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España

Aguirre a la fuga: multita, bromita y... ¿finiquito?

La presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre.

Bromas, chistes, fotomontajes, parodias... El incidente de tráfico de la plaza de Callao protagonizado este jueves por Esperanza Aguirre, uno de los 'animales políticos' más mediáticos de nuestro país, puso a las redes incandescentes. Tuiteos de brocha gorda más que de ironía fina. #AguirreAlafuga fue el hashtag que se situó, a las pocas horas del suceso, en trending topic mundial. Tras una semana muy dura, con ecos del funeral de Suárez, Bolinagas, Urbanos e inmigrantes colgados de la verja, bien viene la expresidenta de Madrid para hacer unas bromas. Fue siempre entretenimiento favorito de la izquierda. Desde "Sara-Mago" a los calcetines de Bombay.

Los episodios ya están perfectamente descritos por las dos partes. Unos agentes de movilidad, cuya función ha de limitarse a "vigilar y controlar el tráfico", según sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid de 2010, indentificaron, multaron y, en número de seis, retuvieron algunos minutos más de lo ordinario a la infractora. Un número similar de agentes y policías municipales la siguieron luego hasta su casa para presentarle en mano la denuncia.

Crisis de ansiedad

La versión de Aguirre, aderezada con improperios supinos a los agentes del cuerpo especial de tráfico urbano creado por su enemigo Alberto Ruiz-Gallardón cuando era alcalde de Madrid, resultaba vehemente. "Machismo" y "prepotencia" fueron calificativos con los que la líder del PP madrileño calificó luego, en los medios, la acción de los uniformados. Descalificaciones que muchos madrileños/as suscriben, a la vista de las encuestas urgentes de los medios de internet. "Multita y bromita, ¿no?", les espetó Aguirre al advertir cómo se arremolinaban junto a su coche particular, sin chófer ni guardaespaldas. "Querían hacerme una foto, para salir en la portada del Herald Tribune", añadió. Uno de los agentes, con cinco años de experiencia y campeón gremial en lances internacionales de kárate, según se ha publicado, presentó un parte médico por 'crisis de ansiedad' (sic). ¿Demasiada Aguirre para tal autoridad? La versión del parte oficial, por supuesto, difiere enormomente de ésta. La expresidenta no aguardó a que concluyera el atestado y se dio a la fuga, llevándose por delante la motocicleta de uno de los guardias. A partir de ahí, que cada cual extraiga sus consecuencias. Quizás, incluso un juez.

Una dirigente política de semejante trayectoria, nivel y conocimiento público no debió estacionar en prohibido ni abandonar la zona sin despedirse amablemente de la autoridad, por más antipática que ésta sea. Un mero incidente de tráfico, una infracción administrativa (raro que deriven en algo más, dicen los expertos) puede acarrear consecuencias políticas indeseadas.

Almuerzo con uñas

El hormiguero del PP en Madrid está en plena incandescencia. Esta semana almorzaban dos entrañables enemigas, Ana Botella, alcaldesa de Madrid y Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno, para calmar las aguas y fumar la pipa de la paz. Demasiada fricción institucional en torno a los episodios salvajes de la manifestación de la 'dignidad', con decenas de policías heridos de por medio. Botella medita si quiere renovar su mandato. Cifuentes aspira a todo. El choque era inevitable. Y Aguirre, la tercera dama en discordia, tropieza torpemente en un cable fácilmente evitable.

Madrid está en juego. Las encuestas no son muy favorables para el PP. Tampoco desastrosas. Hasta el incidente de Callao, la gran favorita era la expresidenta, una apuesta segura, un tirón demoscópico hasta ahora, imbatible.

Igual para todos

Sus enemigos mediáticos se han puesto las botas. Sus enemigos políticos se han frotado las manos. Pero en su partido se ha mantenido un prudente silencio público. La alcaldesa, lógicamente, salió en defensa de los suyos al asegurar el viernes en el cónclave de su partido en Valencia que "la ley es igual para todos y las declaraciones de los agentes de la autoridad tienen presunción de veracidad". Lo previsto.

Pero las palabras más escrutadas y analizadas fueron las de la vicepresidenta durante el Consejo de Ministros. Se le preguntaba a Gallardón por el episodio, en su condición de exalcalde y titular de Justicia. Sáenz de Santamaría no le dejó hablar. Respodió tajante, con la meditada frase: "Hay un procedimiento abierto, la ley es igual para todos y habrá que esclarecer hechos y responsabilidades".

La coincidencia en los términos de "la ley es igual para todos" con lo dicho por Botella ha provocado conclusiones quizás aventuradas. Es decir, Soraya se ponía del lado de la alcaldesa contra Esperanza. Pero al no permitir responder a Gallardón, la lectura, al menos desde una de las familias en pugna, era bien distinta. "Gallardón habría sido menos complaciente y quizás menos neutral", te dicen.

Hay quien ha enterrado ya desde titulares estentóreos e interesados la carrera política de la expresidenta, quien, no se olvide, hace ya tiempo anunció que daba un paso al costado para retirarse de la primera línea de la política. Lo que nunca ha sido cierto, como cabía esperar. No cabe duda de que, quien mejor librado queda en todo este vodevil es Ignacio González, sin hacer un ruido en su presidencia, bien visto en Génova y con excelentes puentes y mediadores tendidos hacia Moncloa.

El estilo de Mariano Rajoy es no concederle demasiada importancia a estos traspiés, por más ruidosos y extemporáneos que resulten. Más grave es el caso de Ana Mato y su Jaguar y sigue de ministra. Aunque, ciertamente, es amiga del presidente. Pero si la 'batalla de Madrid' se pone peliaguda para el PP y corre riesgo la posibilidad de seguir gobernando, Rajoy no tendrá ningún problema para convocar a Esperanza Aguirre a una nueva batalla por las urnas. Aunque no sea su amiga. Aunque ni siquiera la aprecie. Aunque le irrite enormemente. Aunque se lleve las motos por delante después de aparcar indebidamente, por más disculpas que luego pida. Sáenz de Santamaría dijo lo que se espera del Gobierno. Otra cosa es lo que se espera de las urnas. Falta aún mucho tiempo para lar urnas autonómicas y municipales. "Sin precipitacioes", en el mejor estilo marianista. Al final, Arriola ya sugerirá lo que conviene.

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