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Política

Sánchez estudia remodelar el Gobierno como gesto ante la UE

Foto del presidente y los ministros del Gobierno frente al Palacio de la Moncloa

Empieza un extraño juego de cartas en La Moncloa, con un baile de nombres que podría, según fuentes del Ejecutivo, derivar en una remodelación interna a partir de septiembre. España puede respirar con cierto alivio gracias a los 140.000 millones de euros que la UE promete entregar para afrontar la crisis del coronavirus. Unos 70.000 serán a fondo perdido, pero la otra parte se vinculará a reformas estructurales y reducción del gasto vigilados por Bruselas.

Los ministros de Sánchez miran ese paquete de ayuda sabiendo que hará falta pelear por un trozo de tarta, y que nada sale gratis en ese tipo de operaciones. “Recibir 100.000 o 200.000 millones siempre tiene su coste”, sostienen desde el Ejecutivo para asumir que, de aquí a los próximos meses, el presidente deberá modificar el rumbo de su gestión o, si no, los hermanos mayores de la UE, véase Macron y Merkel, le quitarán el apoyo. 

“La figura de Sánchez está muy desgastada en Europa, la luna de miel del político joven que defendía el Open Arms y planteaba un nuevo modelo migratorio se ha acabado”, admiten fuentes comunitarias en conversación con Vozpópuli. El asunto no es baladí. La ministra de Exteriores, Arancha González Laya, y sus técnicos han tenido que apagar varios fuegos con sus homólogos europeos durante la crisis de la covid-19.

La beligerancia de Francia, aprovechando el tema del turismo, ha sorprendido. También Industria y Economía han tenido que corregir el tiro de algunas declaraciones de miembros del Gobierno y su idiosincrasia con Podemos va a más.

El tema de la remodelación del Ejecutivo está sobre la mesa, aseguran varias fuentes del Gobierno. Y desde hace tiempo. Algunos aseguran incluso que Sánchez y personas de su confianza como el asesor Iván Redondo ya lo han comentado con miembros del partido socio de gobierno. La clave para esos sectores atañe al hecho de que el Gobierno ha disparado el gasto en personal y ministerios, y que esa política deberá “corregirse” para hacer frente a las condiciones europeas para las ayudas.

Que se trate de un mensaje más de propaganda o de un verdadero ajuste de gasto, importa poco. Lo cierto es que 22 ministerios para tiempos de crisis parecen demasiados, máxime si el desembolso en cargos a dedos (75 millones) es el más alto en la historia democrática de España. 

María Jesús Montero, ministra de Hacienda

El difícil papel de Montero

Empieza el carrusel de nombres. Sorprendentemente, entre los socialistas más afectados por la gestión de la pandemia no aparece el ministro de Sanidad Salvador Illa, sino la portavoz y titular de Hacienda, María Jesús Montero. Montero protagonizó algunos errores y muchos la ven en dificultad: “Está afectada y muy desgastada”, sostienen fuentes del Ejecutivo.

Montero tiene un papel muy difícil de cara a la UE. Es ella, en calidad de ministra de Hacienda, que deberá explicar todos los retoques presupuestarios ante la Comisión (siempre y cuando las cuentas se aprueben; en caso contrario ya se dan por descontado un adelanto electoral). Y aunque la limitación del déficit ha saltado por los aires, no significa que los técnicos de Ursula von der Leyen no vayan a analizar con lupa el cuadro económico de España.

Como portavoz, la ministra Montero no ha convencido del todo. Entre los resbalones más sonados se cuenta el de la salida de casa de los niños, en la que recibió una desautorización por parte de Iglesias pocas horas después de sus declaraciones. Si bien a su favor hay que admitir que el sistema organizado por Sánchez en La Moncloa, con Redondo al mando de una especie de gabinete bis, dificultaría la labor de cualquier portavoz.

Garzón y Castells, los más débiles

La remodelación no se limitaría al PSOE, donde empieza a salir el nombre de Fernando Grande-Marlaska. También los ministros de Podemos caerían en la ecuación. De momento Sánchez tiene un pacto de hierro con Iglesias. En el encuentro del pasado jueves los dos líderes se conjuraron para relanzar la coalición después del acuerdo con Bildu. Pero nadie excluye nada.

La clave en ese ámbito es que Sánchez ha entregado su futuro político a la coalición con Podemos. “No tiene aliados en su partido; habría la cola para darle una cuchillada”, afirman en Podemos. Aun así, también en Podemos reconocen que pueden registrarse movimientos tectónicos en la coalición.

Manuel Castells

En el partido morado consideran que el perfil más débil es el ministro de Consumo, Alberto Garzón. Iglesias está empeñado en una operación de absorción de Izquierda Unida, y cuenta con el trabajo de Enrique Santiago, considerado enfrentado a Garzón. Si hace falta recortar en gastos y ministerios, el de Consumo sería condenado.

Otro ministro que anda por la cuerda floja es el de Universidades, Manuel Castells. El catedrático ha irritado a parte del mundo académico con algunas declaraciones polémicas y, al igual que Garzón, forma parte de un departamento de recién creación cuya eliminación sencillamente significaría volver al statu quo ante el pasado enero. Y aunque podría resultar sorprendente, entre los morados aseguran que Iglesias tampoco pondría una línea roja sobre la ministra de Trabajo Yolanda Díaz

Cambio de ritmo después del verano

En Podemos creen que ya se están dando empujones en el lado socialista para prescindir de Iglesias. Confían en Sánchez. Pero entre los socialistas reconocen las presiones para que Sánchez abandone al socio morado y busque un pacto con el PP para aguantar como mucho un año y medio. En el PP admiten que existen contactos con el PSOE, pero también que Pablo Casado no está dispuesto a ninguna concesión a Sánchez.

La negativa de Casado es como agua bendita para Iglesias. Sin el líder del PP en la ecuación, el gobierno monocolor socialista no sale. Es por ello que los miembros del partido morado, en coincidencia con la Moncloa, busca alimentar la tensión entre los dos bloques para impedir todo tipo de contacto.

Entre los ministros del PSOE, no obstante, hay quien cree que los sectores que empujan para una remodelación del Ejecutivo dan en el clavo cuando aseguran que “a partir de septiembre y en la crisis actual el gobierno tal y como está diseñado no aguanta, no está capacitado para gestionarla”.    

En opinión de varias fuentes, Sánchez está insistiendo en mantener el estado de alarma para evitar la vuelta a un debate político normalizado al menos hasta el verano. Con las vacaciones estivales espera respirar y planificar lo que será la fase dos de su Gobierno. “Esto es un antes y un después”, admiten a nivel gubernamental, donde esperan reanudar ciertos contactos para llegar a septiembre con los deberes hechos y empezar la negociación presupuestaria. Cueste lo que cueste. 

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