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España

Pierden el cadáver de una mujer fallecida en Madrid y aparece incinerado en Jaén

Tanatorio de la Paz

“Han perdido el cadáver de mi hermana. A día de hoy no tengo nada. Si antes ya no vivía por el dolor, ahora imagínate cómo estamos”. Este es el lamento de J.C.F. Hace una semana se despidió para siempre de su hermana sobre una cama del hospital Ramón y Cajal de Madrid. Falleció por una parada cardiorespiratoria. Seis días después, siguen sin tener los restos mortales. Cuando acudió al tanatorio para incinerar el cuerpo, la instalación estaba cerrada. La explicación que le dan desde la aseguradora y la funeraria es que su hermana fue incinerada por error en una localidad de Jaén, pero él no se lo cree. 

Una negligencia, la mala suerte, el caos en tiempos del coronavirus o todo a la vez. Esta es la historia de un calvario que arranca la madrugada del jueves al viernes pasado. A las 4.32 de la madrugada, la doctora que le trataba certificó la muerte de la mujer. Con 60 años de edad, padecía una insuficiencia hepática previa. Este domingo era su cumpleaños. El fatal desenlace llegaba después de meses de internamiento hospitalario a la espera de un trasplante de hígado que nunca llegó. Como casi siempre, la familia no tiene ninguna queja respecto al trato de los sanitarios. Todo lo contrario. "Se merecen un aplauso", dice.

Los problemas llegaron después. J.C.F. llamó a la empresa aseguradora con la que su hermana tenía contratada la póliza que llevaba años pagando. Se trata de la empresa Ocaso, cuyos enlaces con la familia no han atendido las llamadas de Vozpópuli para ofrecer su versión de los hechos. La indicación que le dio el hermano de la fallecida es que querían incinerarla en el Tanatorio de La Paz, en Alcobendas al ser el más cercano. La familia no es natural de Madrid, pero no querían en estos momentos afrontar un viaje de vuelta al pueblo y preferían incinerar el cuerpo cuanto antes.

El tanatorio estaba cerrado

Ocaso se encargó de hablar con la empresa que gestiona el tanatorio, Parcesa. Su enlace con la familia tampoco ha atendido a las llamadas de este periódico. Uno de sus trabajadores acordó con la familia de la fallecida que la incineración se realizaría el domingo a las 21 horas. Llegaron a fijar incluso un límite de asistentes debido a las restricciones propias del estado de alarma. Primero se acordó un máximo de diez personas y luego se rebajó a cinco. Al final solo acudió el hermano y su esposa, pero a la hora y el día señalado, en el tanatorio no había nadie. Estaba cerrado.

Un agente de seguridad privada en la puerta les negó el acceso. Al explicarle la situación, accedió a llamar al coordinador del tanatorio y les permitieron la entrada. Lo que sigue son varios minutos de incertidumbre, llamadas, idas y venidas de los trabajadores funerarios hasta que en uno de ellos da la mala noticia a la familia: el cadáver no estaba y nadie sabía dónde se encontraba. Que debido al coronavirus cree que los restos mortales de su hermana se los han llevado a Jaén. Que con motivo del gran número de cadáveres en los últimos días se están derivando ataúdes a tanatorios de otras comunidades, según consta en la denuncia presentada. 

Vozpópuli ha podido hablar con los familiares de la fallecida y ha tenido acceso a la denuncia que presentaron en la comisaría de Policía Nacional de Alcobendas minutos antes de la medianoche del domingo. Según este relato, desde la empresa Ocaso “no daban crédito” cuando les llamó para informarles de que estaba en el tanatorio y lo que le decían es que los restos de su hermana estaban a más de 300 kilómetros de distancia. Se esforzó por dejar claro que no había muerto a causa del Covid-19. Enseñaban en vano el documento que acreditaba la muerte por insuficiencia hepática.

Sin certeza sobre el paradero

El denunciante exigió el cuerpo de su hermana de vuelta, hablar con un superior, llamó a la Policía para que acudiese al tanatorio. Insistía en ver a su hermana y darle su último adiós antes de la cremación. En el tanatorio seguían las idas y venidas y las llamadas entre responsables de Ocaso y Parcesa. Minutos después, el mismo coordinador con americana y corbata del tanatorio le comunicaba que su hermana ya había sido incinerada, pero tampoco le podían confirmar con certeza el paradero. 

Los hechos acabaron en el Juzgado de Instrucción número 4 de Alcobendas. Según informan fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, el Juzgado ha decretado el sobreseimiento al considerar que lo sucedido puede ser una negligencia, pero no aprecian ningún delito penal. Es decir, que no hay ningún artículo en el Código Penal que permita actuar contra ninguno de los implicados. Si acaso, informan las fuentes consultadas, la situación tendría recorrido por la vía civil y derivar en una indemnización.

Tras la noche del domingo en el tanatorio ha habido más comunicaciones entre la familia Ocaso. En una de ellas, les ofrecieron la devolución de toda la póliza pagada por la fallecida. Eso enfureció al hermano, que insistió en saber dónde está su hermana y cómo. La versión que le ofrecen es que fue incinerada finalmente en una localidad jienense llamada La Carolina, pero nadie sabe explicar por qué. De Parcesa también le han llamado para disculparse, pero a día de hoy sigue sin tener los restos mortales de su hermana.

Pide un informe de ADN

Él ya desconfía de todo y de todos. Quiere poder verificar que las cenizas que le entreguen son realmente de su hermana. Le prometen un certificado acreditativo, pero su hermano pide un estudio independiente de ADN. “Tengo un amigo que dice que se pueden guardar los dientes y que si bien no arrojan un resultado definitivo puede ayudar”, dice. Tras recurrir a varias personas en busca de respuestas, sospecha que el cadáver pudo haber seguido otro destino distinto al de Jaén. Cita las localidades de Mejorada del Campo, Oviedo y Segovia.

La familia prefiere que no trasciendan más datos porque de momento han optado por ocultar la situación al resto de allegados de la fallecida. “Hemos dicho que todavía no la han incinerado porque hemos preferido que se diese prioridad a los muertos por coronavirus”. De momento, lo único que tienen es  una copia de la denuncia, una hoja de reclamaciones y un auto desestimatorio en el que le dan la posibilidad de recurrir. “Alguien tendrá que vigilar el negocio de la muerte”, se queja.

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