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Hesham Shashaa, el imán de las dos caras, queda libre a la espera de sentencia

Hesham Shashaa durante el juicio en la Audiencia Nacional

Juzgado por ser del Estado Islámico después de tres años y medio en prisión preventiva y al mismo tiempo enemigo señalado por la propaganda oficial de Daesh. Acusado de adoctrinar y a la vez colaborador en prisión con las autoridades antiterroristas. Elogiado en The New York Times por pacifista, pero repudiado por uno de sus muchos hijos, que le tacha de radical. Estas son las dudas que han envuelto desde el principio la figura de Hesham Sashaa, un imán con dos caras de pasado incierto que está desde hace días en libertad a la espera de sentencia.

Según informan varias fuentes de la lucha antiterrorista, Hesham Shashaa salió la semana pasada de la cárcel. Desde entonces se encuentra en Alicante, el lugar en el que fue detenido por la Policía Nacional en abril de 2017. Es un líder espiritual de nacionalidad egipcia y 49 años de edad, aunque presenta un aspecto avejentado con una larga barba. Vivía en el municipio de Teulada en una casa mansión en el campo junto a sus 25 hijos y varias esposas. Según dijo, recibía 400.000 euros anuales del Gobierno de Dubai. El colegio británico al que iban sus hijos le costaba hasta 180.000 euros al año. Las fuentes consultadas afirman que si el propio tribunal que le ha juzgado le ha dejado libre antes de dar a conocer la sentencia todo apunta a que no va a ser condenado a más tiempo del que ya ha pasado preso. 

El Ministerio del Interior que entonces dirigía Juan Ignacio Zoido anunció la noticia de su detención con el siguiente titular: “La Policía Nacional detiene en Teulada (Alicante) a un hombre por su integración en la organización terrorista DAESH”. Tan solo unas semanas después el grupo terrorista al que presuntamente pertenecía le amenazaba de muerte. Fue en las páginas de la revista Rumiya, el órgano de comunicación oficial del Califato en aquellos tiempos. Mostraban la foto de Hesham Shashaa junto a una pistola y varias balas ensangrentadas. “Matar a los imanes de los infieles”, decía la revista.

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Tanto en cartas manuscritas desde la cárcel como en su declaración tras su arresto a la que tuvo acceso este periódico, dijo haber tenido contacto con el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) ante el que se ofreció a colaborar o incluso a dar su vida por España. Fuentes de la lucha antiterrorista indican que en la cárcel no ha desarrollado un perfil radical en todo este tiempo, sino más bien se ha mostrado colaborador con las autoridades que monitorizan el radicalismo en los centros penitenciarios.

El juicio contra él quedó visto para sentencia el pasado 30 de octubre en la Sección Primera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional. La Fiscalía pide para él nueve años de prisión por un presunto delito de pertenencia a organización terrorista. Le acusa de extender un ideario radical islámico y usar su casa de Teulada como refugio para otros radicales del Estado Islámico retornados de Siria o Irak.

Pinchazos telefónicos

En las pesquisas policiales consta al menos el caso de un joven alemán radicalizado al que Sashaa acogió en su casa y le matriculó en el mismo colegio británico al que iban sus hijos. En la causa también constan pinchazos telefónicos en los que aconseja a otras personas alejarse de los postulados radicales. "Piensa lo bien que te hizo estar en la mezquita donde te vacuné contra esos pensamientos y ahora ya no te pueden manipular", le dijo a una chica de Alemania llamada Amar. “En una conversación mantenida el 26 de octubre de 2016”, Shashaa escucha cómo otro hombre lamenta las reticencias de su mujer para que tuviera una segunda esposa. Y el imán le aconsejó que comprara a una mujer en Marruecos.

La fiscal Teresa Sandoval introdujo unas modificaciones planteando dos condenas alternativas: la primera, siete años de cárcel como autor de un delito de captación y adoctrinamiento pasivo terrorista; y la segunda, cuatro años de prisión si el tribunal estima que el imán es autor sólo del delito de adoctrinamiento terrorista. El escrito de acusación explica que dentro del organigrama de la organización, Shashaa sería un miembro asentado lejos de zonas de conflicto para poder acceder a las diferentes comunidades musulmanas que habitan en Europa.

Con esta foto ilustró The New York Times su reportaje sobre Shashaa

El Ministerio Público se remonta a las actividades del acusado antes de su llegada a España en 2011, en especial su paso por Rumanía, donde le fue concedido el estatuto de refugiado en 1996 y donde se casó tras obtener el divorcio de su mujer jordana. Fue expulsado de Rumanía por formar parte de un grupo que buscaba la captación de jóvenes para enviarlos a entrenamientos a Afganistán y por actividades de espionaje.

Tras su expulsión -hecho que el acusado negó alegando que se marchó porque su vida corría peligro- llegó a Alemania en 2000, donde según la fiscal fue procurándose un currículum que le ayudó a ir progresando en la jerarquía islámica. Para ello acudió a la mezquita de Darul Quran en Munich, donde comenzó a labrarse un nombre como imán, concedía entrevistas televisivas, se casó con tres mujeres y se le relacionaba con personas de gran poder económico de Emiratos Árabes y Arabia Saudí. 

En su investigación la Policía Nacional cita un informe de la Oficina Federal de Protección de la Constitución de ese país en el que clasifica a la mezquita de Munich en la que predicaba como "susceptible de usar la violencia". De sus actividades en el país germano derivan las amenazas difundidas por Daesh contra él. Al mismo tiempo, la presión policial que despertaron sus actividades le obligaron a viajar a España, donde comenzó a invertir dinero en mezquitas como las de Almoradí, Teulada o Calpe (Alicante) y Torrente en Valencia.

Amenazas contra Shashaa difundidas por la propaganda oficial de Daesh

Entre las actividades ilícitas cometidas por Shashaa en España, la Fiscalía cita su aparición en mezquitas actuando como "un gran sheikh" (jeque), participando en conferencias laudatorias de los grupos terroristas y extendiendo un ideario islamista radical. Gran parte de la acusación contra el imán pivota en su actividad de compra y financiación de mezquitas, no solo en España sino también en el resto de Europa, disponiendo de grandes medios económicos para ello.

Recibió además según la investigación elevadas sumas de dinero que le permitían mantener un elevado nivel de vida en España y que procederían de Alemania y de Emiratos Árabes. En este último caso parte del dinero provendría, por un lado, de la fundación Al Maktoum, que habría realizado aportaciones mensuales; mientras que desde Alemania destacarían dos cauces, la asociación islámica Darul Qurán y la Notaría Nietzsche.

Shashaa lo niega todo. Dice que llegó a España en 2011 con el objetivo de "combatir el terrorismo" y alega que tiene una formación académica adecuada para ello, al contrario de la mayoría de los imanes residentes en Europa, según sus declaraciones ante el tribunal recogidas por Europa Press: "Llevo toda la vida dedicado a la lucha antiterrorista, desradicalización y gestiones sociales muy importantes", afirmó al inicio de su interrogatorio, señalando que tras el atentado del 11 de marzo en Madrid, decidió venir a España para "contribuir en esta lucha para prevenir que otros ataques pasaran en España".

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