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Una fragata española escolta en Somalia a un barco humanitario para protegerlo de los piratas

Efectivos de la fragata Santa María en su despliegue en la Operación Atalanta

Las aguas del Índico siguen siendo área amenazada por la piratería. Y la irrupción del coronavirus ha disparado las alertas, habida cuenta que la pandemia ha retrasado la incorporación de los equipos de seguridad militar a bordo de los buques del Banco Mundial de Alimentos. Para paliar esa carencia y evitar el ataque de los criminales, la fragata española Santa María ha escoltado a una de estas embarcaciones durante su tránsito por el Golfo de Adén hasta su puerto de Yibuti, zona caliente por el extenso historial de piratería y secuestros.

La maniobra ha tenido lugar en el marco de la Operación Atalanta de la Unión Europea, destinada a luchar contra la criminalidad que en los últimos tiempos asola las aguas que bañan las costas de Somalia. España ha sufrido de forma directa las consecuencias de la piratería, con los secuestros de los atuneros Alakrana y Playa de Bakio. El despliegue militar que la Armada mantiene en la zona se ha complicado a partir de la pandemia, después de que los puertos africanos extremasen las medidas sanitarias en los puertos en los que habitualmente atracan los buques.

El tránsito en escolta de la Santa María comenzó a 80 millas náuticas al sur de Socotra, una isla yemení del tamaño aproximado al de Mallorca que se ubica cerca del cuerno de África. La fragata española se encontró en este punto con el buque mercante Juist del Banco Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés), cargado de provisiones destinadas a paliar las carencias más básicas en algunos de los países de la región. Al operativo se sumó un avión del Ejército del Aire desplegado en Yibuti.

Retrasos por el coronavirus

Según el Estado Mayor de la Defensa (EMAD), la seguridad de estos buques corre a cargo desde hace unos años de “equipos de seguridad militares embarcados en los propios buques del WFP”. Pero la crisis del coronavirus ha ralentizado su incorporación a los buques y el mando de la Operación Atalanta optó por desplegar la fragata Santa María para escoltar al barco.

Así, la fragata española y el buque Juist realizaron su trayecto por una región que históricamente ha estado infestada de piratas y criminales. Los dos barcos llegaron el pasado 25 de junio hasta aguas seguras de Yibuti.

La Operación Atalanta cuenta con dos cuarteles que dirigen el despliegue: uno sobre tierra y permanente, que tras el brexit se trasladó desde Northwood (Reino Unido) hasta Rota (Cádiz); y otro sobre el propio mar Índico, que de forma rotatoria recae en los diferentes buques que la Unión Europea mantiene sobre la zona. España, con la fragata Numancia, también ostenta la responsabilidad de éste último desde hace unas semanas.

Medidas sanitarias en puertos

La falta de equipos militares a bordo de los buques del WFP no es el único contratiempo que ha sufrido la Operación Atalanta tras la irrupción del coronavirus. Fuentes del EMAD consultadas por Vozpópuli detallan que los puertos africanos en los que habitualmente atracan los buques españoles han extremado las medidas de seguridad para minimizar el riesgo de contagio.

“La evolución de la pandemia ha sido diferente y cada país ha tomado las medidas que sus respectivos gobiernos han considerado oportunas en materia de prevención y control de la pandemia -detallan estas fuentes-. Estas medidas afectan tanto de la población del propio país como de los visitantes, incluyendo a las dotaciones de nuestros buques”. Y añaden que “sería muy complicado atender un brote a bordo por haber un contagiado en puerto”.

El pasado 18 de marzo, el Ministerio de Defensa confirmó que uno de los militares españoles que aguardaban en Yibuti para incorporarse a la misión había dado positivo por coronavirus. Él y su equipo -un total de 22 personas- fueron repatriados a España mediante un avión del Ejército del Aire, donde cumplieron la preceptiva cuarentena.

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