La ley de amnistía está causando una brecha irreparable en la sociedad española. El afán de Pedro Sánchez por seguir en Moncloa le va a llevar a pagar un peaje demasiado caro. El perdón a los políticos independentistas que idearon el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017 es solo el primer paso de una larga lista de cesiones que el Ejecutivo en funciones está realizando.
Amnistía al margen, que ahora debe incluir al clan Pujol, está la exigencia de ERC y Junts de traspasar a la Generalitat la supervisión y vigilancia de la Fundación La Caixa, que ahora depende del Ministerio de Economía, según informamos en Vozpópuli.
Pues bien, estas concesiones al separatismo están pasando factura al PSOE, a nivel nacional y en su propia base de votantes. Según publicó una encuesta de Metroscopia, seis de cada diez españoles continúan rechazando hoy la eventual ley de amnistía.
El anuncio de Pedro Sánchez en el Comité Federal del PSOE y el inicio de los acuerdos con otros partidos para alcanzar la investidura, no parecen haber modificado, de manera sustancial, el equilibrio de posiciones a favor y en contra, tampoco entre los votantes socialistas: cuatro de cada diez de ellos siguen manifestando su rechazo.
En los dos últimos meses, el único cambio de opinión sobre este asunto se ha producido entre el electorado de izquierdas: un 20% de sus votantes ha pasado de estar en contra a apoyar la medida. En la actualidad, el 52% de los votantes del PSOE y Sumar se muestran a favor de la amnistía, frente a un contrario 38%.
La incomodidad política de la izquierda, derivada de los pactos de investidura, parece oscilar en la franja del 30% al 40% de sus votantes. En Cataluña la ciudadanía continúa hoy dividida casi por mitades (49% a favor, 44% en contra). El apoyo a la amnistía durante las últimas semanas ha sido allí siempre superior al rechazo, fluctuando ligeramente por encima del 50%.
Y tras la amnistía, referéndum. Ocho de cada diez españoles, también catalanes, piensan que, pactada ya una ley de amnistía, los independentistas reclamarán la celebración de un referéndum. Este consenso de expectativas viene acompañado de la división acerca de la probabilidad de que pueda llevarse a cabo finalmente: el 47% de los españoles considera probable la consulta, frente al equivalente 46% que la ve improbable.
Expectativa y probabilidad de referéndum sobre la situación en Cataluña dan lugar a lo que podemos denominar una paradoja refrendataria: donde más presente está el debate, menos factible parece su celebración. Así, en Cataluña el 61% considera improbable una consulta en el futuro próximo, 17 puntos más que en el resto de España.