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Madrid

Visitar el cementerio de la Almudena: la nueva apuesta turística

Esculturas de Lola y Antonio Flores en el cementerio de Nuestro Señora de la Almudena.

El 13 de septiembre de 1884 una epidemia de cólera asolaba Madrid. Pedro Relegado, un bebé de 14 meses, fallecía a causa de esta enfermedad y se convertía en el primer difunto enterrado en el cementerio de Nuestra Señora de la Almudena. Tras él llegaron otros muchos, siendo esta vasta epidemia la causante de la apertura precipitada del camposanto que este año cumple 134 años. 

"La Almudena es un trozo de la historia de España. Habla de nuestros científicos, políticos y personajes ilustres, pero también de la evolución de las distintas tendencias arquitectónicas que se han ido dando", expresa la responsable de Marketing, Raquel Blanco

Tumba más antigua del cementerio de Nuestra Señora de la Almudena.

Por ello y desde la empresa municipal de Servicios Funerarios y Cementerios de Madrid se ha decidido apostar por convertir a este lugar en una parada turística más. Desde este mes y hasta junio hay en marcha un proyecto piloto consistente en 64 visitas guiadas con las que dar a conocer "sus valores culturales, históricos y ambientales", aseguran.  Y por qué no. En multitud de países los cementerios forman parte de la visita turística a la ciudad de destino: Père Lachaise en París, Highgate de Londres o el antiguo cementerio judío de Praga. "En España no hay cultura de este tipo de turismo pero lo cierto es que la acogida ha sido abrumadora", cuenta Blanco. Las reservas hasta junio se agotaron en tan solo 72 horas. "En total van a ser 1.920 personas las que, de manera gratuita, recorrerán las calles de la Almudena", especifica.

Sepulturas relevantes

El cementerio, con una extensión de 120 hectáreas, está dividido en diferentes zonas. La parte más antigua es la llamada 'de las epidemias', pero principalmente se divide en dos: la parte católica y la civil "que no están juntas porque antiguamente la Iglesia no lo permitía", especifica la responsable. Las visitas guiadas ofrecen recorridos diversos por las partes más importantes. "Hay una visita general, que dura cuatro horas y cuenta la historia del cementerio. Empieza en los propileos de la entrada, pasa por la zona de epidemias, la de párvulos y la civil. Y en él se visitan sepulturas relevantes como la de Lola Flores y su hijo Antonio o la de los alcaldes de Madrid Alberto Aguilera y Enrique Tierno Galván", explica.  

Se trata de las tumbas que más interés despiertan entre el público. Sin embargo, el cementerio cuenta con otros muchos personajes destacados. Para no perder detalle de los mismos existen dos recorridos dedicados a personajes ilustres, de prácticamente dos hora de duración. En ellos se visita la sepultura del poeta Vicente Alexaindre, la inventora Concha Espina, el científico aeronáutico Juan de la Cierva, la filóloga y madre del Diccionario de uso del español María Moliner o el premio Nobel de Medicina Santiago Ramón y Cajal, entre muchos otros. 

La tradición de llevar flores a los muertos tiene su origen en el intento de mitigar el olor a podredumbre de los cuerpos inertes

La última apuesta es una visita guiada centrada en la arquitectura y botánica del lugar, en la que se recorren 3'3 kilómetros y se cuenta el significado de las plantas y árboles de la Almudena (cipreses, magnolios, cedros...) relacionado con la cultura funeraria. "Por qué se escogen unas plantas u otras para un cementerio o el significado de los colores de las flores es algo que se descubre en esta visita", refleja Blanco quien revela la tradición católica de llevar flores a los muertos. "El origen surge de la necesidad de mitigar el olor a podredumbre de los cuerpos inertes. Hoy en día ha derivado en un gesto de cariño hacia la persona fallecida", indica.

Sin embargo, no en todas las culturas es igual. En la judía no se ponen flores, se interpretan como algo que muere. En su lugar ponen piedras, "que es un material imperecedero", cuenta. Esta tradición también puede observarse en las visitas ya que dentro de la parte civil hay un cementerio hebreo. 

Desde el punto de vista arquitectónico lo más destacado es la capilla. Con distintas tendencias arquitectónicas, se erige como "uno de los pocos edificios modernistas que hay en Madrid", asegura. 

Camino de entrada a la capilla del cementerio de Nuestra Señora de la Almudena.

Además, la Almudena también encierra una bonita historia de amor de unos pekineses a su dueño. Cuentan que cuando murió, los perros desaparecieron y días después los encontraron a pie de sepultura. La hermana del fallecido, "enternecida por el amor que estos perritos mostraron por su dueño mandó a encargar una escultura que es conocida como la de los pekineses", relata.

Pese a que las entradas para las visitas están agotadas, Raquel Blanco indica que han puesto en marcha un sistema de listas de espera automatizado que se pone en funcionamiento en cuanto alguien cancela su reserva. 

 

 

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