Sócrates y Platón tendrían poca cabida en el bastión general de Pedro Sánchez. La convivencia no sería fácil entre dos filósofos obsesionados con la búsqueda de la verdad y un pelotón de sofistas (maestros de la retórica de la Antigua Grecia para los que el cómo era más importante que el qué). Los cambios de opinión de Pedro Sánchez ya son marca de la casa, igual que una narrativa especializada en polarizar el tablero político o en dulcificar realidades incómodas para la ciudadanía mediante el diseño de nombres rimbombantes (véase el 'Plan para la transición hacia una nueva normalidad' o el 'Plan para la regeneración democrática').
Detrás de la dialéctica sanchista hay una factoría que trabaja sin descanso en Moncloa, y que se caracteriza por avalar la estrategia del engaño que ha abrazado el presidente del Gobierno para conseguir sus objetivos. Lo contrario de lo que defendía Albert Camus: "El fin no justifica los medios, son los medios los que justifican el fin".
La tesis del engaño del nuevo jefe de gabinete de Sánchez
El nuevo nombre al frente del dispositivo es Diego Rubio, cuya tesis doctoral versa sobre 'La ética del engaño'. Fichaje de Iván Redondo e ideólogo del informe 'España 2050' elaborado por la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia, este joven cacereño de 38 años ha ascendido a director de gabinete de Sánchez tras el movimiento de Óscar López a la cartera de Transformación Digital. En su brillante currículum figuran paradas en la Sorbona, Columbia y Oxford. Fue en la localidad británica donde se doctoró con la mencionada tesis.
En ella, Rubio argumenta que el engaño forma parte no solo de la política, sino de la vida diaria de cada uno de nosotros. Alaba sus bondades y asevera que gracias a la introducción del engaño en la vida política con Maquiavelo -y su libro 'El príncipe'- se modernizaron las relaciones políticas, pasando de su anterior vinculación a la religión -con la mentira considerada como mal- a una racionalización de sus formas. Historiador de formación, Rubio hace un repaso histórico por los defensores de lo que denomina la 'ética del engaño'.
Sostengo que el engaño desempeñó un papel importante en la configuración de la Modernidad.Diego Rubio, jefe de Gabinete de Pedro Sánchez
"Es evidente que la sociedad moderna no inventó el engaño, pero también es cierto que inventó su posibilidad, al reconocerlo como parte intrínseca del mundo y de las relaciones humanas. Esto dio lugar a algunos de los rasgos más característicos de la cultura barroca y abrió la puerta a algunos de los cambios más trascendentales de la Europa de los siglos XVI y XVII, como la creación de una nueva política regida por la razón y no por la fe, la secularización de los comportamientos sociales y la aparición de las nociones de individualismo, privacidad y libertad de pensamiento. Por todas estas razones, sostengo que el engaño desempeñó un papel importante en la configuración de la Modernidad", afirma Rubio en su tesis.
El engaño forma parte de muchas formas positivas de la vida social cotidiana (como el tacto, la cortesía y las excusas) que se llevan a cabo para evitar posibles conflictosDiego Rubio
Para Rubio, "una sociedad en la que se expusieran sin rodeos todas las verdades sería más parecida a un infierno que a un paraíso", como apunta citando al erudito francés Marcel Eck. Según el jefe de gabinete de Pedro Sánchez, "nos engañamos unos a otros a diario. Y, curiosamente, las encuestas indican que, en la mayoría de los casos, no lo hacemos por interés propio, sino para beneficiar a otros miembros de nuestro grupo (es decir, para evitar el sufrimiento innecesario de un amigo, para consolar a un enfermo, para educar a un niño). El engaño forma parte de muchas formas positivas de la vida social cotidiana (como el tacto, la cortesía y las excusas) que se llevan a cabo para evitar posibles conflictos y proteger la armonía social".
Los spin doctors de Sánchez
Al líder socialista le ha gustado rodearse de los llamados spin doctors, los constructores de relato que retuercen la realidad para amoldarla a los objetivos del que les paga. En el primer gobierno de coalición de Sánchez sentó cátedra Iván Redondo, amante de la dialéctica del 'ellos contra nosotros'. Ahora, el presidente acude a otro consultor para el que la verdad tampoco importa mucho: Aleix Sanmartín.
El gurú electoral de Moncloa ha sido clave en la victoria de Salvador Illa en Cataluña y en la estrategia de resistencia de Sánchez tras el batacazo autonómico de 2023. Se presenta en su página web como “el máximo especialista en ganar elecciones imposibles”, y cuenta con un software patentado por el que, según publican algunos medios, fue contratado hasta por Juanma Moreno en Andalucía.
En una intervención en Jalisco (México), llegó a poner el siguiente ejemplo: “Cuando en 1933 los alemanes votaron a Hitler, y él construyó una narrativa sobre la superioridad de la raza, yo ya sé que eso era mentira, pero no me importa si era mentira. Eso se lo dejo a la ética, a la religión. En materia de ciencia política, la realidad fue que los alemanes lo siguieron. Por lo tanto, su narrativa era verdad”.
Hitler construyó una narrativa sobre la superioridad de la raza, yo ya sé que era mentira, pero no me importa... En materia de ciencia política los alemanes lo siguieron. Por lo tanto, su narrativa era verdadAleix Sanmartín
En la misma línea, defendió que la "teoría del discurso no valora si las cosas son verdad o mentira. Nosotros [como estrategas de campañas] no debemos valorar cuestiones morales, no podemos decir si algo es verdad o mentira. Eso vale como ciudadanos, pero no como analistas. Todo lo que sea percibido por los ciudadanos como real, y en sus consecuencias parezca real, es real".
Por el círculo cercano de Sánchez han pasado otros amantes de las medias verdades como el escritor Luisgé Martín, artífice de sus discursos hasta junio de 2022, cuando fue enviado al Instituto Cervantes de Los Ángeles como director.
Salvo cuando tiene utilidad, yo no creo que haya que decirle a la gente la verdadLuisgé Martín, escritor de los discursos de Sánchez hasta junio de 2022
Martín alabó en una entrevista con El Diario las virtudes de la "hipocresía": "En el mundo de la política, la mentira es el pan nuestro de cada día. Si alguien que está en el poder continuamente dijera la verdad, duraría semana y media... La hipocresía es un valor social admirable en las relaciones personales. Salvo cuando tiene utilidad, yo no creo que haya que decirle a la gente la verdad".
En 2018, Luisgé Martín escribió el ensayo 'El mundo feliz, una apología de la vida falsa'. Su teoría radica en que engañados se vive mejor. En palabras del propio Martín, "la tesis del libro es que hay dos tipos de falsedades: una, en la que vivimos, que mitifica la condición humana, la engrandece, la dota de justificaciones ridículas, pero no consigue acabar con el sufrimiento; o, dicho en positivo, no consigue crear sociedades felices. La otra, que es una falsedad artificial, deliberada, consciente, casi científica, tiene efectos radicalmente diferentes. Las drogas son el ejemplo histórico más evidente. La propuesta es: construyamos una sociedad en la que vivamos en estado lisérgico".