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España

El progresivo repliegue del confinamiento

Una pareja protegida con mascarilla se realiza una fotografía en plena crisis del coronavirus en España.

No habrá un día en el que nos levantemos y todo haya vuelto a ser como antes. El camino hacia lo que antes llamábamos normalidad será largo mientras la ciencia no encuentre una vacuna contra el coronavirus. Aunque el Gobierno decida levantar algunas de las actuales restricciones, la vida social seguirá restringida. El peligro de que el virus se vuelva a extender es alto. No hay certezas; sólo meras proyecciones. Y por eso no se puede permitir ningún paso en falso.  

"Creo que lo más sensato es no hablar de levantar el confinamiento hasta que los datos sean realmente muy claros y positivos. No se puede ir más rápido de lo que el virus progresa. Y para saber que está funcionando, tenemos que ver una tendencia a la baja consistente a lo largo de días", advierte Salvador Macip, investigador de la Universidad de Leicester (Reino Unido) y de la Universitat Oberta
de Catalunya (UOC). 

El Gobierno tiene ya sobre la mesa varios escenarios para ir reduciendo progresivamente las medidas de confinamiento. A medida que se logre estabilizar la curva de contagios y se consiga reducir la presión sobre el sistema sanitario, el Ejecutivo tiene previsto levantar parte de las restricciones actualmente vigentes, aunque permanezca activado el estado de alarma hasta el mes de mayo. 

"El problema es que se descontrolen las infecciones; que el número aumente de una forma más rápida de la que podemos controlar. Y esto puede pasar fácilmente si empezamos a retomar la actividad sin tener precauciones", prosigue el también médico y autor de libros como Las grandes plagas modernas (Destino, 2010) y Enemigos microscópicos: virus, bacterias y vacunas (Materia, 2016). 

De momento, y pese al optimismo tras varios días con bajada en el número de muertes, el número de fallecidos repuntó de nuevo este miércoles. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, tuvo que rebajar las declaraciones de la portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, que había insinuado que pronto podríamos volver a las calles y plazas a partir del 26 de abril.

Los expertos prefieren la cautela. La intención del Ejecutivo pasa por poner en marcha un estudio epidemiológico voluntario a través del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) para diagnosticar a 62.400 personas, pertenecientes a unas 30.000 familias. La idea es obtener una muestra representativa de la expansión real del virus en España y poder saber qué porcentaje de la población lo ha superado ya a través de las denominadas pruebas serológicas. Eso sería de ayuda a la hora de ir decidiendo qué restricciones se pueden levantar y cuáles es necesario mantener. No hay certezas de cuánto tiempo dura la inmunidad de los que ya han sido infectados y más allá de los estudios estadísticos, "no tenemos en estos momentos infraestructura y materiales para hacer test suficientes y estar tranquilos", opina Macip. 

Hasta el momento, las autoridades sanitarias se guían más por la presión asistencial en los centros sanitarios que por el número de contagios registrados. Esta última cifra no es para nada fiable. "Tiene que haber entre 10 y 100 veces más. Es muy difícil basar una decisión como levantar el confinamiento en estos datos", apunta Macip. ¿Pero qué ocurrirá una vez que se haya logrado estabilizar la denominada curva?

Las consecuencias del confinamiento

"Hablamos de lo nunca visto. Se han hecho estudios sobre confinamiento de presos, secuestros o ingresos voluntarios. Pero nunca un confinamiento a esta escala", reflexiona José Ramón Ubieto, psicoanalista y profesor también de la UOC. "Aquí no hay un punto final. No es posible detener al terrorista y recuperar la vida normal", añade. 

A medida que el Gobierno permita retomar la actividad laboral en diferentes sectores, no será posible recuperar de inmediato la vida social. "Será una vuelta a la normalidad en la que la dimensión de grupo, tal como la hemos conocido, no exista. No habrá bares -de entrada- no habrá espectáculos, no habrá lugares de encuentro masivos. Esto quiere decir que la gente va a vivir una experiencia personal subjetiva, un conflicto interno entre el deseo de recuperar el tiempo perdido y el miedo" al contagio. 

Ubieto considera que la "pesadilla" no habrá acabado a pesar de estar "más mitigada". Y aunque algunos consigan retomar la rutina sin mayor problema, subraya que habrá una parte de la población "con un perfil quizás más hipocondríaco" a la que le costará un tiempo readptarse. "Ahora que estamos confinados, tenemos una cierta sensación de protección; pero la vamos a perder. Si los datos acompañan, todo el mundo irá poco a poco perdiendo el miedo. Pero si no son buenos, nos volverá todavía un poco más temerosos", expone. 

En efecto, el miedo permanecerá latente. "El virus es totalmente nuevo y no tenemos ni idea de lo que va a pasar de aquí a seis meses. Podemos hacer predicciones por lo que conocemos del coronavirus. Pero la pregunta es cuánto va a durar esto. No lo sabemos", apostilla Macip.

En cualquier caso, "la vacuna será la clave", dice. También entrará en juego la denominada inmunidad de grupo. Aunque "para estar tranquilos", habría que conseguir que "como mínimo un 50% de la población" la hubiese desarrollado. "Hasta que no lleguemos a un número así, la posibilidad de que vuelva a haber brotes u otra ola de contagios es muy alta. Y lo más lógico es que fuéramos prudentes y evitáramos conciertos y partidos de fútbol hasta que tengamos esa inmunidad; no es cuestión de semanas. Si se hace bien, se tendría que hacer por meses", remata. 

Al margen de eso, la dimensión global del virus implica la ausencia de fronteras. Y la evolución a nivel planetario lleva diferentes ritmos, no está sincronizada. Europa se encuentra ahora en pleno 'pico, mientras en América se está empezando a notar la subida de contagios. Pero África va por detrás. "Hasta que el virus no esté totalmente controlado en todo el planeta, el riesgo de que vuelve a propagarse es altísimo", recuerda Macip. "La movilidad de personas y mercancías con un flujo normal habrá que analizarlo con mucha calma y ser muy prudentes, porque podemos volver al principio sin que nos demos cuenta", remata. Asimismo, incide en la necesidad de una mayor coordinación internacional. "¿Qué sentido tiene que hagas una cosa aquí y en el país de al lado sea diferente?", se pregunta. 

De la perplejidad al duelo

¿Pero qué dejará tras de sí la crisis del coronavirus? Ubieto recuerda que prácticamente hemos atravesado ya todas las fases de la epidemia a nivel psicológico. Desde la "extrañeza y perplejidad" que notamos al ver cómo se extendía la pandemia, a la "angustia y el pánico" de sufrirla en las propias carnes. Actualmente, caminamos en una transición hacia el "duelo". 

Muchas de las 15.000 familias que de momento ha perdido a sus seres queridos a causa del coronavirus se enfrentan en los próximos meses a la situación provocada por un duelo atípico y complicado, que no se ha podido realizar en las condiciones habituales. "Freud, que estudió el tema del duelo durante la primera guerra mundial, decía que los ritos funerarios tienen la función de colocar las piezas cuando se han caído". Ahora mismo, están todas por el suelo. Y llevará tiempo recogerlas. 

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