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España

Rajoy corta en seco las filtraciones sobre una reforma constitucional

Nadie en Moncloa habla en estos momentos de reformar la Constitución, como lo dejó palmariamente demostrado el sábado en Sitges el presidente del Gobierno en su intervención en el Círculo de Economía. Rajoy salió al paso de algunas versiones que circularon desde las filas del Ejecutivo y remachó con contundencia: "Nunca me he negado a reformar la Constitución pero antes de hacerla hay que concretar el para qué", afirmó contundente. Y añadió: "¿Se trata de introducir un sistema federal? ¿Un sistema federal asimétrico? ¿Hay que tocar las competencias exclusivas?".

García-Margallo es quien más impulsa desde el Gabinete estas versiones, y lo ha manifestado en ocasiones públicamente y, otras veces, en privado con periodistas amigos. El titular de Exteriores se ha declarado partidario de 'actualizar' la Carta Magna siempre y cuando sea realmente 'necesario' y que haya consenso entre las fuerzas politicas. Algunas confidencias de este ministro, muy próximo al presidente y que ha protagonizado iniciativas y declaraciones sobre el asunto catalán a lo largo de los últimos meses, han provocado enorme malestar en Moncloa, tal y como en su día informó Vozpópuli.

Versión federalista

En el entorno del presidente nadie habla de la necesidad de esta reforma, que no sólo la reclaman los partidos nacionalistas sino a la que se ha sumado el PSOE con su propuesta federalista, nunca bien perfilada ni definida. Rubalcaba ha hablado en ocasiones de la urgencia de replantear el texto constitucional para introducir un sesgo federalista, pero sin mayores concreciones.

La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ha descartado tajantemente, semana tras semana, la posibilidad de emprender esta reforma. "Estamos dispuestos al diálogo, pero antes hay que saber dónde está cada cual", declaraba recientemente en una de las ruedas de prensa de los viernes.

Otro asunto es que desde el despacho de la vicepresidenta se estén impulsando, como anunció este periódico, algunas iniciativas con vistas a desatascar el enrevesado laberinto en el que los soberanistas han situado la realidad política catalana. Pese al cerrilismo del sector más duro de CiU, la vicepresidenta otea fórmulas hasta ahora no ensayadas, siempre desde el punto de vista jurídico. Sus interlocutores en este aspecto han sido hasta ahora Pérez Rubalcaba y Duran Lleida.

Mutación y no reforma

Esta estrategia tiene que ver con los trabajos que llevan a cabo expertos constitucionalistas y figuras destacadas del mundo del Derecho. Y en esta línea se encuadra el estudio presentado en Barcelona hace un par de meses por Miquel Roca y Miguel Herrero Rodríguez de Miñón, 'los dos migueles', en el que se habla de una 'mutación' de la Carta Magna y no de una 'reforma' Constitucional. Esta posibilidad resultaría jurídica y políticamente menos complicada y consistiría en blindar algunas competencias de Cataluña en los ámbitos cultural y económico, en línea con lo que ya aparece en los estatutos de País Vasco, Navarra o Canarias. Algunos juristas reclutados por el secretario general del PSOE se han sumado a estos trabajos. La renuncia de Rubalcaba a seguir en su puesto tras la debacle electoral de su partido puede alterar este proyecto, que se lleva con enorme sigilo desde el mismo riñón de la Moncloa.

Las libertades que se toma García-Margallo en el asunto catalán han provocado en diversas ocasiones un enorme enojo en el cuartel general del Gobierno, hasta el punto de que se le ha sugerido en más de una ocasión que refrene su tradicional incontinencia verbal, que puede afectar a estos delicados movimientos.

Nada hay de reforma constitucional, quiso dejar bien claro Mariano Rajoy, y menos aún impulsada desde el Ejecutivo, como últimamente se ha sugerido. Ni para ahora ni para después del plebiscito independentista, convocado por la Generalitat para el próximo 9 de noviembre. Hay otras iniciativas que no implican recurrir al complejo mecanismo que obliga cualquier reforma constitucional, en especial el referéndum, considerado en las filas gubernamentales como absolutamente inconveniente en este momento. Abrir el melón de la Carta Magna para buscar un 'encaje' de Cataluña acarrearía también plantear la forma del Estado y, por supuesto, la Monarquía y la Familia Real.

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