La fibra óptica a través de los cables submarinos se ha convertido en una necesidad para la creciente demanda del uso de internet, las redes 5G y el desarrollo de la inteligencia artificial. Valencia ha dado un paso hacia adelante en estas autopistas de la comunicación y ya ha atado su quinto cable submarino para la transmisión de datos que la sitúan como uno de los centros logísticos más importantes en Europa.
El proyecto Barracuda, que recientemente ha avanzado al formalizar Test Capital un acuerdo para invertir 100 millones de euros, tendrá una de sus 'paradas' submarinas en la capital del Turia sin especificar todavía el entorno. Podría ser frente a la playa de la Malvarrosa pero también han iniciado algún contacto en fase embrionaria con la Autoridad Portuaria de Valencia.
Al margen de la estación de aterrizaje de cables, este proyecto contará con un centro de datos neutral que permitirá su conexión vía terrestre con otros nodos comunicativos de primer orden como Madrid o Lisboa. La conexión de Valencia en esta fase del proyecto se hará con la ciudad italiana de Génova y desde allí a Milán.
Baja latencia
Este será el quinto cable submarino –empezará a desarrollarse en 2028–que consolidará a Valencia gracias a su posición geoestratégica como un nodo clave en los corredores digitales de baja latencia europeos.
El Barracuda será un cable submarino de fibra óptica de 1.070 kilómetros de longitud que conectará Valencia con Génova con 12 pares de fibra con una capacidad de 32 Tbps/par e incorpora unidades de ramificación que permitirán extender su trazado hacia otras ubicaciones.
La infraestructura incluye un centro de datos neutral de alta capacidad, dotado inicialmente con una potencia eléctrica de 1,5 MW. El centro cuenta con un diseño sostenible y escalable que incluye una planta de energía solar de 250 kWp. Todo ello permite que alcance estándares similares a la certificación Tier IV que es el nivel más alto de clasificación en cuanto a disponibilidad y redundancia.
Multinacionales
Las empresas locales y las multinacionales son los potenciales compradores de parte de estas canalizaciones submarinas que están diseñadas para poder unirse en un futuro a otros proyectos como Medusa que circundará el Mediterráneo con estaciones de aterrizaje de cables en Marruecos, España, Francia, Argelia, Túnez, Libia, Italia, Grecia, Chipre y Egipto. Portugal también está interesado en él.
Los cables submarinos se extienden ya a través de más de un millón y medio de kilómetros de longitud por todo el mundo y soportan más del 90% de las comunicaciones que se realizan. Son más fiables por su mayor eficiencia frente a otras alternativas tecnológicas como las inalámbricas o las que lo hacen a través de los satélites.
En su interior hay hasta ocho capas de materiales como aluminio, policarbonato e incluso acero que protegen la fibra óptica de las anclas de los barcos, de movimientos telúricos e incluso de mordiscos de grandes tiburones. Las reparaciones cada vez son más rápidas gracias a una flota de barcos especializados en detectar la zona dañada y repararlos en la superficie tras elevarlos con ganchos o con robots submarinos.
Protegidos por la OTAN
Los cableados submarinos son ya considerados como estratégicos por todos los países. En enero de 2023, la OTAN y la Unión Europea crearon una Célula de Coordinación de Infraestructura Submarina Crítica adscrita al Comando Marítimo que se encarga de la protección y mapeado en 3D de todos los cables que sustentan las comunicaciones de los países occidentales.
En Valencia ya hay operativos un total de cuatro cables submarinos para comunicaciones. El primero que se puso en funcionamiento en el año 1991 fue el denominado Penbal 4 que conecta Valencia con Ibiza y desde allí a Mallorca. Es propiedad de Telefónica.
El segundo en ejecutarse fue el de la compañía privada Isalink que en 2001 cubrió la distancia entre Valencia y Palma de Mallorca con el cable bautizado como Balalink.
Electricidad
El proyecto Rómulo de Red Eléctrica de España lleva energía eléctrica desde la subestación de Morvedre, en Sagunto, hasta el núcleo poblacional mallorquín de Santa Ponsa. En funcionamiento desde 2011, lleva adherido un cable de fibra óptica para la transmisión de datos.
El último instalado fue el que une Valencia con la ciudad argelina de Orán bajo el nombre de Orval y que es propiedad de la compañía Algerie Telecom. Barracuda se unirá así a este selecto grupo de autopistas de la comunicación submarina que son clave en el desarrollo de las sociedades modernas.
Tercera en la clasificación
Valencia se sitúa así ya en la tercera posición del panorama nacional de cables submarinos por detrás de Andalucía, con 13 cables submarinos. Hay 10 de ellos en Cádiz (2 en Chipiona, 2 en Conil de la Frontera, 1 en Rota, 1 en Zahara de los Atunes; 1 en Tarifa, 1 en el campo de Gibraltar, 1 en la Línea de la Concepción y 1 en Torreguadiaro); 1 en Málaga (Estepona); y 2 en Almería (1 en la capital y 1 en Roquetas de Mar).
En segundo lugar está Canarias con 7 cables submarinos –los referidos a la conexión con la península u otros continentes– (4 en la isla de Tenerife y 3 en Gran Canaria). En tercer lugar, estaría Valencia con 5; seguida de Barcelona con 4; Baleares con 4 (al margen de los interinsulares); Bilbao con 3; y Santander con 1.