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La Guardia Civil advierte del auge de las criptomonedas como 'lavaderos' del narco

Los especialistas informáticos del instituto armado estrechan el cerco a los delincuentes que utilizan las divisas virtuales para lavar el dinero del narcotráfico en España y Sudamérica

OP de la Guardia Civil de criptomonedas contra blanqueo de dinero.

Cuatro años han pasado desde que la Guardia Civil realizara la primera operación contra el blanqueo de capitales a través de criptomonedas. 'Tulipán Blanca' fue el nombre de ese dispositivo con el que comenzó todo. Fue un aprendizaje para los investigadores que a día de hoy siguen perfeccionando porque estas divisas son cada vez más utilizadas por organizaciones criminales.

Desde 'Tulipán Blanca' hasta 'Mauna', la última de la que hemos tenido conocimiento esta semana, los criminales han mejorado sus métodos. Sin embargo, los investigadores no se quedan atrás y también han incrementado su audacia. "Ya resulta raro la investigación en la que no hay participación de criptomonedas", señalan a Vozpópuli los responsables del Grupo de Blanqueo de Capitales de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil.

Sin embargo, con "esfuerzo y experiencias" este grupo del instituto armado ha conseguido finalizar con éxito sus últimas operaciones y atrapar a los responsables de blanquear el dinero de narcotraficantes.

El auge de las criptomonedas, hay miles de tipos diferentes, también supone un 'escondite' perfecto para las organizaciones. Y es que estos grupos utilizan el anonimato de internet para poder enriquecerse, aún más.

Los investigadores explican a Vozpópuli que el blanqueo de capitales consta de varias fases. Primero se hacen con el dinero ilícito, después lo desvinculan de la actividad criminal y finalmente se lo gastan. En la fase intermedia es donde entra en juego las criptomonedas.

Estas divisas virtuales suponen un "cortafuegos" a la trazabilidad de los fondos y dificultan las pesquisas de los agentes. Porque en el mundo real es fácil seguir el rastro del dinero pero en el virtual la trazabilidad es sumamente complicada. Y se complica aún más ya que estas organizaciones utilizan intercambiadores de monedas en países como China o Hong Kong, que en algunas ocasiones no colaboran con las investigaciones.

Más control de los clientes de estas divisas

Para afrontar todas estas dificultades la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ha unido con "éxito" a los investigadores de los Delitos Telemáticos, de Blanqueo de Capitales y también a los responsables de Inteligencia. Todos trabajan codo con codo para seguir el rastro que dejan los clientes de las criptomonedas. En muchas ocasiones son narcotraficantes que tienen su origen en Sudamérica pero también hay delincuentes del territorio nacional.

A pesar de todas estas trabas con las que cuentan en sus investigaciones, los responsables reconocen que se han producidos algunos avances normativos en la regulación de las divisas virtuales. Porque en teoría los clientes de este negocio están obligados a identificarse, con métodos cada vez más ingeniosos para que no se suplanten identidades. En algunas ocasiones los clientes tienen que darse de alta adjuntando una foto de su cara con su documento de identificación.

En este caso el problema es que en un mundo globalizado no todos los países tienen el mismo marco normativo y han regulado estos productos. "O se actúa a nivel mundial o al final las empresas se adaptarán y se instalarán a otros territorios donde tienen facilidades", advierten. Y es que el "grifo" de las criptomonedas no se puede cerrar.

Desde que los agentes del instituto armado se introdujeron en el mundo del blanqueo de capitales a través de las criptomonedas han conseguido incautar más de diez millones de euros. Además, han sido arrestadas cerca de una veintena de personas que trabajaban y se lucraban con este tipo de hechos delictivos. Todos ellos cobraban comisiones por blanquear el dinero de las organizaciones criminales. A pesar de todos estos datos, el 'lavado' de dinero por los métodos tradicionales, compra de bienes, aún supera ampliamente al de los delincuentes en el mundo virtual.

Técnicos informáticos y expertos

El último golpe a estos 'lavaderos virtuales' se ha denominado 'Mauna' y ha supuesto la detención de siete personas en Madrid y una en Valladolid. Para desarrollarla la Guardia Civil ha contado con la colaboración de Europol y la policía colombiana. La investigación comenzó en octubre de 2020 gracias a una información de la DEA -administración de control de drogas- de Estados Unidos.

Esta red llegó a convertirse en un propio suministrador de criptodivisas que utilizaba como principal modo de blanqueo de dinero. Además, llevaban a cabo una estafa masiva de estas monedas digitales. Los bienes incautados, obtenidos de forma ilícita, tienen un valor de un millón de euros. También se han aprehendido de 300.000 euros en metálico y "monederos" de criptomonedas en pendrives.

Todos los miembros de esta organización tenían perfiles técnicos en el ámbito de las divisas virtuales y también había expertos que controlaban el complejo entramado financiero a escala internacional. De inicio estas operaciones de blanqueo las llevaba a cabo un número reducido de personas vinculadas al narcotráfico, que se fue incrementando hasta convertirse en un referente al que se dirigía el dinero de distintos grupos delictivos asentados en España. Tenían hasta un local comercial en Madrid desde donde realizaban los negocios.

Víctimas: ancianos y personas con pocos recursos

La red logró convertirse en su propio suministrador de criptodivisas. Cometieron estafas en España que alcanzaban cuantías de varios cientos de miles de euros. Para evitar la habitual fluctuación en el valor de la criptomoneda, los investigados la convertían en una "stable coin" (moneda estable), un tipo sujeto al valor de referencia del dólar estadounidense.

Una vez que la banda disponía de una gran cantidad de estos activos digitales ofrecía a terceras organizaciones la posibilidad de intercambiarlos por dinero en efectivo fruto de sus actividades delictivas. Las víctimas, de las que se jactaban los detenidos, eran personas con dificultades económicas o incluso de avanzada edad.

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