Este martes, Junts impidió 'in extremis' que Sílvia Orriols fuese desalojada de la alcaldía de Ripoll. Como es sabido, la líder de la ultra Aliança Catalana había presentado una moción de censura ante la imposibilidad de aprobar sus presupuestos. Su pronóstico, como ella mismo desveló, era que el resto de fuerzas municipales, que andan a la greña, no se pondrían de acuerdo —con lo que las cuentas se aprobarían automáticamente—. Y si lo hacían, podría consagrarse a cultivar su imagen de 'outsider' desde el Parlament, convertido en caja de resonancia de su discurso contra España y los inmigrantes. Esto es, un 'win-win' en toda regla.
Sin embargo, aunque Junts, ERC y PSC ya se habían puesto prácticamente de acuerdo para gobernar juntos —con el apoyo externo de la CUP—, en el último momento los neoconvergentes anunciaron su negativa a finiquitar el mandato de la formación radical.
Las razones oficiales esgrimidas por Junts es que no tenía sentido "sustituir un gobierno en minoría por otro en minoría", un "intercambio de sillas" que podía alentar la desafección ciudadana. "Una moción de censura incrementaría el riesgo de que la alcaldesa aumente el victimismo y atice una confrontación social de difícil reconducción, al menos a corto plazo", añadían en un comunicado. Y para que no quedasen dudas su compromiso contra AC—una fuerza que suscita en parte de los grupos del Parlament un rechazo oficial análogo al de Vox—, el secretario general de Junts, Jordi Turull compareció de manera urgente para asegurar que su objetivo erar "combatir de manera más directa" el "discurso de odio" de los de Orriols. Dos días más tarde, el presidente del Parlament, Josep Rull, insistía en criticar los "cordones sanitarios" porque habían demostrado su "fracaso" en el resto de Europa al hacer "crecer" a la extrema derecha.
Y es que los neoconvergentes parecen haber virado su estrategia respecto a Aliança. Un cambio que se ha materializado en su freno a la moción de censura del martes y que pudo deberse a dos razones. Por una parte, Junts manejaba sondeos electorales según las cuales su presencia en el Parlament podría pasar de dos diputados a trece o catorce —las que se conocen, auguran un crecimiento más modesto, de dos a siete—. Por otro lado, otra encuesta interna realizada entre los habitantes de Ripoll puso de relevancia el desagrado que despertaba en la población separatista que una fuerza en el mismo espectro que AC se conjurase para echar a Orriols. Un sentimiento, además, coincidente con el experimentado en parte de los cuadros de los neoconvergentes.
La "pureza" separatista de Orriols
Así, los de Puigdemont habrían decidido no enajenarse a un electorado que, básicamente, es el suyo. Cabe recordar que a ambos partidos les une su hostilidad con el resto de España —dirigentes de Junts como Laura Borràs o el diputado Salvador Vergés, entre otros, han llamado "colonos" a los catalanes castellanohablantes— y su oposición a la inmigración extranjera no "catalanizada". Sin olvidar que Junts acarrea una mácula de la que está libre Aliança Catalana. A Puigdemont, pese a haber sido un líder fetichizado por el secesionismo, se le sigue identificando con el 'procés', un proyecto fallido que hizo sentirse "engañada" a una parte de los votantes independentistas. Y Aliança no participó en aquella intentona. Por lo demás, su lenguaje es mucho más crudo, lo que conecta a sus líderes —principalmente, a Orriols—, con el sentir del electorado más extremista.
Otros analistas, por su parte, han especulado con que en la decisión de Puigdemont pudo obrar su carácter impulsivo, y que diese un volantazo tras un tuit de Sílvia Orriols. Pues ésta, cuando creía que su cese como alcaldesa era inminente, le espetó a líder de Junts en X: "Yo caeré en Ripoll, pero tú caerás en Cataluña". De ser así, Puigdemont habría actuado de manera a similar como lo hizo en octubre de 2017, cuando renunció en el último momento a convocar elecciones anticipadas tras un tuit de Rufián en el que le acusa de traidor, proclamando la DUI un día después. Pero no todo es impulso en Junts, que ha fiado parte de su pugna con Aliança al tanto que se apuntará en el terreno ultra si finalmente consigue el traspaso de la gestión integral de la inmigración, que asegura "inminente".
Sea como sea, el movimiento en Ripoll ha dado la razón a figuras como Mas, que instó a Junts a "hablar" con Aliança Catalana, recordando que él hizo lo propio en el pasado con otro partido extremista: la CUP.