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España

Príncipes de Asturias: diez años entre el amor y el rumor

Boda de los Príncipes de Asturias en 2004.

"¿Y usted cree que el Príncipe llegará a reinar?", preguntó la Reina hace unas semanas a un destacado caballerete en el transcurso de un acto cultural. La respuesta fue de circunstancias, reveló el interrogado. Pero la anécdota define a la perfección el ambiente que se percibe en Palacio, donde vuelven los rumores de crisis y hasta les anuncia ruptura para después del verano. Los visitantes de Palacio ni cesan en sus cuchicheos.

Llovía a cántaros hace diez años, cuando Don Felipe y Doña Letizia contrajeron matrimonio en la catedral de la Almudena. Chuzos de punta han caído sobre el matrimonio desde entonces, en especial en los últimos dos años, un bienio azaroso y enrevesado. Quería el Príncipe tener al menos cinco hijos, según confesó en los tiempos de vino y rosas. Se han quedado en la parejita, las infantas Leonor (8) y Sofía (7), que ya menudean por las portadas con natural soltura.

La actitud del Rey

No es la estabilidad el signo característico de la Zarzuela. La conducta del Rey no ha resultado especialmente ejemplar en los últimos tiempos. Corinnas, Botswanas, cacerías secretas, escapadas, negocios, amigotes... ¿Y la familia? Nada bien, gracias. La Reina, muy querida en las encuestas, inmediatamente por detrás de su hijo, viaja con frecuencia a Londres y a otros destinos más lejanos. Pero cumple a rajatabla sus labores institucionales. Ni un despiste, ni un traspié. Las infantas casaron penosamente mal: Elena divorciada y Cristina imputada.

Una familia resquebrajada en la que tan sólo los Príncipes de Asturias mantienen firme la viga maestra de la institución, al menos las apariencias. Pero han vuelto en estos últimos días nutridas versiones sobre signos de ruptura en el horizonte. Gente del entorno, que se dicen fieles a la Familia Real mientras cuchichean sin cesar. Y hasta ponen fecha: "De este otoño no pasa". Puro chascarrillo, comentario de calderilla.

Estruendo estival

Nada que ver con el estruendo del verano pasado cuando en pleno ferragosto, una portada de ABC anunciaba a los cuatro vientos 'Rumores de distanciamiento' en la pareja. Las estructuras de Zarzuela se tambalearon, los mentideros políticos se sobresaltaron en su modorra estival y se dispararon las versiones de todo tipo. Nunca se mostró tan descarnada la imagen del punto final en un medio fiable. Matizó luego el diario monárquico, con escaso entusiasmo. Eso sí, el anuncio de su portada agosteña no se ha cumplido. Unos meses después de aquello, Raúl del Pozo agitaba desde su columna en la última de El Mundo tan singular especie. 'Basada en tres fuentes' vino a decir, a lo que Zarzuela desde otro medio respondió: "No pensamos responder a la 'no' noticia". En suma, no pasa nada.

Pero algo ocurrió en las vacaciones del 2013. La Princesa abandonó Mallorca antes de tiempo. El Príncipe se quedó en la isla unos cuantos días. Las infantas, en Madrid. La tradicional foto en la catedral de Palma, sin el Rey, convaleciente de su enésima intervención. El juez de Palma, tras el rastro de la infanta Cristina y su marido. Las instantáneas de la familia feliz, regateando en veleros de ensueño, a pleno sol, todo nietos, sonrisas, amigos... ya son historia.

Don Felipe lo pasó muy mal

El Príncipe lo ha pasado mal. Muy mal, si se atiende a las confesiones de uno de sus más próximos amigos. Los patinazos de su padre, a quien adora y respeta; la actitud de su hermana Cristina con su descuidado marido, a quien no quiere ni ver; las tensiones con su esposa, que se han convertido en moneda pública. Han sido meses de enorme tensión. Pero doña Sofía siempre estaba allí. Remendando las costuras de la familia, reajustando las relaciones entre sus miembros, apoyando a unos, acolchando a otros. El Rey es de distinto parecer. En especial en lo referido a dos miembros de la familia. Su nuera la periodista y su yerno el balonmanista de la larga mano.

Doña Letizia, 'princesa de ocho a tres', ha sido protagonista de todo tipo de anécdotas, versiones, sucedidos y trascendidos no siempre amables. Mucho disparate entre algunas verdades. Le gusta salir con sus amigas periodistas, organizar actividades off agenda oficial, acudir a conciertos... Su ámbito propio de libertad. "Un comportamiento más cerca de Valdebernardo que del Pabellón del Príncipe", como dice un miembro de la Familia Real, haciendo referencia a sus orígenes.

Actitudes chirriantes

Doña Letizia a veces critica medidas del Gobierno en actos oficiales, y en ocasiones incluso protagoniza sonoras 'estampidas', como cuentan que sucedió en la embajada de España ante el Vaticano, cuando la inauguración del Pontificado del Papa Francisco"Esto se está acabando, nos echan, nos vamos ya", dijo Letizia a su esposo, entre una nube estupefacta de obispos y cardenales. Uno de ellos fue quien reveló el sucedido entre interjecciones.

Paciente, respetuoso y muy profesional, el Príncipe aguarda su hora. El momento en el que asuma la Jefatura del Estado a título de Rey. Le ha prometido a su padre todo su apoyo en la campaña de recuperación de la imagen de la Corona. Mientras Don Juan Carlos atiborra su agenda de desplazamientos singulares, como el inaudito 'tour' por los países del Golfo, Don Felipe cumple su cometido en un segundo plano. Discreto y silente. Sin apenas repercusión en los medios. La Zarzuela quiere todo el foco para el Rey. Hay mucho trabajo por hacer, mucha imagen que recuperar. El último CIS revelaba que la opinión pública aún no ha perdonado ni los errores ni los patinazos del pasado. Aunque el Jefe de la Casa se empeñe, la memoria de los españoles es frágil tan sólo para algunas cosas.

Celebración en la intimidad

Los Príncipes, como es costumbre, celebrarán discretamente en Palacio su décimo aniversario matrimonial. En contra de lo ocurrido en años anteriores, no tienen para este jueves programado ningún acto oficial. Don Felipe estará el lunes en Bilbao y el martes, con la Princesa, en Sevilla. El miércoles toca Murcia pero el jueves queda libre. Una jornada para la intimidad y la celebración. Quizás también para los buenos propósitos. La estabilidad del matrimonio es factor importante para la estabilidad de la Institución. "Pero no imprescindible", como recordaba en privado un destacado miembro del Gobierno días atrás.

Este viernes la Zarzuela pasaba a los medios una abrumadora estadística de la actividad oficial de los Príncipes en esta década. Todo un despliegue: 73 viajes a 38 países, 1.516 actos, 248 audiencias y así sucesivamente. "Tenemos que trabajar no ya para que el Príncipe llegue a ser Rey, sino que también, y fundamentalmente, para que lo sea su heredero", confesó en su momento el recientemente fallecido Adolfo Suárez. Heredera, más bien, ya que se trata de la Infanta Leonor, segunda en la línea de sucesión de la Corona.

Medidas por la incorporación de la Institución a la ley de Transparencia, la asignación pública de un sueldo a la Reina y a la Princesa o el aforamiento tanto de los Príncipes como de la Reina evidencian que algo, muy lentamente, se mueve en la Zarzuela en la dirección adecuada. Con todo, gran parte de la sociedad española se hace la misma pregunta con la que la Reina desconcertó a su interlocutor: "¿Y usted cree que mi hijo llegará a reinar?".

 

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