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Inteligencia económica, los 'detectives empresariales' que necesita España

Inteligencia económica.

Semanas antes de las elecciones generales del 28 de abril, el think tank Artículo 30 organizó un debate en el que todos los partidos políticos, menos Podemos que faltó, se posicionaron sobre qué harían con el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) en caso de llegar a La Moncloa. Tema aparte de la adscripción a un ministerio u otro del organismo que maneja a los espías españoles, un experto en temas de La Casa aseguró a Vozpópuli que su futuro pasa por "menos terrorismo y más inteligencia económica”. Pero, ¿qué es esto último?

Lo primero a saber es que no sólo hay una única definición válida. "La inteligencia económica es combinar información con conocimiento experto que permita tomar decisiones a un empresario o al equipo directivo de una empresa", explica Silvia Arroyo, autora del libro Inteligencia competitiva. Una herramienta clave en la estrategia empresarial y profesora titular de Dirección Estratégica de la Universidad de Málaga.

En un mundo globalizado e hiperconectado, con la información al alcance de un click, las empresas necesitan de especialistas que sepan amasar todos esos datos y conocimientos y convertirlos en un plato comestible que guíe a los propietarios de las sociedades en el mejor camino.

Gabriel Cortina, director del think tank antes mencionado es tajante: "No es una actividad de espionaje ni de detectives privados. Se trata de una metodología que ayuda a tomar decisiones a los máximos responsables de las empresas", a lo que añade que los sectores donde más se utilizan son los "estratégicos (energía, comunicaciones, infraestructuras, banca...). También para fondos de inversión, porque les ayuda a tomar decisiones y comprender actores y escenarios.

No es una actividad de espionaje ni de detectives privados. Se trata de una metodología que ayuda a tomar decisiones a los máximos responsables de las empresas"

Francisco Marco cerró la empresa de detectives Método 3 en 2015 para a continuación dedicarse a la inteligencia económica. "Yo trabajo para los servicios jurídicos de grandes empresas que no cuentan con estos equipos de manera interna", dice a este periódico. Otras, muchas del Ibex35, sí que cuentan con este tipo de áreas implantadas en su seno. "Repsol, BBVA o el Santander son buenos ejemplos", puntualiza Cortina. "Para montar un equipo básico se necesita un investigador, un abogado y un económista", explica Marco. "Depende del sector donde tengas que monitorizar algo necesitarás a un experto u a otro. Por ejemplo, si quieres vigilar el desarrollo de un producto tecnológico tendrás que contar con un ingeniero o un informático", especifica Arroyo.

"Hay que conocer más allá de los datos asépticos y hacer un análisis que ayude a una a empresa a, por ejemplo, saber si alguien que tiene problemas económicos los tiene de manera puntual o es algo repetido en el tiempo". Arroyo va más allá: "Pongámonos en el caso de que una empresa quiere expandirse por Europa, pues la inteligencia competitiva (así se conoce en España en el caso de las empresas, aunque en otros países se usa únicamente el término económica) le ayuda a saber qué país es mejor, quiénes serán sus competidores ali, si debe asociarse con alguna empresa, qué puede sacar de allí...".

Cómo se trabaja

Pero, ¿cuáles son estos datos? ¿Cómo conseguirlos? La información que es susceptible de ser analizada en un informe de inteligencia económica es prácticamente toda. Desde el trabajo con patentes en el mundo farmacéutico hasta el diseño del próximo modelo de teléfono móvil de última generación. Las cuentas de una compañía presentadas en la última junta de accionistas o a nombre de quién está esa casa de la playa en la que veranea su CEO. Sobre la segunda pregunta, los entrevistados coinciden: la línea roja es la ley, y se trabaja con datos públicos. "Pero la ley no es igual en todos los países. En Estados Unidos, donde se lleva haciendo esto 30 años, puedes conocer los antecedentes penales de alguien, aquí es imposible", reflexiona Marco.

Durante la conversación, Arroyo utiliza en varias ocasiones las palabras "monitorizar" y "vigilar", de manera indiscriminada. "Es que el espionaje tiene muchas connotaciones negativas, y además suena a chapucero", a lo que añade que "además, es ilegal". Marco pone un ejemplo de lo que cómo los verbos empleados por la profesora se pueden poner en práctica: "Cuando eres analista, controlando las redes sociales de una empresa, los avances tecnológicos que se están haciendo en otros países, cómo comunican las cosas, sumado a otros datos, puedes intuir por dónde van a tirar su próximo producto", explica.

En la obtención de los datos también entre en juego la ética de cada uno, pero sin entrar en ilegalidades"

"En la obtención de los datos también entre en juego la ética de cada uno, pero sin entrar en ilegalidades",subraya la profesora de Málaga. ¿Cómo puede conjugarse esto? Un ejemplo se puede dar en una feria de empresas. Al acercarse al competidor uno puede presentarse como que trabaja para la empresa de enfrente o como un potencial cliente que le interesa saber qué va a sacar el contrincante. Es en esta faceta, en el manejo con fuentes personales directas y en información de los rivales para adelantarse a ellos, en las que gente cono Marco coinciden en que se puede hablar de 'detectives empresariales'.

Una vez obtenidos los datos se procede a su análisis, a su puesta en contexto. "El producto que sale de todo ese es la llamada 'inteligencia'", afirma Arroyo. "Y que quede muy claro, el analista nunca toma una decisión sobre qué hacer, eso queda en manos de los dueños de las empresas que los contratan". Aquí entran en juego los expertos en cada materia a los que la profesora y experta en la materia hacía referencia.

Por qué interesa a los Estados

Esta información arrancaba con el interés del CNI en implantar un sistema de estas características entre sus funciones. ¿Por qué le interesa a un Estado tener este tipo de información? Hay que saber que España no tiene un grupo de analistas trabajando para el Estado, no hay un sistema público que vele por los intereses de todas las compañías.

Respondiendo a la pregunta, a los Estados les interesa tener este plan porque, primero, la información es poder, siempre. Pero desde un punto de vista más altruista, puede explicarse con un ejemplo. En los últimos años, empresas españolas que pujaban por contratos importantes en países africanos se quedaron con la miel en los labios porque compañías francesas, donde la inteligencia económica se emplea desde hace años, supieron moverse mejor en el terreno. Es sólo un un planteamiento práctico de su utilidad.

El CNI, allá por 2004, intentó montar un departamento de inteligencia económica que finalmente quedó en nada. Durante la primera legislatura de Mariano Rajoy se hablaba, dentro del marco de un nuevo programa de seguridad nacional, de la idea de poner en marcha algo del estilo adscrito al Ministerio de Economía y Competitividad (por aquello de la terminología española), con Luis de Guindos al frente. Tampoco se llevó a cabo.

La inteligencia económica no ayudaría únicamente a empresas estratégicas, o relacionadas con los ministerios de Interior y Defensa

Arroyo junto a un compañero, Andrés Martínez, diseñaron un prototipo de sistema de inteligencia económica para España. Lo básico y principal es que fuese un plan transversal del que se pudiese beneficiar todo el mundo y que no dependiese de las decisiones de los políticos ni de sus nombramientos. "Uno de los problemas de España es que más del 90% de las empresas son PYMES que no cuentan con la capacidad económica para acceder a estos servicios, por eso necesitaríamos que el sistema fuese público". 

La inteligencia económica no ayudaría únicamente a empresas estratégicas, o relacionadas con los ministerios de Interior y Defensa ("si la información de estas compañías fuese robada, afectaría a todos los españoles") a desarrollar mejor sus negocios. Las pequeñas y medianas empresas también se beneficiarían. Incluso las que acaban de nacer, las conocidas como startups. 

En el Parque Tecnológico de Málaga (PTA) funciona una incubadora de estas nuevas compañías, de índole tecnológica en gran parte. "Es normal que funcionarios extranjeros se acerquen hasta ellas y les ofrezcan financiación y más facilidades que aquí para que desarrollen sus productos a cambio de quedarse con las patentes. Países como Estados Unidos tienen muy marcadas las líneas donde quieren mejorar y apuestan por estas técnicas. Y en España es fácil con las malas condiciones que tienen nuestros investigadores". Un sistema de inteligencia económica también tendría beneficios para todo el país ahí, en detectar el talento nacional y retenerlo para el beneficio de todos.

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