Política

Las mujeres en la sombra que manejan el PNV: antiguos rencores y vendettas guían la sucesión

Itxaso Atutxa, esposa de Aitor Esteban y factótum en la formación nacionalista, frente a la 'burukide' Mireia Zarate, presidenta de la fundación Sabino Arana.

  • Montaje Vozpópuli -

Itxaso Atutxa Atutxa. Archiconocida en los cenáculos políticos del País Vasco, anónima en el resto de España. Factótum en el PNV. Hasta el pasado mes de octubre fue la mujer con más poder de la historia de la formación. Desde 2013 presidía el Bizkai Buru Batzar, la ejecutiva vizcaína, sobre la que pivota toda la estructura regional. Ocupaba, por tanto, asiento en la cúpula, como burukide [pareja según la traducción que hace google del euskera, dirigente del PNV para el argot popular]. Su padre, Javier Atutxa, ocupó el mismo puesto que ella y su marido es Aitor Esteban, todavía portavoz en el Congreso de los Diputados y próximo mandamás después de destronar a Andoni Ortuzar en la guerra de la sucesión.

El PNV no es sólo una gran familia. Es la gran familia en el País Vasco. El trono siempre lo han ocupado los hombres. En cientos de años, no ha habido ningún liderazgo femenino al frente de Sabin Etxea, sede central, la que lo maneja todo. Por encima del presidente autonómico. Es la famosa bicefalia. Pero en el juego de la sucesión, esta vez, han sido las mujeres quienes han movido los hilos en el campo de batalla. A base de vendettas que esconden antiguos rencores.

Hay quien cree que la principal debilidad de Andoni en la pugna con su amigo" Aitor ha sido la escasa influencia de su actual pareja, Mireia Zarate, presidenta de la fundación Sabino Arana -fue ella la que comparó al fundador del PNV con Martin Luther King- y, por tanto, también burukide. En su día, fue la más joven en tomar asiento en la cúpula. Las dos mujeres: Itxaso por un lado, Mireia por otro. 

 

Desde 1986, año en el que Carlos Garaikoetxea, lehendakari, se separó del PNV para fundar Eusko Alkartasuna, no se recuerda un terremoto parecido. Ni tan siquiera se le asemeja el de 2003, en el que el hoy presidente de Repsol, Josu Jon Imaz, logró derrotar de chiripa al delfín de Arzalluz, Joseba Egibar

El movimiento de Itxaso

Las primarias de 2025 parecían un mero trámite. Pero la marcha de Itxaso, mujer de Aitor, lo cambió todo. Fue el detonante que, a la postre, ha llevado a Ortuzar a entregar las armas, ante el riesgo de una división insalvable para un partido cada vez menos hegemónico por el auge de Bildu. 

La popularidad de los de Arnaldo Otegi ha sido el factor que ha motivado una "renovación" de caras -no ideológica, ni generacional- que se cobró la primera víctima con Iñigo Urkullu, presidente vasco desde 2012. A pesar de que su intención era repetir como candidato, Ortuzar dio un golpe de mano y apostó por un novel de su cuerda: Imanol Pradales, para garantizar la victoria. Lo cierto es que logró salvar los muebles. Eso sí, por una escasísima diferencia de votos con Bildu que se tradujo en un empate en escaños. En este caso, lo que cuenta es la foto final: primer puesto en el podio y con Ajuria Enea a salvo. 

Pasadas las elecciones, las intrigas se apoderaron del PNV. Con la meta fijada en marzo de 2025, cuando tendrá lugar el congreso que alumbrará una nueva dirección, los cambios en las provincias consumados en noviembre fueron el preludio. Antes, el 9 de octubre, Itxaso anunció su retirada (¿voluntaria?) de la organización territorial vizcaína, la más poderosa. Y enseñó la puerta de salida a Ortuzar, que hacía tiempo barruntaba poner fin a sus tres mandatos. Los mismos que ha estado Urkullu. Los mismos que ha estado Itxaso. 

El todavía presidente del PNV llevaba un lustro años -desde el último congreso- dando a entender, en clave interna, que su tiempo estaba agotado y que su intención era despedirse de los mandos en 2025. Sin embargo, cuando Aitor dijo en enero, hace semanas, que sería "un honor" presidir el partido, su "amigo" Ortuzar entró en cólera. Y apostó por dar la batalla de las primarias. Frente a Aitor. En los batzokis [sedes del PNV] vizcaínos, la tierra de Itxaso, las bases respaldaron a Aitor. Los Clinton de Vizcaya sacaron la artillería de guerra... con éxito notable. 

El legado familiar de Ortuzar

Constatada la fractura entre las distintas familias que conforman el partido, Ortuzar ha optado por ceder el testigo. La crisis auguraba una desestabilización que podía ser letal en un momento de suma delicadeza. Todos los sondeos continúan apuntando a una tendencia a la baja de un PNV que mantiene su aureola gracias a los pactos con el PSOE, tanto en Madrid como el País Vasco. Aunque basta que el PSOE cambie de aliados para que el PNV pase del todo a la nada. Y el proceso de blanqueamiento con Bildu ha dado sus frutos. Quién sabe, los abertzales ya van por alcaldables en Pamplona. 

En los cenáculos políticos vascos se rumorea que la marcha de Itxaso no fue voluntaria. Y que Ortuzar quería renovación para todo el mundo, salvo para él. Ahora, le sustituirá Aitor. Renovación de la misma quinta. Los dos nacieron el verano de 1962. Uno en julio, otro en junio. Entre las estructuras de poder del PNV, que también incluyen el vasto tejido empresarial vasco, el todavía presidente deja un legado nada desdeñable: su actual novia, Mireia Zarate, seguirá al menos hasta marzo de burukide y presidenta de la fundación Sabina Arana, no está claro por cuánto tiempo, que la venganza se sirve en plato frío; su anterior novia, Miriam Anitua, trabaja en la consejería de Interior del gobierno vasco; su hija, Garazi Ortuzar, fichó por Iberdrola -grupo ligado al PNV- y su primo, Xabier Sagredo, es presidente de la fundación BBK y... consejero de Iberdrola. Todo queda en familia. O no. Aitor decide. 

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