Política

Ni Irene Montero ni Yolanda Díaz: nace una corriente que reclama la unidad en la izquierda

El PSOE también presiona para que haya una lista única, porque sin ella no hay posibilidades de revalidar la coalición

  • Irene Montero. -

Si salió mal una vez, saldrá mal la siguiente. La izquierda española se encuentra otra vez ante una encrucijada. En su seno se ha abierto una guerra fratricida que amenaza con arrasar las opciones del Ejecutivo de revalidar el poder. Los beligerantes son los de siempre: Sumar y Podemos. Por eso, nace una corriente que reclama la unidad y que pide a Yolanda Día y a Irene Montero que den un paso a un lado con la convicción de que solo nuevas caras podrán firmar un armisticio.

"La lógica política, atendiendo al funcionamiento de la ley electoral española, diría que tienen que ir juntos. Pero no parece que sus dirigentes estén a la altura de conseguir ese logro", se lamenta a este diario una fuente conocedora como pocas de las intrigas internas de la izquierda y que tuvo un alto cargo gubernamental. Y está en lo cierto, porque la raíz del problema es una pelea de egos de muy difícil solución.

El PSOE también presiona para que haya una lista única, porque sin ella no hay posibilidades de revalidar la coalición. Y algunos dirigentes, como ya adelantó este diario, no dudan en mostrar su preferencia por el retiro de Yolanda Díaz. Ferraz piensa lo mismo que la militancia de su patio izquierdo. Este diario ha recibido varias cartas dirigidas a las principales figuras de la izquierda política. Una de ellas, escrita por un militante de Sumar, pide con urgencia que Podemos y su partido dejen de lado sus disputas internas y conformen un proyecto político unificado y cohesionado, capaz de responder a las necesidades de la mayoría social para evitar una mayoría absoluta del PP.

Según este militante, que prefiere mantenerse en aninomato, "la confrontación entre Podemos y Sumar solo genera frustración y desmovilización en el electorado progresista, lo que podría traducirse en una baja participación o en el voto a opciones no progresistas". "La fragmentación complica la posibilidad de formar un gobierno de coalición con el PSOE, reduce la capacidad de negociación parlamentaria y daña la imagen del proyecto progresista en su conjunto", ahonda.

En otra carta, otro simpatizante de la izquierda, acusa a los líderes de ambas formaciones de anteponer sus intereses personales y luchas de poder al mandato popular, traicionando los compromisos adquiridos en campaña y con sus bases sociales. "¿En nombre de quién estáis autorizados a continuar con esa división? Vuestras disputas no son un asunto privado; son una traición a la promesa de cambio...". En la misiva, el simpatizante recuerda a las cúpulas de ambos partidos, que la base militante ha contribuido económicamente y con trabajo voluntario al proyecto común, y que la división actual supone una falta de respeto hacia ese esfuerzo colectivo.

Precisamente, Podemos culminó este fin de semana su quinta asamblea ciudadana entre críticas al Gobierno de coalición, con Ione Belarra como secretaria general y con Irene Montero de número dos y candidata para las generales. Un total de 27.000 inscritos ratificaron la nueva dirección, ganada de antemano, al no haber ingún candidato alternativo. Las alarmas, en cualquier caso, resuenan, ya que la participación cayó casi la mitad (un 47%) respecto a hace cuatro años. En verdad, no puede haber movilización (e ilusión) con piezas que ya fracasaron.

Y pese a ello, hace tiempo que en la cabeza del núcleo dirigente de Podemos existe un plan para recuperar de nuevo el liderazgo de la izquierda alternativa. Los morados no quieren ir por libre, quieren volver a ser la nave nodriza de un espacio político convulso, atomizado y en constante pelea. El fracaso de Yolanda Díaz les da alas para intentarlo. En cualquier caso, lo más relevante de la candidatura de Irene Montero para las elecciones generales es el reconocimiento de que Podemos necesita una propuesta que vaya más allá de ellos.

Por eso, los morados están llamando a la puerta de los partidos y de la sociedad civil para ponerles en una dicotomía: o ellos o Sumar. Por el momento, el partido con más disposición a entenderse de nuevo con Podemos es Izquierda Unida, aunque su coordinador, Antonio Maillo, se niega a entrar en el juego morado y pide unas primarias para resolver todo el puzzle de una hipotética lista única. Es más la histórica fuerza de Julio Anguita baraja hacer lo mismo que Podemos y presentar su propia candidatura a la sopa de siglas. La vuelta de Montero tampoco ilusiona a los lideres del resto de la izquierda.

Los comunes también apuestan por el reencuentro en la izquierda. El eurodiputado Jaume Asens pidió una tregua entre Sumar y Podemos. Pero tampoco entran en el marco morado. Y persiste la duda de qué hará Más Madrid, la otra gran fuerza del conglomerado a la izquierda del PSOE. En cualquier caso, ahora comienza una batalla política por el control de ese espacio político. Y Podemos ha decidido desplegar la bandera pacifista para presionar a los partidos, ya que considera la presencia de Sumar en el Gobierno del "señor de la guerra" [en referencia Pedro Sánchez] una traición inadmisible. Podemos agita la moral de sus compañeros y avisa de que esta vez no quiere que se vete a Montero en forma alguna como ocurrió hace dos años. 

Sumar no quiere entrar en polémicas. Y, por, eso, evita criticar el auge de Montero como candidata. Mientras, Movimiento Sumar, el partido embrión de Yolanda Díaz, evita aclarar siquiera si la vicepresidenta segunda se animará a concurrir en unas primarias para ser cabeza de cartel. Lo cierto es que el gran problema de la izquierda es que se enfrenta a una lucha de egos dañados por una pésima relación personal. La coordinadora general de Sumar, Lara Hernández, se intentó morder la lengua pero no pudo evitar sacudir a Podemos: "No será Pablo Iglesias, ni Ione Belarra ni Yolanda Díaz los que hablen de las condiciones de la unidad, sino que será la gente la que ponga las condiciones cuando toque", "porque quedan dos años para 2027".

El diagnóstico de los socialistas consultados es que el liderazgo de Yolanda Díaz está muy tocado, por mucho que conserve su rol protagonista gracias al poder que le da su tercer asiento en el Consejo de Ministros, tras el del presidente y el de la vicepresidenta primera. Por eso, en el PSOE prefieren que sus socios "resuelvan sus cosas" antes de todo. Aunque sí trasladan su preocupación por el poco tirón electoral de la también ministra de Trabajo, motivo por el que preferirían que no fuera candidata en unas hipotéticas elecciones generales. La propia Díaz no ha decidido aún qué hará y dijo que debe madurar la decisión siquiera de postularse.

En cualquier caso, en el PSOE saben que, sin una unidad real en su flanco izquierdo, revalidar la coalición es imposible, aunque en Ferraz hace tiempo que se trabaja con la aspiradora de votos para engordar a costa del partido de la vicepresidenta segunda. Sumar apela a Podemos para que vuelva a entenderse con el resto de partidos 'hermanos'. Pero puede que sea demasiado tarde. Los socialistas admiten que Montero y Belarra, casi con total seguridad, dirán un 'no' rotundo a Yolanda Díaz.

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