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España

La alargada sombra de Garzón

La elección de Dolores Delgado como nueva Fiscal General del Estado tras su reciente paso por el ministerio de Justicia ha puesto en cuestión la separación de poderes o, al menos, la obligada apariencia de imparcialidad por la que debe regirse la actuación del Ministerio Público. No sólo la oposición ha salido en tromba contra la propuesta de Pedro Sánchez –avalada por el Consejo General del Poder Judicial-, sino que ha levantado ampollas dentro de la propia carrera fiscal.

La entrada de Delgado en la cúspide de la Fiscalía también ha hecho que muchos vean de nuevo cómo se proyecta de nuevo la sombra del exjuez Baltasar Garzón, que nunca ha dejado de asomar en la política nacional en las últimas cuatro décadas. A ambos les une una estrecha amistad que forjaron durante años en la Audiencia Nacional, donde compartieron numerosos procesos penales. 

Esa cercanía personal y profesional llevó a Delgado a enfrentarse al que fue su jefe durante 25 años en el alto tribunal, Javier Zaragoza. Ahora es Fiscal de Sala del Tribunal Supremo, donde ejerció la acusación pública en el juicio del procés. Ahora, él dependerá jerárquicamente de su antigua subordinada. Por lo pronto, Garzón se pronunciaba este jueves en la emisora catalana RAC1 sobre la situación jurídica del expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, que a pesar de seguir fugado de la Justicia española, ha podido tomar posesión de su acta en el Parlamento Europeo.  

Garzón aseguraba que Puigdemont no podría ser detenido en caso de que regrese a España mientras la Eurocámara no suspenda su inmunidad -efectiva en todo el territorio de la UE-. "Puigdemont es inviolable, no puede ser detenido se desplace donde se desplace", aseguró este en la emisora catalana. "Mientras eso no pase, no puede ser importunado ni detenido, ni su gestión puede ser alterada dentro del territorio de la Unión Europea, se desplace donde se desplace. Y mucho menos si está en una misión parlamentaria", remataba.

Zaragoza se mostró contrario a abrir las fosas del franquismo como había ordenado Garzón. Entonces, Delgado se posicionó a favor del juez. Años más tarde, Delgado también se mostró públicamente en desacuerdo con la sentencia del Supremo que apartó de la carrera judicial al magistrado por ordenar la intervención de las comunicaciones de los cabecillas de la trama Gürtel.

Precisamente, su continuidad en el Ejecutivo se daba prácticamente por descartada después del escándalo de las grabaciones del excomisario José Manuel Villarejo, en prisión provisional desde hace más de dos años, que la grabó en 2009 durante una comida a la que acudió junto a Garzón. El exjuez ejerce como abogado y su despacho defiende, entre otros, al excomisario Enrique García Castaño, que colaboró con Villarejo en operaciones que ahora investiga la Justicia, como ha informado este periódico. 

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