España

Los nietos de los asesinados por ETA toman la palabra: "Que la gente no tenga miedo a conocer"

Un proyecto audiovisual inédito y ofrecido a la comunidad escolar aborda las consecuencias de los asesinatos de ETA desde el prisma de los nietos

Ha llegado su turno. “Que la gente no tenga miedo a conocer”, aseveran los nietos de los asesinados por ETA, que ahora asumen el papel de contar su historia; cómo, habiendo conocido o no a sus abuelos, afrontaron el crimen y todo lo que estaba después por venir. Desde el “tabú”, en alguno de los casos, hasta el pleno conocimiento de los hechos, en otros. Testimonios que forman parte de un proyecto audiovisual inédito, presentado por la Fundación Fernando Buesa Blanco y el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo.

Las entrevistas, puestas a disposición de la comunidad escolar y de la sociedad, reúnen a once personas, once nietos de seis asesinados por ETA. Uno de ellos es Gonzalo Araluce, redactor de Vozpópuli, nieto de Juan María de Araluce, asesinado el 4 de octubre de 1976 a las puertas de su casa, en San Sebastián. Era presidente de la diputación de Guipúzcoa, procurador en las Cortes y Consejero del Reino. En el atentado también acabaron con la vida de su chófer, José María Elícegui Díez, y tres escoltas, los policías Antonio Palomo Pérez, Luis Francisco Sanz Flores y Alfredo García González.

En la entrevista, Gonzalo Araluce sostiene que asesinaron a su abuelo porque defendía un proyecto político para el País Vasco incómodo para ETA, de un incipiente autonomismo, que chocaba con la Euskal Herria independiente y socialista de la banda terrorista. También detalla cómo su abuelo Juanmari se mantuvo firme en su posición pese a las amenazas de los pistoleros.

Pero el proyecto, más allá de los detalles del atentado, incide en todo lo que vino después y en lo que supuso para toda una familia. En el caso de Araluce, los nietos recuerdan el sentido del humor de su abuelo, y de cómo se reía al contar aquel día en que, por equivocación, saltó encima de un policía camuflado de dudoso aspecto que le seguía por la calle, al confundirlo con un radical o un pistolero.

Aunque ninguno de los nietos llegó a conocer a Juan María Araluce, su nieto Gonzalo revela cómo, de un modo u otro, es una parte importante de todos ellos. En buena medida, gracias a su abuela Maite, quien con “una sonrisa” permanente y su “optimismo” habitual, les permitió “crecer en libertad” y “lejos del odio”.

Los testimonios

Cada uno de los testimonios ofrece un prisma diferente y, a la vez, complementario. Bajo el título de El legado de las heridas: voces de nietos y nietas de víctimas del terrorismo, la Fundación Fernando Buesa Blanco y el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo entrevista a Amancay Aragón Chavarri, nieta de Miguel Chavarri Isasi, jefe de la policía municipal de Beasain; Claudia Múgica Soto, nieta de Fernando Múgica Herzog, abogado e histórico dirigente del PSE-EE.

También a Gabriela Ybarra Pasch, nieta de Javier de Ybarra Bergé, secuestrado y asesinado en 1977, a Iker Zarrabe Buesa, nieto de Fernando Buesa Blanco, secretario general del PSE-EE; y a Martín Recalde Carballido, nieto de José Ramón Recalde Díez, gravemente herido en un atentado en el año 2000.

Asimismo, participan del proyecto Julia Caballero Plano, Eduardo Briñol Caballero, Javier Caballero Mendive, Marina Irigoyen Caballero y Marcos Caballero Maquirriain, todos ellos nietos y nietas de Tomás Caballero Pastor, portavoz de UPN en el Ayuntamiento de Pamplona asesinado en 1998.

La presentación

Raúl López Romo explicó que Memorial y Fundación Buesa han estado trabajando durante un año “en la creación de una serie de testimonios nuevos que hemos denominado El legado de las heridas: voces de nietos y nietas de víctimas del terrorismo”. Según López Romo, se trata de “chicos de 20 años” que pueden dirigirse a otros jóvenes para explicarles “la injusticia que se vivió en sus familias”. “Esto puede servir para la prevención de la radicalización violenta y para fomentar la empatía hacia aquellos que han sufrido injustamente y para que se visualicen las heridas que deja el terrorismo más allá de los atentados, en las familias. También, finalmente, para contar la historia desde el ángulo de los damnificados directos”, añadió después.

Eduardo Mateo aseveró, sobre los participantes en este nuevo proyecto audiovisual, que “muchos de ellos, la mayoría, no conocieron a sus abuelos y los que sí, eran muy pequeños”. Añadiendo posteriormente: “Algunos supieron desde el principio lo que les sucedió y otros tardaron años en enterarse”. Finalmente recalcó que “el dolor ha marcado a sus familias, pero su labor de dar testimonio, es la primera vez que lo hacen, abre un nuevo camino para el conocimiento y la empatía del sufrimiento de las víctimas, aunque hayan pasado generaciones”.

Marina Irigoyen consideró que se trata de “una iniciativa importante para la sociedad en general y para las víctimas en particular” y que con su testimonio le gustaría transmitir a la gente joven “el verdadero valor de la justicia, la libertad y la paz”. También quiso transmitir a los jóvenes que “ETA no fue hace tantos años, que no se quede en el pasado, que los asesinatos no están en el pasado y que no podemos permitir que nadie nos intente hacer”.

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