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España

La náusea y los indultos de Sánchez

El presidente del Gobierno sabe que su tiempo político se acaba y los indultos -por encima del Supremo, de la opinión pública, del CGPJ y de su propio partido- son la única manera de mantener el apoyo de sus socios y prolongar su agonía

Ceguera selectiva
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, mira a Oriol Junqueras. Europa Press

El presidente del Gobierno va a indultar a los políticos presos del ‘procés’. Y lo hará con un informe del Tribunal Supremo, el tribunal sentenciador, que se opone en bloque porque los seis magistrados no ven “utilidad pública” alguna en esos indultos.

El presidente del Gobierno va a indultar a unos políticos presos cuyo principal cabecilla, Oriol Junqueras, no solo no se ha arrepentido sino que, desde 2019, insiste en que no piensa solicitarlo –una de las condiciones para concederlo- y, en una entrevista a Nació Digital, mandaba un nítido mensaje a Sánchez: "El indulto se lo pueden meter por donde les quepa".

El presidente del Gobierno va a indultar a unos políticos presos pese a que ninguno se ha arrepentido –otra condición que debería ser imprescindible para otorgar esta medida de (maldita la) gracia. El propio Junqueras asegura que “tenía claro desde el principio que nos encarcelarían, incluso cuando mis colaboradores me decían que no. Es un orgullo estar aquí por poner urnas".

Indultos y venganza

El presidente del Gobierno va a indultar a los políticos presos porque, según él, la Constitución fomenta la reconciliación y el perdón y no “la venganza y la revancha”, poniendo de ese modo al Tribunal Supremo –que también es parte de nuestro ordenamiento constitucional, salvo que Sánchez no lo entienda así- en un supuesto bando de “vengadores” y “revanchistas” junto a dos de cada tres españoles que, así lo reflejan las encuestas que han preguntado por ello, están en contra de los indultos.

El presidente del Gobierno va a indultar a los políticos presos pese a que hace solo dos años, en funciones y con toda la solemnidad que caracterizan algunas de sus promesas más vacías, rechazaba de plano hipotéticos indultos y prometía “permanecer vigilante” para salvaguardar la legalidad. En caso de que se transgreda la Constitución, anunciaba desde La Moncloa tras la sentencia, respondería con "firmeza democrática, proporcionalidad y unidad", manifestaba “el absoluto respeto y el acatamiento” del fallo del Supremo –el mismo que se va a pasar ahora por el Arco de la Moncloa- y remarcaba que “el acatamiento significa su íntegro cumplimiento”. En un último guiño a la hipocresía, se ufanaba en que la sentencia evidenciaba “que todos los ciudadanos somos iguales ante la ley”. Maldita hemeroteca…

Sánchez pasa por encima de su propio Partido Socialista Obrero ¿Español? cuyos barones, presos de la cobardía y “hartos –solo en privado- hasta la náusea”, acabarán pagando en sus territorios -como el resto de españoles- su destructor instinto de supervivencia

El presidente del Gobierno va a indultar a los presos porque es la única manera de mantener el apoyo de sus socios nacionalistas e independentistas (PNV, ERC, Junts, Bildu…, lo mejor de cada casa) e intentar agotar un tiempo que se le agota en La Moncloa. Todas las encuestas anuncian el final del sanchismo político y los hechos lo van corroborando -el fallido plan Illa, la moción fracasada en Murcia, el cataclismo del 4-M en Madrid…-. Sánchez está desnudo y cada vez más solo.

Pero el presidente del Gobierno va a indultar a los presos porque sabe que un adelanto electoral es precipitar su muerte anunciada y está dispuesto a prolongar su tiempo en el poder aunque sea unos meses, un año, “hasta que llegue el maná de los fondos”, le susurran al oído. Y aunque sea, sobre todo, a costa de pasar por encima del Supremo, de la Abogacía del Estado, del Consejo General del Poder Judicial que los ve “inaceptables”, de la mayoría de la opinión pública, de la hemeroteca y de su propio Partido Socialista Obrero ¿Español? cuyos barones, presos de la cobardía y “hartos –solo en privado- hasta la náusea”, acabarán pagando en sus territorios -como el resto de españoles- el destructor instinto de supervivencia de Pedro Sánchez.

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