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España

El barón se puso una venda para no ver el 'pasado nazi' del cuadro de Pissarro

Carmen Cervera y el barón Heinrich Thyssen-Bornemisza, en una imagen de archivo.

Hans Heinrich Àgost Gábor Tasso Freiherr von Thyssen-Bornemisza de Kászon et Impérfalva, el barón Thyssen, el que fuera tercer marido de Carmen Cervera, fallecido en 2002, una de las mayores fortunas europeas de la segunda mitad del siglo XX, se puso una venda en los ojos para no ver que el cuadro Rue Saint-Honoré por la tarde. Efecto de lluvia, de Camille Pissarro, que adquirió en los años setenta, procedía del expolio nazi.

Así se desprende del auto del juez de Estados Unidos que se ha conocido esta semana, y que da la razón a la Fundación Thyssen frente a la reclamación de los antiguos propietarios del lienzo. A pesar de que el fallo considera legítima la propiedad de la fundación con sede en Madrid de la obra, considera que el barón debería haber sospechado de su origen ilícito.

Y no solo porque, por defecto, cualquiera -y más un experto en arte como el barón Thyssen, y con su pasado familiar vinculado al régimen de Hitler- tendría que valorar la posibilidad de que una obra de arte europea que hubiera sufrido un trasiego como esta en cuestión, pudiera haber sido víctima del expolio nazi en la Segunda Guerra Mundial.

El juez dice que no puede obligar al Estado español y a la Fundación Thyssen a cumplir con sus obligaciones morales

Al cuadro de Pisarro que Thyssen compró en una galería de arte en Nueva York en 1976, por 275.000 dólares, le faltaban unas etiquetas, algo que suele ocurrir en el caso de obras sustraídas para ocultar su verdadera procedencia.

Rue Saint-Honoré por la tarde. Efecto de lluvia, de Camille Pissarro.

"No existe una razón legítima para arrancar una etiqueta de un cuadro, ya que cumple con el doble propósito de fortalecer la autenticidad de la obra y aumentar su valor", expuso durante el proceso que se ha seguido en Estados Unidos un experto en la materia. "La eliminación de esas etiquetas es como borrar el número de serie de una pistola robada, es un motivo claro de sospecha", dijo.

"El Tribunal considera que una etiqueta intencionalmente removida o rasgada debió levantar, al menos, algunas sospechas en el barón, especialmente en la era posterior a la Segunda Guerra Mundial", dice el auto.

"Esa sospecha debería haber aumentado por el hecho de que había una etiqueta rasgada que demostraba que la pintura había estado en Berlín". Además, como se ha puesto de manifiesto durante el juicio, es significativo que precisamente fueron muchos, y así está documentado, los cuadros de Pissarro víctimas del expolio nazi.

Un experto en Pissarro visitó la colección del barón en Suiza solo tres meses antes de que este adquiriera la obra en Nueva York

El tribunal estadounidense también apunta que hubiera sido lógico que Thyssen solicitara información sobre la procedencia a John Rewald, un destacado experto en Pissarro, y que visitó la colección del barón en Suiza tan sólo tres meses antes de que este comprara el cuadro en Nueva York. Posiblemente Rewald habría opinado que el lienzo procedía del expolio nazi.

Las pocas ganas que el barón mostró en vida tener por investigar el origen de su multimillonaria colección de obras de arte se han puesto de relevancia en el juicio celebrado en Estados Unidos.

En el proceso se ha recordado un artículo publicado por The New York Times en 1972, en el que se informaba de otro juicio en el que se acusó al barón Thyssen de sustraer de manera ilegal obras de Italia que luego llevaba a Suiza. "Espero que ninguna de mis pinturas de mi colección fueran pintadas en Suiza, todas fueron pintadas en el extranjero, yo las compro en Suiza y en Estados Unidos, pero no sé como llegan allí, no puedo comprobarlo todo", dijo.

Actuación inmoral del Estado español

En el auto el juez parece lamentar tener que tomar la decisión de considerar legítima la propiedad del cuadro de Pissarro por parte de la Fundación.

En 1939, el matrimonio Cassirer vendió el cuadro a cambio de 360 dólares y un permiso para huir de la Alemania nazi

"El Tribunal no tiene más remedio que aplicar la Ley española y no puede obligar al Reino de España o a la Fundación Thyssen a cumplir con sus compromisos morales". En consecuencia, añade, "la Fundación Thyssen es el propietario legítimo de la pintura, y el Tribunal debe emitir una sentencia a favor suya".

El juez recuerda que España firmó en 1998, junto con otros 43 países, los Principios de Washington, por el que esas naciones se comprometían a restituir a sus propietarios obras confiscadas por los nazis. En 2009 los países que firmaron aquel compromiso lo revalidaron, mediante la firma de la Declaración de Terezin.

Dicha Declaración recordaba que los principios que se comprometían a seguir los países firmantes "se basan en el principio moral de que las obras de arte confiscadas por los nazis a las víctimas del Holocausto (Shoah) deben ser devueltos a ellos o a sus herederos, de manera compatible con las leyes y reglamentos nacionales, así como con las obligaciones internacionales, para lograr soluciones justas y equitativas".

"La negativa de la Fundación Thyssen [defendida por el Estado español en el proceso] es inconsistente con los Principios de Washington y la Declaración de Terezin", afirma el juez en su reciente sentencia.

En Madrid desde 1993

Rue Saint-Honoré por la tarde. Efecto de lluvia, de Camille Pissarro, pintado en 1897, se expone en el museo de la Fundación Thyssen en Madrid desde el año 1993, y está valorado en 30 millones de dólares. 

Los descendientes de los antiguos dueños del cuadro valoran apelar la sentencia

En el año 1939, como se ha documentado durante el proceso seguido en Estados Unidos, Lilly Cassirer y su marido se vieron obligados a renunciar a la pintura a cambio de 360 dólares y un permiso para huir de la Alemania nazi y establecerse en Inglaterra.

Exterior del Museo Thyssen, en Madrid.

Poco después de que Lilly Cassirer y su marido abandonaran Alemania, la obra se vendió en una subasta nazi en Dusseldorf y fue adquirida por un comprador desconocido en Berlín

A principios de la década de los años cincuenta del pasado siglo, el cuadro fue vendido a un coleccionista de California por 14.850 dólares, y después a otro en St. Louis por 16.500 dólares. En 1976, el barón Hans-Heinrich Thyssen-Bornemisza lo adquirió al dueño de una galería de Nueva York, por 275.000 dólares.

El hijo de los Cassirer, Claude Cassirer, fallecido en 2010, inició las acciones legales para tratar de recuperar el cuadro, y en la actualidad los nietos de aquel matrimonio, David y Ava Cassirer, mantienen vivo el litigio. A pesar de la reciente sentencia, valoran la posibilidad de apelar.

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