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España

La desaparición del núcleo fundador de Podemos asoma a la marca a su fin

Ya no queda nadie de la foto de Vistalegre en la política institucional. El partido que quiso asaltar los cielos se prepara para mutar en el cuerpo de Yolanda Díaz

El exlíder de Podemos Pablo Iglesias junto a la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, en la campaña de las elecciones madrileñas del 4-M de 2021.
El exlíder de Podemos Pablo Iglesias junto a la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz EUROPA PRESS

Ya no queda nadie de la foto de Vistalegre con la que nació Podemos en la política institucional. La última baja es Tania González, hasta hace dos semanas concejal de Avilés, quien renunció a su cargo y abandonó la dirección del partido en su pueblo. Ahora, la fuerza que quiso asaltar los cielos se prepara para mutar en el cuerpo de Yolanda Díaz, que busca trascender y desligarse de las siglas moradas. La marca Podemos, tan gastada, se asoma a su fin.

La historia de Podemos no se entiende sin el 15-M. El partido nació para aprovechar la onda de descontento de un país barrido por la crisis económica de 2008 e indignado con su clase dirigente. El problema es que ocho años después de nacer, Podemos ya es clase dirigente. Por eso están tan empeñados en mostrar su utilidad en el Gobierno pese a haberse tragado en menos de un mes tres sapos de difícil digestión para el estómago de la izquierda.

Los morados saben que la épica de las plazas es menos sugerente que las políticas públicas y, encima, arrastran con la contradicción de gobernar con el PSOE. Los fundadores tienen claro que su momento pasó y que "todo lo que viene del 15-M ya fue". Ahora la lógica es otra. Es remar detrás de Yolanda Díaz. La propia Tania González lo puso negro sobre blanco en su carta de despedida. Toca "aprender de los errores del pasado" y "huir del protagonismo de las siglas".

(I-D) Luis Alegre, Juan Carlos Monedero, Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Tania González

La izquierda a la izquierda del PSOE, en pleno proceso de mutación tras la guerra cainita que la partió en dos, tiene que coser heridas. Otro de los fundadores morados, Juan Carlos Monedero, lo sintetizó así a este diario: "Todos los que montamos Podemos, sus diferentes fracciones y escisiones, si no servimos para sumar, pues es mejor que nos vayamos a casa. Porque si nosotros llegamos a la política diciendo que teníamos que hacerla de manera diferente y al final nos aferramos a los cargos, y encima dificultamos sumar, estamos haciendo un flaco favor a la transformación".

El problema es que las cosas no están funcionando. Andalucía se está convirtiendo en un laboratorio para testar la posibilidad de unidad en la izquierda. Y los resultados no pueden ser peores, porque se está librando una lucha descarnada por cuotas y puestos, aunque el gran escollo es el cabeza de cartel.

Cada fuerza juega sus bazas para "colocar a los suyos", como recalcan las fuentes consultadas entre todas las fuerzas que conforman el espacio. Y por encima, la sombra de Íñigo Errejón, quien según algunos miembros de Podemos, está alejando la posibilidad de integrarse con sus excolegas en contra del criterio de Esperanza Gómez, la líder de Más País Andalucía, cuya ejecutiva se partió este jueves.

Un problema de expectativas

Lo cierto es que Podemos ha frustrado sus expectativas. Lo que hizo fuerte al partido hace ocho años fue crear un mar de expectativas de cambio político que se fueron erosionando a base de purgas, como la de Errejón y Carolina Bescansa. El otro gran fracaso fueron las convergencias territoriales.

Podemos tiene un serio problema de implantación territorial. El partido, según los críticos, quiere controlar el proceso de integración con Yolanda Díaz y no tolera versos sueltes que coqueteen con la vicepresidenta segunda sin el consentimiento de la dirección.

Es más, según ha sabido Vozpópuli, de fuentes moradas, "no hay una línea política clara de la dirección a la militancia para que empiece a trabajar en favor de la plataforma de Yolanda Díaz". Ahora, la guerra en Ucrania ha trastocado los planes políticos de Díaz, quien ha paralizado su proceso de escucha tras anunciar que lo iniciaría "esta primavera". Podemos, mientras, espera. Asume que su marca se diluirá, pero quiere decir mucho sobre lo que viene.

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