operativo de ambos cuerpos desaparecía y daba paso a una gestión compartida por varios jefes centrales. Uno de los elegidos en la Policía fue el comisario José Antonio de la Rosa, con una larga trayectoria y, además, responsable de la seguridad en el Ayuntamiento de Sevilla cuando Zoido era alcalde. Se encuentra actualmente imputado por un Juzgado de la capital andaluza en el marco de una investigación relacionada con una galería de tiro. 

Esta reestructuración fue interpretada como un recurso para evitar que en el futuro un director adjunto operativo acaparase tanto poder como el que disfrutó en la Policía Eugenio Pino, uno de los impulsores de las maniobras contra el independentismo en Cataluña. Esto no sentó bien en la Guardia Civil en la que no se conocían problemas bajo la anterior organización. Los cambios propiciaron además la retirada del general Pablo Martín Alonso, un mando muy querido y respetado en el Instituto Armado.

Antes de eso, Zoido trató de marcar distancias con la herencia de Fernández Díaz y designó a un nuevo responsable operativo en la Policía, Florentino Villabona, al que le quedaban meses para jubilarse. Tenía por tanto la posibilidad de tomar decisiones sin ataduras para poner fin al desprestigio del Cuerpo agravado por las guerras de comisarios. En la Policía se prepararon para una cadena de ceses que no llegaron. Apenas fue destituido un veterano comisario y se desmontó una brigada creada por Pino para investigar casos ya juzgados. Hoy sus integrantes han sido todos reubicados en sus anteriores destinos o en puestos mejores.

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