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Cataluña

Fracaso del independentismo en el 1-O: sólo reúne a 11.000 personas en su gran marcha

Cinco años después del referéndum ilegal, los principales partidos independentistas conmemoran la fecha más divididos que nunca

Concentración del independentismo hoy sábado en el Arc de Triomf de Barcelona para conmemorar el quinto aniversario del referéndum del 1-O. EFE

El independentismo catalán atrae a menos público que un Rayo-Valencia. El quinto aniversario del 1-O solo ha tenido 11.000 asistentes, según la Guardia Urbana, en una concentración celebrada en el Arco del Triunfo de Barcelona. Con estas cifras, se cumplen las pobres expectativas que ya se venían masticando a lo largo de la semana. Los motivos, principalmente, son dos: la crisis actual que vive el Govern y la división que exhiben las distintas formaciones que apoyan la independencia.

Esa tensión se ha vivido también durante la concentración, con pitos, abucheos e insultos a Carme Forcadell, la que fuera presidenta del Parlament durante aquel 1 de octubre de 2017. Aunque también ha recibido algún aplauso, la política ha sido tildada de 'traidora' al movimiento independentista. El mismo trato ha recibido Marta Rovira cuando ha sido citada por los presentadores. Los gritos de 'Govern dimisión' también se han escuchado durante todo el acto.

Carles Puigdemont, sin embargo, ha recibido un trato distinto. El expresidente de la Generalitat ha sido ovacionado por los asistentes y con consignas como 'Puidgemont presidente'. El acto, que ha arrancado a las 17.14 horas, ha concluido con su intervención vía videollamada.

El acto ha comenzado a las 17.14 horas, y ha intervenido la expresidenta del Parlament Carme Forcadell, seguida de las organizaciones convocantes, con clausura del expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont.

Hace cinco años, las cosas eran distintas: el 1 de octubre de 2017 fue una jornada repleta de tensión, con un independentismo sacando las urnas a la calle pese a no contar con la aprobación del Gobierno y sin cumplir unas normas básicas de transparencia democrática. Aquel día sentó la base de dos momentos históricos: la declaración unilateral de independencia por parte de Puigdemont el 10 de octubre y después, la aplicación del artículo 155 de la Constitución para quitarle a Cataluña su autonomía durante siete meses.

Desde aquel día, el independentismo ha ido perdiendo fuerza con el paso del tiempo a base de inestabilidad política y división entre los partidos que antes parecían buscar el mismo objetivo. Las heridas están frescas: aún escuece el choque entre ERC y Junts por el cese de Jordi Puigneró como vicepresidente por decisión de Pere Aragonés. El líder del Govern le señala de no haberle informado de que Junts le sometería a una cuestión de confianza.

Es más, después del 1-O, la tensión seguirá presente: la cúpula de Junts asegura que ERC está incumpliendo varios puntos del pacto de gobierno y anuncia que desea sentarse a negociar con Aragonès. El partido amenaza incluso con salir del Ejecutivo: si el presidente no acepta las condiciones de Junts, el partido dejará en manos de las bases la decisión de continuar o no en el gobierno.

Es uno de los capítulos finales de una división que se lleva fraguando desde aquel 1 de octubre de 2017 y que se ha reflejado en una pobre asistencia al aniversario. Mientras ERC, Junts y la CUP presentaban un proyecto independentista común -aunque con sus diferencias ideológicas-, ahora cada partido plantea una mecánica distinta para lograr que Cataluña sea un país. Por otro lado, dos actores clave en aquel entonces como Òmnium y la ANC siguen vivos, aunque en caminos distintos.

Esa división la puso de manifiesto el propio Pere Aragonès, que no estuvo presente en la manifestación de la ANC durante la Diada del pasado 11 de septiembre, así como ningún representante de ERC, algo impensable hace cinco años. En este 1-O sí ha existido reunión para el acto conmemorativo entre los partidos bajo el lema 'Defendamos el 1-O. Ganemos la independencia', aunque con cierta distancia y frialdad.

El independentismo ha enaltecido una "victoria" que cada vez menos gente recuerda como tal frente a la "represión" del Estado durante la concentración. La propia ANC señaló en la previa que los actos del día son "una conmemoración y no una celebración" porque Cataluña no consiguió la independencia, en palabras de Dolors Feliu, líder de la asamblea. La ANC, para 'calentar', ha levantado ante la Generalitat un muro de urnas que se usaron para votar el 1-0 para simbolizar "el distanciamiento entre la gente que votó el 1-O y las instituciones".

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  • P
    Pico pato

    A la cárcel a la banda de Alibaba y los 40

  • R
    Ratwulf

    Yo no me fiaría ni un pelo de los golpistas y menos con Sánchez en la Moncloa.

  • S
    S.Johnson

    "Alejo Vidal-Quadras considera a Junts “un grupo de enajenados que requieren tratamiento médico” y reconoce a ERC “una cierta racionalidad aún”. Tal es así, que cree que “ERC se dio cuenta el 1-O de que la independencia de Cataluña es imposible y no se producirá nunca ni con un gobierno como el que padecemos con Sánchez aliado con ellos ni con un gobierno parecido al de Rajoy y mucho menos -añade- con un gobierno medianamente decente”. Y cita a Gabriel Rufián: “Por eso, Rufián ha reconocido que no midieron bien la fuerza del estado”.