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Política

El abrazo de Sánchez e Iglesias reabre la guerra entre Calvo y Redondo

Sánchez e Iglesias se abrazan tras la firma del pacto.

La herida por los resultados del 10-N sangra en el PSOE. Y la celeridad del pacto con Podemos ha molestado, a pesar de que la mayor parte del partido comparte que no hay otra salida.

Sin embargo, no todos entienden la manera en que se escenificó la firma del acuerdo. La ausencia de dirigentes de peso del PSOE -salvo Adriana Lastra- y la presencia del director de Gabinete de Presidencia, Iván Redondo, que no es socialista, ha reabierto la guerra que mantienen Redondo y la vicepresidenta Carmen Calvo casi desde el inicio del mandato de Pedro Sánchez.

"Lastra, Simancas y Redondo... Parece un poco raro, ¿no?", se lamentaba un cargo público socialista. "El problema es que el partido todavía está sangrando por la herida del resultado, que ha sido malo".

Iglesias y Redondo.

Calvo y el giro al centro de Redondo

Calvo, que lideró la negociación con Podemos la anterior legislatura, no estuvo en la foto. Pero, según ha sabido Vozpópuli, lo que indignó a la vicepresidenta es que el artífice del famoso giro al centro que se estrelló con las urnas -Redondo- se significara en los abrazos con Iglesias. "No parece muy normal", dicen estas fuentes.

La relación de Calvo y Redondo nunca ha sido fluida. Y ha pasado por varios altibajos. Desde la firma del acuerdo, los dos se han enzarzado en un duelo de susurros sobre sus respectivas continuidades en el Ejecutivo.

Y la vicepresidenta señala a Redondo como artífice de las dudas que se han sembrado en algunos medios sobre su continuidad en el Consejo de Ministros. Calvo seguirá en el Gobierno, dicen en el PSOE. Sánchez quiere un sistema de tres vicepresidencias para controlar a Iglesias. El líder de Podemos ocuparía la pata social; Calvo, la política; y Nadia Calviño, la económica.

Fuentes del PSOE creen que no es momento de tirarse los trastos a la cabeza. Y que los análisis de lo que ha ocurrido hay que hacerlos en frío. Pero hay dirigentes del PSOE que ya no pueden disimular su malestar en público por la negociación con el separatismo catalán.

Sin ayuda del PP

Es el caso del presidente de Castilla La Mancha, Emiliano García Page. En su caso, está libre ataduras gracias a su mayoría absoluta. A otros, tampoco les gusta. Tratan de contenerse, pero acaban siendo transparentes en su cabreo, como le ocurrió a José Luis Ábalos el pasado lunes.

"Fuimos a elecciones para evitar a los separatistas y ahora volvemos a lo mismo", admiten.

Al mismo tiempo, lamentan la nula colaboración del PP. Y le echan en cara que lo primero que ponga encima de la mesa es la dimisión de Sánchez. "El candidato que gana las elecciones no se va", dicen.

El PSOE es consciente de que con Vox pisándole los talones es imposible que Pablo Casado les dé algo de oxígeno. En esa misma línea, Ferraz ha lamentado la salida en tromba de la vieja guardia en contra del acuerdo con Podemos. Y reclaman esa misma presión para partidos como el PP y Ciudadanos en la medida de sus posibilidades.

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