Tal día como hoy, hace un año, Pedro Sánchez pisó por primera y última vez el Senado en lo que llevamos de legislatura. Fue en una sesión de control al Ejecutivo. Una y no más, ya que no ha vuelto a asistir en todo este tiempo, pese a la insistencia de la oposición, que Pleno tras Pleno se queda con las preguntas en el tintero.
De hecho, en la Junta de Portavoces -el organismo encargado de ordenar el trabajo parlamentario- que se celebró este martes, el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, Rafael Simancas, comunicó que la semana que viene el presidente... causará baja otra vez. El motivo: "Que tiene agenda".
Así lo revelan fuentes populares, que lamentan que el presidente del Gobierno prolonga así su desafío a la Cámara Alta, a la que ya en su día el titular de Presidencia, Félix Bolaños, desairó cuando dijo que solo era "la representación de los territorios" y que la "soberanía nacional reside en el Congreso". Una afirmación errónea que le valió la reprobación del Senado.
La relación entre Sánchez y el Senado dio un vuelco de 360 grados a partir de las elecciones del 23-J, cuando el PP logró el control de la Cámara -presidida desde aquel momento por Pedro Rollán- con su mayoría absoluta. En la pasada legislatura, bajo los mandos del socialista Ander Gil, la presencia del presidente era habitual. Por lo menos, de una vez al mes. Incluso más desde que Alberto Núñez Feijóo aterrizó en Génova, ya que al ser senador sólo podía confrontar con Sánchez en la Cámara Alta.
Pero el cambio de cromos en las generales derivó en un ninguneo que el PP está dispuesto a combatir. Ayer mismo, el grupo popular dio el primer paso para reformar el Reglamento del Senado. El objetivo final es forzar la presencia del Gobierno en las sesiones de control y poner fin a una "muestra de la anomalía democrática" a la que Sánchez ha "conducido" a España. "Sánchez quiere máximos poderes con mínimos controles, y eso se refleja en que no quiera venir a la Cámara Alta a dar explicaciones", denuncian en la cúpula popular.
Reforma del Reglamento
En concreto, el principal partido de la oposición pretende incluir en el Reglamento un apartado para que el presidente tenga la obligación de acudir al Senado, por lo menos, una vez al mes. A día de hoy, Sánchez cuenta con total libertad para ausentarse siempre que quiera, a diferencia del Congreso, donde tiene que justificar cada baja.
Se trata del segundo cambio del Reglamento que el PP plantea en lo que llevamos de legislatura. Con anterioridad, hizo lo propio para dilatar la tramitación de la ley de Amnistía con una reforma que, por cierto, el Tribunal Constitucional tiene previsto anular tras el recurso que presentó el PSOE. Ahora, los socialistas amenazan con repetir la estrategia, ya que se oponen frontalmente a retocar nada para que Sánchez tenga que hacerle hueco al Senado en su agenda.
Ayer, durante la sesión de control, la portavoz popular, Alicia García, denunció que Sánchez "irá antes a Waterloo que vendrá al Senado", en alusión a la entrevista que tiene pendiente con Carles Puigdemont. El PP da por hecho que, pese a las presiones, el jefe del Ejecutivo seguirá desairando a la Cámara Alta, donde sólo hay una posibilidad de que acuda de forma obligatoria: si es llamado a declarar a una comisión de investigación.
Poco después de ver la luz el caso Koldo, el PP constituyó una comisión de investigación en el Senado con la que ha puesto el foco en todos los escándalos corrupción que salpican al Gobierno. En su día, incluyeron a Sánchez en el listado de comparecientes, pero todavía no han marcado el teléfono. Los populares aguardan al momento perfecto para forzar su comparecencia. Será entonces cuando, sí o sí, tendrá que desfilar por la plaza de la Marina.