Política

Sánchez tantea a Borrell para las europeas, pero el PSOE lo ve difícil: "Con la amnistía le pueden triturar"

La decisión sobre el candidato, que elegirá personalmente el presidente del Gobierno, se tomará "a finales de abril", tras las elecciones vascas

Josep Borrell (i) y Pedro Sánchez en una imagen de archivo.
Josep Borrell (i) y Pedro Sánchez en una imagen de archivo. EUROPA PRESS / Nicolas Maeterlinck / Belga / dpa

Pedro Sánchez le está planteando a Josep Borrell ser el cabeza de lista de la candidatura socialista para las elecciones europeas del próximo 9 de junio. El equipo del presidente del Gobierno maneja datos internos que avalan la operación, porque es el único que "tira" de la lista, según cuentan a este diario fuentes del partido conocedoras de los movimientos. Pero por el momento no se ha tomado aún alguna decisión. Será el propio líder del PSOE el que designe número uno.

El problema de Borrell, no obstante, lo señalan varias fuentes del partido: "Es muy difícil con la aprobación de la amnistía en ciernes. Le pueden triturar si le pasan el test de la hemeroteca", explican. Y es que el político catalán ha sido uno de los más férreos detractores del secesionismo. Es más, cuestionó la idoneidad de la medida de gracia con una sentencia contundente que le provocó un incendio a Sánchez que tuvo que sofocar poco después: "Los que me conocen en España y saben de mi trayectoria personal y política previa se pueden imaginar lo que pienso [sobre la amnistía]".

Borrell, de 76 años, está "cansado" y "de salida", según fuentes del socialismo europeo. El alto representante siempre ha demostrado personalidad. Y cuando se conocieron los acuerdos de su partido con el independentismo siguió su línea: "Conozco los acuerdos políticos alcanzados con dos partidos independentistas y ciertamente esos acuerdos me provocan alguna preocupación o bastantes preocupaciones", afirmó.

Pero Borrell tiene más puntos negativos: el alto representante europeo para la política exterior es uno de los azotes del independentismo catalán. Es el único cargo socialista próximo a Sánchez que ha esbozado una mínima crítica a los acuerdos de investidura del PSOE. Borrell es líder destacado del PSC, ha sido ministro con Sánchez y ahora comisario. Y su mujer, Cristina Narbona, es la presidenta del PSOE y una ferviente defensora del jefe del Ejecutivo.

Pero Borrell ha estado acostumbrado en el pasado a nadar contracorriente. Fue el primer miembro relevante del socialismo catalán que alzó la voz durante el procés del 2017. La memoria es frágil, pero el líder del PSC en aquellos días, Miquel Iceta, no se unió a la primera protesta de Sociedad Civil Catalana y estuvo mareando la perdiz hasta que se vio arrasado por la respuesta de la ciudadanía al golpe separatista. Entonces y solo entonces, cuando el PSOE vio que iba a ser arrasado si no tomaba partido, se sumó al 155, del que abjuraba en público y en privado.

Sánchez colocó estratégicamente a Borrell en Exteriores después de ganar la moción de censura, en 2018, con el apoyo del separatismo. ERC y Junts sitúan a Borrell como uno de sus principales enemigos políticos. Nunca lo han ocultado. Como ministro impulsó una actividad frenética en las embajadas para desmontar el relato separatista. Y solo su salida a Bruselas, bendecida por los independentistas, relegó estas acciones a la nada. No está claro si quiere seguir un Bruselas o tomarse una pausa. El año que viene cumplirá 77 años. Y la diplomacia europea es un sacrificio grande en un contexto geopolítico muy complejo: la guerra de Ucrania y el conflicto en Oriente Próximo.

Por todo ello, la apuesta de Borrell sería leída por los socios del PSOE en el Congreso (ERC y Junts) como un ataque. Toda una declaración de guerra que en estos momentos interesa lo menos posible en Ferraz, donde ya están en modo campaña. No solo para las elecciones vascas del próximo 21 de abril, sino para las catalanas del 12 de mayo. En ese marco se lee en la sede del PSOE que la secretaria general de ERC, Marta Rovira, dijera en una entrevista en El Periódico que su partido ya está negociando con los socialistas la celebración de un referéndum de autodeterminación, extremo desmentido por los socialistas este lunes a través de su portavoz, Esther Peña en una comparecencia sin periodistas.

La decisión sobre el candidato del PSOE en las europeas, que elegirá personalmente el presidente del Gobierno, se tomará "a finales de abril", tras las elecciones vascas. "Esperarán a que pasen estas elecciones para dar el nombre", explican las fuentes consultadas. Lo cierto es que esas elecciojes europeas asustan en el PSOE. Las perspectivas no son buenas, aunque es verdad que Ferraz y Moncloa esperan llegar con el impulso de una victoria del PSC de Salvador Illa en mayo.

La amnistía está desgastando al partido en el resto de España y las fuentes reconocen, sin ambages, que esa cita europea sí que será el gran termómetro para medir la opinión de los españoles sobre los primeros meses de la actual legislatura de Pedro Sánchez: "Esas [elecciones] sí que tendrán carácter nacional. De ahí no habrá escapatoria", resume un destacado socialista, en referencia a los esfuerzos del aparato de persuasión del partido para vender que el castigo de los gallegos en las urnas no se puede medir en clave nacional. Pero también es cierto que un buen resultado del PSC puede ser un catalizador.

Como tantos otros procesos en el PSOE, el de la confección de las candidaturas se ha visto perturbado especialmente por el estallido de la trama del presunto cobro de comisiones por los contratos de suministro de mascarillas desde el Ministerio de Transportes, convertida en el plano político en una guerra abierta entre el exministro y ex secretario de Organización del PSOE José Luis Ábalos con la plana mayor de un partido cuyos entresijos conoce como pocos.

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