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España

Un documento confidencial recoge la participación de España en las torturas de la ESMA

La Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA)

Un documento confidencial de la Armada Argentina recoge la presencia española en la Escuela de de Mecánica de la Armada (ESMA), el principal centro de detención y tortura habilitado en Buenos Aires por la dictadura militar (1976-1983). Se calcula que en ese lugar pasaron cerca de 5.000 secuestrados, muchos de ellos fueron asesinados.

El informe confidencial al que ha tenido acceso Vozpópuli lleva la firma del exmilitar argentino, Adolfo Scilingo, condenado a 1.084 años de cárcel en España donde sigue preso por su participación en los llamados vuelos de la muerte. Así se conocía a la práctica de drogar a los secuestrados, subirlos en aviones, desnudarlos y lanzarlos con vida al mar. 

Scilingo ha dado su autorización a este periódico para hacer público el documento en el que él mismo informaba a su superior de la presencia en la ESMA de una persona que decía pertenecer a la Armada Española. Le describía como “muy locuaz, de claro acento español, que se presentó como ‘El Gallego’, dijo pertenecer a la Armada Española y enviado personal del Rey de España para colaborar en la Lucha contra la Subversión (L.C.S.) por su experiencia contra ETA”.

Extracto del documento confidencial de la Armada Argentina

Esa persona -a la que el documento no identifica- estaba acompañada de otra persona que permaneció en silencio. Los vio en el Taller de Electricidad del complejo de la Armada. Ambos iban vestidos de civiles y acompañaban al Jefe de Operaciones del Grupo de Tareas 3.3.2, el más activo dentro de la ESMA.

En ese momento Scilingo era teniente de Navío, el escrito iba dirigido al Jefe del Departamento de Ingeniería, el capitán de Fragata, Guillermo Bayá, y el objetivo del mismo era en realidad informar de que el Grupo de Tareas le había pedido el repuesto de una pieza. Lleva la fecha del 23 de agosto de 1977. Scilingo ya llevaba meses destinado en la ESMA, según la sentencia española que le condenó por asesinar a 30 personas en dos vuelos de la muerte, uno de ellos en junio y el otro durante ese mismo mes de agosto.

Quedaban todavía 20 años para que Scilingo llegase a España con intención de contar las prácticas de tortura y acabase condenado por ello. Nunca hasta ahora había visto la luz este documento, que se suma a la información aportada en su día por una de las víctimas de la ESMA llamada Víctor Melchor Basterra.

El Archivo Basterra

No era un secuestrado cualquiera, sino que pasó cuatro años preso en los que, en su condición de fotógrafo, era obligado por los militares a sacarles fotos para confeccionar documentos falsos con los que moverse luego por el extranjero. La víctima logró esconder los negativos de muchos de ellos y de ahí salió años después el Archivo Basterra que permitió identificar a muchos responsables de las torturas.

Según informó Europa Press, Basterra estuvo en España a finales de 1997 para declarar en la Audiencia Nacional ante el juez Baltasar Garzón. El magistrado investigaba los crímenes de la dictadura argentina por la desaparición de cientos de españoles. Basterra le dijo que durante tres meses estuvo en la ESMA un miembro de la Armada Española, quien también colaboró en los secuestros de la población.

Información sobre la declaración de Basterra

En su caso, Basterra le dio al juez el nombre del militar español en cuestión, llamado Cristóbal Gil y Gil, y le explicó que su presencia allí tenía que ver con un convenio de colaboración entre la Armada española y la argentina. Los medios locales de la época -hace ahora más de dos décadas- ubicaban a este militar español en la ESMA en 1981 por lo que la persona de la que hablaba Scilingo cuatro años antes tenía que ser otro español.

Según El País, Cristobal Gil y Gil perteneció hasta octubre de 1976 al Servicio Central de Documentación de la Presidencia del Gobierno (Seced), el servicio secreto del almirante Carrero Blanco, origen de lo que después sería el servicio secreto, primero bajo la denominación de CESID (Centro Superior de Información de la Defensa) y hoy Centro Nacional de Inteligencia (CNI). En su declaración ante el juez Garzón Gil y Gil admitió haber estado allí, pero alegó desconocer que en Argentina se estuviesen llevando a cabo acciones de secuestro y tortura.

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