Los movimientos de Madrid sacuden Bruselas: no hay duda de que las últimas decisiones tomadas por José Manuel Albares como máximo responsable de la diplomacia española han suscitado, cuanto menos, suspicacias entre sus socios europeos y máximos responsables de la política exterior de la Unión. “La posición de España queda comprometida”, sostienen fuentes del sector a Vozpópuli, que destacan el estupor ante los ‘dedazos’ del titular del Ministerio de Asuntos Exteriores en varias embajadas -incluida la de la capital belga-, así como por los últimos desentendidos con Kaja Kallas, alta representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad.
“La carrera nunca han estado tan politizada”, denunciaban fuentes diplomáticas a este diario tras la concatenación de ceses o traslados de embajadores que se han registrado en las últimas fechas. Dos nombres están encima de la mesa: Juan González-Barba, en Bruselas, y Alberto Antón, en Croacia. El primero, al que desde su entorno definen como un “diplomático respetable y respetado”, fue destituido de su cargo tras quedarse dormido en un discurso de Albares. A los pocos días, remitió una carta al ministro en la que le reprochaba su actuación.
A juicio del diplomático, su actuación en Bruselas era intachable. Y que su estado ante su discurso respondía al consumo de antihistamínicos al encontrarse “enfermo con gripe”. Pero las imágenes se volvieron virales, circularon por pasillos y despachos y, a los pocos días, se le comunicó su cese. González-Barba considera que se trata de una “maniobra torpe, ridícula y mezquina” para justificar su decisión.
Mención aparte merece Guillermo Kirkpatrick, embajador en Corea del Sur. Fuentes diplomáticas confirman que su reciente reunión con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, levantó ampollas en el número 8 de la madrileña plaza de Marqués de Salamanca, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. Pocos días después saltó la noticia de su cese fulminante, si bien desde el departamento que dirige Albares niegan la mayor.
"Bandazos"
Todos estos movimientos han coincidido en el tiempo con la -cuanto menos- confrontación de opiniones entre el ministro español y Kaja Kallas, alta representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, a costa del nombramiento de la nueva secretaria general del Servicio Europeo de Acción Exterior de la Unión Europea (SEAE). Kallas, que asumió el cargo el pasado mes de diciembre, propuso para el cargo a una española, Belén Martínez Carbonell. En principio, una noticia saludable para la diplomacia española.
Cuál no fue la sorpresa desde Bruselas cuando comprobaron que la noticia no fue recibida con entusiasmo en Madrid. Porque, con criterios diferentes, Albares proponía para el cargo a un diplomático afín -en lo personal y lo profesional-, como lo es Marcos Alonso, embajador representante permanente de España en la Unión Europea desde julio de 2021.
La posición española no ha pasado desapercibida en el seno de la Unión. Otras fuentes diplomáticas insisten en que Bruselas “toma nota” ante estos movimientos y que los “bandazos” que son “difícilmente explicables” alteran la percepción ante la diplomacia de nuestro país: “No estamos hablando de una cuestión política o de la posición de España ante un acontecimiento determinado, sino de nombramientos que llaman la atención”.
"La misma dinámica"
José Manuel Albares defiende que estas decisiones encajan en la legalidad y que son puestos que están sometidos a la confianza o a la situación de cada uno de los destinos diplomáticos. También se escuda en que todos estos movimientos son aprobados por el Consejo de Ministros.
“Pero eso no justifica que se esté saltando unas tradiciones y unas formas que deben mantenerse en las instituciones, especialmente en la diplomacia”, alegan fuentes internas de la carrera. Igualmente consideran que es una tónica que se viene repitiendo en diferentes esferas de la administración, como en la carrera judicial o incluso en el mundo policial, con la reforma que el titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, acometió en la cúpula de la Guardia Civil.
“Albares ha entrado en la misma dinámica”, lamentan desde esferas diplomáticas. Y añaden: “Con el añadido de que esta política erosiona la imagen de España en el exterior; en Bruselas toman nota de cara a futuras decisiones”.