Política

Sánchez burlará al Congreso para imponer una subida del gasto militar sin precedentes

El presidente trasladó a los grupos parlamentarios que no cabe discusión alguna y que no someterá todo el desembolso a votación en la Cámara

Pedro Sánchez puso este jueves varias cartas encima de la mesa, aunque se guarda algún que otro as en la manga. El presidente del Gobierno admitió ante los portavoces parlamentarios, excepto el de Vox, a los que recibió en el Palacio de la Moncloa, que burlará al Congreso de los Diputados para imponer una subida del gasto militar sin precedentes y cumplir con el objetivo de dedicar el 2% del PIB a defensa antes de 2029. Nunca una sentencia del líder socialista, que no aclaró cuándo y cómo logrará ese hito, fue tan clara: "Lo que tenga que pasar por el Parlamento, pasará, y lo que tenga que ver con la gestión del Gobierno, tendrá que ser acelerado por el Gobierno [...] No hay mucho más debate en esta cuestión".

Y eso, en la cabeza de los grupos políticos, suena a que el presidente no dejará apenas margen a sus señorías para votar el aumento de las partidas presupuestarias de defensa. El Ejecutivo, logre o no unos nuevos Presupuestos para este año, se dispone a jugar al tetris con la contabilidad nacional para engordar las cuentas del ministerio que dirige Margarita Robles. Todos los portavoces coincidieron en apuntar que el presidente les trasladó que no se trata de un capricho por su parte, sino de una imposición geopolítica producto de la pertenencia de España a la Unión Europea y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

A partir de ahí, cada partido baila su vals: están los del rechazo total, como Podemos; los de la colaboración por sentido de Estado, como el PNV; los que priman su interés, como Junts; o los que no se niegan, pero ponen peros de izquierda, como ERC y Bildu. Luego está el PP, que, estando sustancialmente de acuerdo —el aumento del gasto es un acuerdo entre conservadores y socialistas en la Unión Europea—, prefiere atizar al Gobierno para no darle oxígeno. La paradoja española no suele decepcionar.

Sánchez contó que abordó dos grandes asuntos con los representantes de los partidos con representación parlamentaria: la situación en Ucrania y la negociación en el seno de la Unión Europea respecto al plan de rearme impulsado por la Comisión. Respecto a Ucrania, Sánchez explicó que en estos momentos se ha abierto "una ventana de oportunidad para lograr un alto el fuego" gracias a las conversaciones impulsadas por Estados Unidos con Rusia y Kiev, y que el plan de los europeos sigue siendo apoyar a Ucrania "para que llegue a esa mesa de negociación lo más fuerte posible". El líder socialista revistió de trascendencia su alocución en un ejercicio de pedagogía que solo busca aplacar la resistencia de la opinión pública a los uniformes.

"Nos estamos jugando la paz y el orden multilateral como lo hemos vivido desde la Segunda Guerra Mundial", dijo Sánchez. Ucrania pide garantías de que no volverá a sufrir una agresión de Moscú y la Unión Europea se las quiere dar. "Cualquier paz tiene que fortalecer el orden multilateral y no premiar al agresor. Tiene que servir para fortalecer a la Unión Europea y también a Ucrania", espetó el presidente. Se trata de un serio aviso a Estados Unidos: Bruselas no se va a contentar con ser mera espectadora de un mundo que el presidente Donald Trump parece querer repartirse con Rusia y China en áreas de influencia.

La Unión Europea está emparedada entre Rusia y Estados Unidos y, puesto que el nuevo gobierno de Washington ha decidido dejar de garantizar la seguridad del viejo continente, Bruselas se quiere poner las pilas para garantizar su propia seguridad sin el paraguas estadounidense. Ese fue el segundo asunto que Sánchez trató con los portavoces. Sánchez admitió, sin abordarlo explícitamente, que su reciente gira por Helsinki y Luxemburgo fue una ofensiva política que busca propiciar deuda mancomunada europea para financiar el gasto en defensa. Aunque el presidente, que apeló ante sus homólogos a la misma solidaridad que tuvieron ellos con España durante la pandemia, es plenamente consciente de que tendrá que rascarse el bolsillo.

Por eso, Sánchez se encargó de recordar que las necesidades defensivas españolas no son las mismas que las de los socios del este de Europa que comparten frontera con Rusia; que no se trata de armas, cazas y tanques, sino de inversión en ciberseguridad, satélites y tecnología de alto nivel para las comunicaciones, con la que, además, proteger el flanco sur, la otra obsesión del Gobierno por ser una amenaza directa para España. En esta venta de bondades disparó dos mensajes a su izquierda: que el aumento del gasto militar no conllevará el recorte de ni "un céntimo de euro" en gasto social y que se reducirá la dependencia de Estados Unidos inundando de recursos a la industria europea (también la nacional).

El líder socialista pidió a startups, emprendedores y pymes que den "un paso al frente" y contribuyan al desarrollo tecnológico que necesita España en el marco de la industria de la defensa: "Es un momento para que las startups, los emprendedores tecnológicos, las pequeñas y medianas empresas, acompañados de las grandes corporaciones vinculadas con la industria de la defensa que tenemos tradicionalmente en nuestro país, den un paso al frente y podamos, entre todos, hacer que España contribuya a dar ese salto tecnológico que necesitamos". Eso sí, en Moncloa deben andar con la calculadora y el calendario. Al menos, en público, porque Sánchez dijo que, para poder ofrecer una fecha sobre cuándo se alcanzará el compromiso del 2%, primero deben conocer exactamente cuál es el presupuesto en defensa de España según las métricas de la OTAN. El del año 2023 era del 1,28% sobre el PIB, pero la cifra de 2024 todavía no se conoce, según explicó.

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