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Objetivo, expulsar a la Guardia Civil de Alsasua: atentados, un asesinato y cócteles molotov

Los miembros del Instituto Armado han sufrido una treintena de agresiones físicas en este municipio navarro, de unos 7.400 habitantes, que este sábado celebra una nueva jornada exigiendo la expulsión de los agentes

Agentes de la Guardia Civil en la localidad navarra de Alsasua
Agentes de la Guardia Civil en la localidad navarra de Alsasua EFE

“Me quiero marchar de aquí. Compréndalo, no puedo seguir arriesgando la vida de mi hijo”. La esposa de un guardia civil imploraba a Luis Roldán, director general del Instituto Armado, pocas horas después de sufrir un atentado en la casa cuartel de Alsasua. Era el día de Nochebuena. Un comando de ETA había atacado el acuartelamiento con un lanzagranadas apostado en un monte próximo a las dependencias del Instituto Armado. Uno de los agentes, José Aguilar, de 26 años, sufrió las peores consecuencias de la agresión: tras seguir las ráfagas de los proyectiles, fue alcanzado por una bomba trampa preparada por los terroristas. Sobrevivió, pero arrastró graves secuelas físicas el resto de su vida.

El episodio tuvo lugar el 24 de diciembre de 1988. Por aquellas fechas, los guardias civiles destinados en Alsasua -44 agentes residían en la casa cuartel; 21 de ellos casados y con hijos- sabían que no eran bienvenidos en País Vasco y Navarra. Y que, por el mero hecho de vivir en este municipio navarro, eran objetivo prioritario de ETA y de su entorno radical. Bastaba vestir el uniforme para que una diana se dibujase sobre sus espaldas: Sebastián Arroyo González, ex guardia civil, fue acribillado a balazos el 8 de enero de 1980 cuando salía de trabajar de la fábrica Igartex, a las afueras de la localidad. Él no pudo contarlo. Dejó una viuda y cuatro hijos.

Los dos episodios forman parte de una extensa lista en la que concurren una treintena de agresiones físicas contra la Guardia Civil en Alsasua: ataques con cócteles molotov, lanzamiento de rocas a los vehículos oficiales, incendios de sus coches particulares o ataques con artefactos incendiarios a sus domicilios privados, entre otros. Todo bajo la misma premisa: “Alde hemendik!” [“¡Fuera de aquí!”, en euskera], como rezaban las pintadas que hacían en las inmediaciones del cuartel… y esgrimen los convocantes del Ospa Eguna que este sábado se celebra en esta localidad de la Comunidad Foral, de poco más de 7.400 habitantes.

El municipio se encuentra localizado en el valle de la Burunda, circunscrito entre las sierras de Aralar y Urbasa. Entre los miembros del Instituto Armado, la referencia de Alsasua evoca tiempos complejos, de supervivencia ante las embestidas de los terroristas. El libro Relatos de Plomo: Historia del terrorismo en Navarra, que cuenta con el apoyo de informes policiales, enumera una treintena de agresiones contra los agentes desde el año 1980. A ello hay que sumar los ataques a concesionarios, cajeros automáticos o atentados contra otros objetivos que, tanto ETA como su entorno, ejecutaron durante décadas para hacer sentir su presión.

Portada de Diario de Navarra el día del atentado contra Sebastián Arroyo en Alsasua, que moriría días más tarde por culpa de las heridas

Una treintena de ataques en Alsasua

El primer ataque documentado contra la Guardia Civil fue el asesinato del ex miembro del cuerpo Sebastián Arroyo, en 1980; el siguiente, el atentado contra la casa cuartel que en 1988 dejó malherido a José Aguilar. Eran los llamados ‘años de plomo’, en los que los asesinatos de la banda terrorista se acumulaban en las portadas de los periódicos, siguiendo la estrategia marcada por la dirección de ETA de poner el mayor número de muertos encima de la mesa. Todo ello con el objetivo de mostrarse inflexibles ante el Estado y obligarle a negociar sus condiciones.

Pero la dirección de ETA fue consciente de que no bastaba la actividad de sus comandos terroristas para extender el caos por las calles de País Vasco y Navarra. Requerían un refuerzo adicional; jóvenes radicales que, sin formar parte de las estructuras intrínsecas de la banda, cumpliesen con su propósito. La desarticulación de la cúpula de Bidart, en 1992, permitió incautar numerosa documentación en la que se detallaba este plan de la organización: si los tradicionales comandos de ETA eran los ‘grupos X’, los cachorros que azuzaban la violencia en los espacios públicos eran los ‘grupos Y’.

Y estos grupos, los ‘Y’, se encargaron de mostrar a la Guardia Civil que no era bienvenida en País Vasco y Navarra. Tampoco en Alsasua. El 2 de abril de 1992 atacaron con un cóctel molotov una patrulla de la Agrupación de Tráfico en este municipio. El 4 de marzo de 1993 incendiaron el coche particular de un guardia civil. Días más tarde, el 15 de marzo, lanzaron artefactos incendiarios, cohetes y objetos contundentes contra varios vehículos del Instituto Armado en la carretera N-240, a su paso por la localidad. El 20 de mayo hicieron lo propio contra una nueva patrulla, esta vez en la N-1.

Los informes detallan una extensa lista de ataques contra la Guardia Civil, siguiendo procedimientos similares. La detención de un comando de ETA, la incipiente colaboración de Francia en materia antiterrorista que se plasmaba en la entrega de terroristas detenidos en el país vecino o la celebración de jornadas como el Borroka Eguna [“Día de la lucha”] eran pretexto suficiente para que los radicales se lanzasen contra los miembros del Instituto Armado en Alsasua.

En 1995 hubo tres ataques, uno más en 1996, tres en 1997, otros tres en 1998, once en 1999, dos en el año 2000 y uno más en el año 2005. A ellos habría que sumar la agresión que sufrieron dos agentes y sus parejas el 15 de octubre de 2016, que dio paso a un extenso procedimiento judicial en el que los atacantes, finalmente, fueron absueltos del delito de terrorismo que se les acusaba.

Jornada contra la Guardia Civil

Septiembre del año 2022. Los episodios de violencia física quedan en el pasado, pero una parte del pueblo insiste en exigir la expulsión de la Guardia Civil. La reclamación es el motivo central de la jornada que este sábado se celebra en Alsasua bajo el lema “¡Policía, no! Alto a la represión contra los trabajadores”. El programa de fiestas arranca con una mesa redonda sobre el “modelo policial”, un almuerzo -con variedad para veganos- y una manifestación contra la presencia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Para concluir, dos conciertos a cargo de los grupos Habemus Papam y Katarsia.

Colectivos de víctimas han expresado su solidaridad hacia los agentes y asociaciones representativas de la Guardia Civil han pedido al Ministerio del Interior y al Gobierno que impidan la celebración de las fiestas. El ejecutivo manifiesta su repulsa, pero asegura que no puede prohibir. El delegado del Gobierno en Navarra, José Luis Arasti, lo argumenta del siguiente modo: “Rechazamos este acto, creemos que no se debería producir… pero en el caso que nos ocupa, las instituciones tenemos limitaciones”.

Cartel de las fiestas celebradas en Alsasua para pedir la expulsión de la Policía y la Guardia Civil
Cartel de las fiestas celebradas en Alsasua para pedir la expulsión de la Policía y la Guardia Civil

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