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Un avión del Ejército del Aire se libró por media hora de un ataque terrorista en el corazón de Mali

Los aviones del Ejército del Aire operan desde la base de Dakar

Los terroristas se lanzaron con ferocidad contra una de las principales bases militares de la ONU en Mali, ubicada en las inmediaciones de Gao, en el corazón del país. El coche bomba en el que viajaban –según testigos presenciales, con los colores oficiales de la misión de las Naciones Unidas- estalló en la misma puerta de las instalaciones. La explosión hirió a casi una decena de personas. Un atentado que por poco no pilló a militares españoles en la misma base: un avión del Ejército del Aire había despegado desde allí apenas media hora antes de que tuviera lugar el episodio.

La noticia no tardó en saltar a los medios internacionales. Nos ubicamos en Gao, en la zona norte del país, y es 22 de julio de 2019. La región se sacude en la inestabilidad y las tropas internacionales –con fuerzas coordinadas bajo el paraguas de la ONU- combaten contra el terrorismo de corte yihadista, el tráfico de personas y estupefacientes, así como contra la actividad criminal derivada de la debilidad de las estructuras de gobierno.

A las 15.45 de la tarde, un vehículo cargado de explosivos se dirige a gran velocidad contra la base en la que está desplegado el contingente de la ONU. Cuando está a poca distancia, enfila el camino que conduce a la entrada de la parte francesa del campamento. Algunos testigos aseveran que el vehículo está camuflado con los colores e iniciales de MINUSMA, acrónimo de la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de Naciones Unidas en Mali.

Un tiroteo y una explosión

Algo llama la atención de los guardias, probablemente la actitud de uno de sus dos ocupantes, que se baja armado del vehículo. Se produce un tiroteo y abaten al criminal. El segundo terrorista prosigue con el plan y hace estallar el vehículo en la puerta de la base. Fuentes de la ONU informaron que tres militares de nacionalidad francesa y estonia resultaron heridos en el atentado. También dos militares malienses y cuatro civiles de la misma nacionalidad.

El Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo detalla en su balance sobre 2019 que un avión del Ejército del Aire había estado en esas mismas instalaciones hasta unos minutos antes de que se perpetrara el atentado: “Los yihadistas lanzaron un ataque contra unas instalaciones militares situadas en la localidad de Gao. […] Apenas media hora antes del ataque, un avión militar español había despegado del aeropuerto en el que se encuentran esas instalaciones”.

El Ejército del Aire contribuye con un equipo desplegado en Senegal –bautizado con el nombre de destacamento Marfil- a las diferentes misiones que la Unión Europea y Francia mantienen en el Sahel. En esas fechas, un contingente próximo a los 45 efectivos operaba un C-130 Hércules, un avión de transporte táctico con cuatro motores turbohélice. De acuerdo a la información del Ministerio de Defensa, el teniente coronel Juan Gonzalo Fernández González del Ejército del Aire lideraba la misión desde el 22 de abril.

Antecedentes similares

El procedimiento que utilizaron los terroristas no era nuevo. El 24 de febrero de 2019, miembros del mismo grupo terrorista -Jama'at Nasr al-Islam Wal Muslimeen, nacido a partir de Al Qaeda del Magreb Islámico- se lanzaron con sendos vehículos bomba contra la principal base en la que están desplegadas las tropas españolas en Mali, ubicada en la ciudad de Koulikoro. Los militares españoles abatieron al conductor de una de las furgonetas, mientras que el ocupante de la segunda estalló la carga en el exterior tras quedar bloqueada la principal puerta de acceso.

El Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo detalla en su informe otro episodio hasta ahora desconocido y que Vozpópuli publicó este martes: artificieros españoles frustraron un nuevo ataque terrorista contra la base de Koulikoro al desactivar una carga explosiva que los yihadistas habían colocado en los bajos de un vehículo militar no español y que regresaba a la base desde un hotel.

La misión que España mantiene en Mali bajo coordinación de la Unión Europea es una de las más exigentes en las que participan las Fuerzas Armadas. En suelo maliense perdió la vida, en mayor de 2018, el soldado de Infantería de Marina Antonio Carrero Jiménez tras volcar el vehículo Lince en el que viajaba. Y el comandante Miguel Ángel Franco, del Ejército de Tierra, fue reconocido por la UE tras evacuar –en chanclas y en bañador- a una docena de personas de un resort en Bamako bajo fuego terrorista.

Para hacer frente a todas estas exigencias, el Ministerio de Defensa ha reagrupado parte de sus misiones militares en el Sahel. Como adelantó La Razón, cerró su despliegue aéreo desde Gabón y potenció la de Senegal, enviando un segundo avión como refuerzo. Asimismo, España contempla virar el eje de su política de Defensa hacia el sur, redoblando el número de efectivos en África en detrimento de otras operaciones en Oriente Medio.

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