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Ford, Pamesa y el Puerto de Valencia: tres gigantes en apuros

La incertidumbre sobre la electrificación de vehículos, el elevado precio del gas, y el colapso de las infraestructuras condicionan su futuro

El Grupo Pamesa prevé aumentar sus ventas de cerámica un 45% en 2021
Varias personas acuden a la rueda de prensa en la que el Grupo Pamesa ha presentado sus resultados de 2020 EP

El otoño lleno de dificultades para los españoles que pronostica el Gobierno tiene ya precedentes en el tejido económico que anticipa vaivenes en algunas de sus principales empresas y grandes generadores de empleo. En la Comunidad Valenciana hay tres gigantes en apuros a los que convendría que las instituciones prestaran atención y trataran de facilitar su salida airosa de la actual coyuntura como son Ford Almussafes, Grupo Pamesa y el Puerto de Valencia.

Girando la vista hacia la empresa automovilística, los últimos años han sido de recortes continuos pese a que la marca del óvalo es una de las grandes referencias para la generación de empleo en la Comunidad Valenciana. Actualmente tiene algo más de 6.000 empleados en la factoría valenciana de Almussafes, aunque apenas cinco años atrás llegó a tener 9.200.

Otros 18.000 empleos dependen de forma directa e indirecta de Ford a través de las empresas auxiliares que suministran a la empresa estadounidense que ha apostado por Almussafes como su gran inversión de futuro en Europa, tal y como destacan en la Asociación Valenciana de la Automoción (AVIA). La batalla por la fabricación de vehículos eléctricos con la factoría de Saarlouis (Alemania) se decantó poco antes del verano en favor de la fábrica valenciana, lo que daba un horizonte de tranquilidad de 15 años.

Renuncia a 106 millones

Sin embargo, las últimas decisiones de Ford –como la de renunciar a 106 millones de euros de fondos europeos por no poder cumplir con los plazos exigidos– ha llenado de incertidumbre el horizonte de los trabajadores de Almussafes. Todo indica que a partir de 2026 es cuando llegarán los primeros coches fabricados en la plataforma eléctrica de Almussafes pero, a día de hoy, no se ha señalado qué modelos se fabricarán y cuál será la incidencia en el empleo de la transformación necesaria en la planta.

Y es que sólo en la planta de motorización hay mil empleados que van a ver como cambian los métodos de fabricación y quién sabe si la cualificación exigida.

Desde el Gobierno valenciano muestran su "apoyo y compromiso" con Ford Almussafes pero es un tema que ya miran de reojo porque esta planta de automoción es clave para el tejido industrial de la provincia de Valencia y la falta de concreción en los planes de la empresa no debería alargarse en el tiempo.

Otro de los emblemas empresariales de la Comunidad Valenciana que ha mostrado sus titubeos por culpa de factores externos es el Grupo Pamesa que va a abordar un ERTE que afectará a 117 empleados hasta final de año por el elevado precio del gas.

Su presidente, Fernando Roig –presidente también del Villarreal C.F.– ha explicado que el ERTE afecta a la filial Azuliber ante el desbocado precio del gas que es básico en el proceso de atomización de la arcilla –materia prima utilizada para la producción de azulejos y baldosas cerámicas– y que ha subido en un año un 1.047%. Para poder equilibrar ese coste adicional se debería repercutir en el producto final una subida de más del doble que el actual, lo que haría perder competitividad.

El proceso que utiliza esta empresa es el de cogeneración que es más eficiente y produce menos emisiones de CO2 a la atmósfera. Pese a ello ha quedado fuera de las ayudas que sí tienen las tecnologías de ciclo combinado y carbón que son menos eficiente y expulsan mayores cantidades de CO2. Referente a este tema, también la subida de los costes de las emisiones de CO2 ha sido estratosférica y en un año ha sido del 200%, lo que sumado a los costes de la energía está dejando en una situación muy delicada a todo el sector cerámico.

Los políticos nos han ninguneadoFernando Roig

Aquí, el papel de las instituciones no parece haber sido muy diligente, ya que el propio Roig ha desvelado que avisó a la dirección del IDAE, a la ministra de Industria, a la ministra de Transición Ecológica, al presidente de la Generalitat y al conseller de Hacienda de la amenaza de paros obligados y la afección correspondiente a su plantilla pero "los políticos nos han ninguneado".

El Puerto Valencia también atraviesa momentos de incertidumbre por el horizonte cada vez más próximo de colapso de sus instalaciones, lo que pone en peligro su lucha por el liderazgo del tráfico de contenedores en el Mediterráneo. La buena gestión portuaria que ha llevado a tener un impacto económico total de más de 2.500 millones de euros de Valor Agregado Bruto y unos 40.000 empleos anuales está en riesgo por la saturación cada vez más próxima.

Y es que las terminales de contenedores están ya por encima de la capacidad que se recomienda, provocando retrasos, esperas de los buques en el exterior durante varias jornadas y finalmente se traduce en el desvío de tráfico a otras instalaciones. Los accesos de las terminales ferroviarias de contenedores, la ejecución de la línea ferroviaria Sagunto-Zaragoza, el Corredor mediterráneo o la ejecución de zonas de actividades logísticas se antojan clave para seguir siendo competitivo.

Pérdida del liderazgo en el Mediterráneo

Y por encima de ello, encontramos la ampliación norte del Puerto que se ha convertido en una batalla política entre los socios de Gobierno valenciano, ya que debería estar en marcha pero las exigencias medioambientales de los nacionalistas –pese a tener ya el Puerto aprobada una Declaración de Impacto Ambiental– están poniendo en riesgo y retrasando una ejecución sin la cual no se podrá alcanzar la previsión de movimiento de 10,5 millones de TEU –capacidad de carga de un contenedor estándar– en el año 2050.

Por el momento, y mientras siguen las discusiones políticas, la realidad es que Valencia ya ha perdido el liderazgo en el tráfico de contenedores en el Mediterráneo que ha ostentado durante varios años en favor del Pireo (Grecia) y Tánger (Marruecos).

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