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Coches quemados, esquelas falsas y otras crueldades contra las víctimas de ETA

El libro 'ETA, la memoria de los detalles', escrito por Joseba Eceolaza, incluye un escalofriante repaso por las amenazas y humillaciones que padecieron los damnificados por el terror antes y después de los asesinatos

Una pintada a favor de ETA.
Una pintada a favor de ETA. EFE

Leer el libro ETA, la memoria de los detalles (Papeles del duende), escrito por Joseba Eceolaza, es una experiencia desgarradora. Porque incluye un escalofriante repaso por muchas de las amenazas y humillaciones que padecieron los damnificados por el terrorismo. A lo largo de sus 140 páginas y, sobre todo, en sus dos primeros capítulos, "Los detalles de la memoria" y "Violencia de persecución", se detallan infinidad de casos que componen el vivo retrato de la crueldad.

La obra recuerda que hubo centenares de asesinatos y atentados, pero que también hubo amenazas de todo tipo, tanto previas como posteriores a los crímenes. Y, claro, no sólo actuaron los terroristas, sino también su entorno, que jaleaba los asesinatos, contribuía a ellos y hasta se ensañaba con las víctimas después de haberles arrebatado a sus seres queridos.

"No solo los victimarios, de forma directa, ejercieron una crueldad enorme -expone Eceolaza-. También quienes les aplaudieron o quienes trataron a las víctimas con una agresividad manifiesta agrandaron la herida". Así lo demuestran algunos casos que contiene el libro y que se antoja obligatorio recordar aquí.

"Lacalle jódete", champán, esquelas...

Cuando los etarras asesinaron al periodista José Luis López de Lacalle en el año 2000, alguien escribió y colgó una pancarta en Andoain que decía "Lacalle jódete. ETA, el pueblo está contigo". Una imagen estremecedora que no por casualidad es la portada del libro.

Después de múltiples amenazas, con dianas pintadas en su casa, llamadas telefónicas hirientes o ácido derramado en su coche, en junio de 1998 ETA asesinó al concejal del PP en Rentería Manuel Zamarreño; al día siguiente en el portal de su domicilio aparecieron una botella y una copa de champán. Dos años después la banda terrorista asesinó a su compañero de filas José Mari Pedrosa, concejal de Durango en cuya vivienda alguien había colocado tiempo antes del crimen una falsa esquela con su nombre.

Beatriz Elorza, esposa de Manuel Huertas, secretario general del PSE guipuzcoano, encontró en el buzón de su casa un sobre donde estaban las esquelas falsas de sus tres hijos. Antes de asesinarlo, a Fernando Buesa le gritaban amenazas en el pabellón del Baskonia que hoy día lleva su nombre; una de sus hijas tuvo que ver en un bar la imagen de su padre con la frase "enemigo del pueblo".

En ese tiempo los afines a ETA quemaron los coches de muchos políticos. Son los casos de Patxi Elola, concejal del PSE en Zarauz, de Pilar Zubiarrain, del PNV guipuzcoano, de Milagros Rubio, de Batzarre en Navarra, o de José Javier Múgica, edil de UPN en Leiza. En este último caso, además, la quema de la furgoneta fue la antesala de su asesinato con una bomba.

La esposa del empresario José María Aldaya, secuestrado por la banda durante 341 días, recibía llamadas donde se decía "Ya hemos soltado a Aldaya. Está colgado del puente de...". A los familiares del ertzaina Iñaki Mendiluce, asesinado en 1995, les llamaron poco después para cantarles el anuncio del Turrón La Viuda.

"ETA mátala", "un cerdo menos"

Anónimos para una concejal que rezaban "ETA mátala", un telegrama para la hija de un asesinado que decía "un cerdo menos", amenazas previas como "tu marido es un hijo de puta y lo vamos a matar", gritos a favor de la banda que escuchaban sus víctimas desde el hospital, insultos en la calle, miradas de odio... Y así un largo etcétera de desagravios, carentes de toda empatía y sobrados de maldad, aparecen en el libro de Eceolaza.

"Esos gestos retratan a un mundo que no se conformó con hacer desaparecer al discrepante sino que, con una insensibilidad que aterra, también continuó humillando al agredido", escribe el autor, que recuerda a renglón seguido que "quienes ejercieron la violencia no estuvieron solos ni pararon con la muerte".

Además de aportar todos esos ejemplos, el libro reflexiona sobre asuntos tan dispares como el mito del antifranquismo de ETA, la mirada de soslayo a las víctimas que durante un tiempo se hizo desde la izquierda -en la que el autor se enmarca- o el análisis a las teorías del "conflicto político" o el "empate" entre víctimas dispares. Todo con un mismo eje: la necesidad de hacer memoria sobre lo que ocurrió para deslegitimar el terrorismo.

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  • K
    Kj26

    Los terroristas o exterroristas han pactado con Sanchez trato de favor, a cambio de continuas concesiones, humillaciones y pago para devolver el favor.

  • T
    Titiritero

    ¿Recuerdan la última vez que vieron en las teles imágenes de una salvajada de ETA? Pues eso...