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Política

UPN, PP y Ciudadanos, un frágil pacto de conveniencia frente al nacionalismo vasco

Esparza (UPN) y Rivera.

Los partidos en Navarra se están moviendo para las elecciones generales del 28-A y las elecciones municipales y autonómicas del 26-M. Dos bloques antagónicos se disputarán el poder en la comunidad foral: el constitucionalista, representado por la plataforma Navarra Suma, que aglutina a UPN, PP y Ciudadanos, y el nacionalista, que incluye a Geroa Bai y Bildu. A su vez, ambos bloques necesitarían obligatoriamente el apoyo de socios en la izquierda: Navarra Suma espera pactar con el PSOE y los ‘abertzales’ ansían volver a pactar con Podemos e IU.

El Parlamento de Navarra es el más fragmentado de toda España. Es casi tradicional que hasta siete fuerzas políticas obtengan representación. Ahora mismo, ese es el número de partidos que pueblan la cámara de Pamplona: UPN, PSN, PP, Geroa Bai, Bildu, Podemos e IU. Hay que tener en cuenta, además, que tanto Geroa como Bildu son, a su vez, coaliciones que engloban a diversas siglas. Un panorama laberíntico, donde es fácil perderse. No está mal para una comunidad con solo 600.000 habitantes.

Un acuerdo a tres bandas: Navarra Suma

En las elecciones forales de 2015 la formación hegemónica volvió a ser UPN, pero por primera vez en dos décadas no dispuso de los apoyos suficientes para gobernar. Así, durante los últimos cuatro años ha gobernado un cuatripartito que conforman Geroa Bai, Bildu, Podemos e IU, presidido por Uxue Barkos (Geroa). Para evitar que se repita esa mayoría que aglutina a los nacionalistas y los partidos más a la izquierda, las formaciones de centroderecha han movido ficha.

UPN y PP acordaron primero presentarse juntos a todas las elecciones que se avecinan. Así, reeditaban un pacto que dio sus frutos en el pasado. Y luego UPN firmó también un acuerdo con Ciudadanos, que en 2015 se quedó sin representación por un puñado de votos. Esto supone, en definitiva, que UPN, PP y Cs concurrirán juntos bajo la plataforma Navarra Suma porque han aprendido de los errores precedentes. Este pacto a tres bandas, una de esas confluencias que parecían exclusivas de las formaciones de izquierda, puede variar el mapa político navarro.

UPN y Cs, firma, primer encontronazo y retos

El movimiento más inesperado (y más criticado) ha sido el acuerdo entre UPN y Ciudadanos, porque los regionalistas navarros son unos fervientes defensores del régimen foral económico mientras que el partido liderado por Albert Rivera siempre ha sido crítico con la foralidad, si bien tampoco ha pedido en sus programas la supresión de los fueros.

Esta misma semana, nada más suscribirse el acuerdo en Pamplona, el responsable económico de Cs, Luis Garicano, decía “respetar” la foralidad porque está en la Constitución, pero reconocía que si hubiera una reforma constitucional, su partido apostaría por un régimen económico igual para todos los territorios de España. O, en otras palabras, Cs no renuncia a derogar los fueros. El presidente de UPN, Javier Esparza, no tardó en responder recordando que su acuerdo con Cs incluye el respeto a los fueros y advirtiendo que si Cs pide la derogación de estos derechos históricos, dejarán de ser socios inmediatamente.

Caída ya esa primera y temprana tormenta sobre el pacto, tanto desde UPN como desde Ciudadanos insisten en calmar los ánimos y, por encima de todo, en defender esta estrategia. Aseguran que todos han renunciado a cosas, incluidas las siglas, buscando “un bien mayor y más importante”: derrotar al nacionalismo vasco. Desde el punto de vista estrictamente electoral, mirando los números y los sondeos, este acuerdo, por frágil que sea, multiplica las opciones del centroderecha para alcanzar una mayoría que le permita gobernar. A nadie se le escapa en Navarra que es “un pacto de mutua conveniencia” -en palabras de un cargo de UPN consultado por Vozpópuli- pero que tiene muchas posibilidades de funcionar en las urnas.

Eso sí, UPN, PP y Cs tienen otros dos problemas a los que enfrentarse aparte del nacionalismo: uno es Vox, cuyo resultado es una incógnita y que puede dinamitar esa apuesta por la unidad; y otro es, una vez cosechada esa hipotética victoria, convencer al PSN para que les respalde. María Chivite, candidata de los socialistas, no decía este viernes que no descarta presentarse a la investidura como presidenta del Gobierno foral aunque, como apuntan las encuestas, pueda quedar como tercera o cuarta fuerza política.

El cuatripartito, desunido, pero no tanto

Ahora mismo, en el cuatripartito no parece factible un pacto preelectoral para contrarrestar la potencia de Navarra Suma. Durante la legislatura ha habido no pocos roces entre las cuatro formaciones a raíz de diversos asuntos relevantes. Los matices que separan a los independentistas vascos de sus socios no son pocos ni pequeños, empezando por la opinión divergente respecto al propio estatus jurídico de la comunidad. Pero si todo es posible en política, aún más posible es cualquier cosa en esta comunidad autónoma donde lo único seguro es que miden sus fuerzas dos bloques antagónicos.

De hecho, las formaciones nacionalistas (Geroa Bai y Bildu) y más a la izquierda (Podemos e IU) van a ensayar una coalición el 28-A. Los cuatro partidos que han gobernado juntos durante estos años presentan listas conjuntas al Senado bajo la plataforma ‘Cambio-Aldaketa’. Aunque no se ha planteado así, esta alianza constituye una prueba del nueve de una estrategia común que, en caso de salir bien, tal vez podría ampliarse y repetirse, por mucho que ahora mismo parezca inconcebible. El resultado de las generales se antoja clave para afrontar las forales. Y también para entender las municipales: porque todo lo dicho respecto al Parlamento navarro se repite, de forma casi calcada, en el Ayuntamiento de Pamplona.

¿Qué dicen las encuestas?

En estos tiempos convulsos, las encuestas pronto se quedan viejas. Y los pronósticos son más impredecibles que de costumbre. Pero son la única referencia a la que aferrarse. El último Navarrómetro -sondeo que encarga el propio Parlamento navarro- se publicó en diciembre. Y ya apuntaba a que las formaciones del cuatripartito se quedarían en solo 23 de los 50 escaños. En 2015 alcanzaron los 26 necesarios para la mayoría absoluta (9 de Geroa, 8 de Bildu, 7 de Podemos y 2 de IU). Siempre según esta encuesta pública, ahora mismo el desgaste de este bloque, en especial por el hundimiento de Podemos -con fuertes enfrentamientos internos-, catapultaría las opciones del otro bloque.

Si se tiene en cuenta que ese sondeo es previo a la estrategia común de UPN, PP y Cs, parece aún más claro que Uxue Barkos puede tener los días contados como presidenta del Gobierno foral. Lo que no está tan claro es que la plataforma Navarra Suma, que con casi toda seguridad será la más votada, pueda contar con los apoyos del PSN para gobernar. Como ya se ha dicho, es posible que los socialistas se presenten a la investidura. Y llegados a ese punto, como siempre ocurre, el resultado de las generales y los pactos en el Congreso condicionarán sobremanera los de por sí complejos acuerdos postelectorales en Navarra. Un laberinto de posibilidades, en suma.

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