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España

El Gobierno prepara un desembarco masivo en Barcelona en vísperas de la Diada

El portavoz del Gobierno de la Generalitat, Francesc Homs (c), durante la presentación del cartel y el acto institucional de la Diada del 11 de septiembre.

Sáenz de Santamaría aterrizará este fin de semana en Barcelona, al frente de varios ministros, para recordarle a la sociedad catalana que no hay peor negocio que la independencia. En vísperas de la candente Diada, el Gobierno quiere estar presente en Cataluña para recordar que las ayudas que dispensa a la Generaltat, es decir, el dinero de todos los españoles, es fundamental para pagar pensiones, farmacias, servicios públicos y otro tipo de gastos a los que el despilfarrador ejecutivo catalán no logra hacer frente. Por mencionar un ejemplo menor, algo más de 300.000 euros ha derrochado Artur Mas en los festejos de esta Diada que se pretende histórica. Coincide con el tercer centenario de los hechos de 1714, un episodio bélico en la guerra de sucesión entre borbones y austrias que el delirio secesionista ha transformado en gesta heroica de Cataluña.

En vísperas de la Diada del 11 de septiembre y de la convocatoria del plebiscito secesionista que nunca se celebrará, el Gobierno quiere acercarse más a la sociedad catalana. No a los partidos ni a las instituciones, sino a ese amplio sector de la población que no se identifica con el 'proyecto' soberanista de Convergencia y que se siente atrapado por los planes secesionistas que desarrolla Convergencia, atrapada en su 'abrazo del oso' con ERC.

Ministros en acción

Sáenz de Santamaría presidirá el despliegue, según las informaciones previstas, al que se sumará Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda y uno de los interlocutores clave en el diálogo con Cataluña. También estarán, según las mismas fuentes, el titular de Interior, Jorge Fernández Díaz y la ministra de Fomento, Ana Pastor, que se entiende muy bien con Santi Vila, el consejero menos nacionalista del Ejecutivo catalán.

Pocos apuestan ya porque la consulta del 9 de noviembre se vaya a celebrar

En su reciente visita a Madrid, Artur Mas le trasladó a Mariano Rajoy un dossier con 23 peticiones o exigencias que supuestamente el Gobierno español tiene pendiente con Cataluña. Rajoy prometió estudiarlo. Y se está haciendo. Esta es la vía que le agrada al equipo de Moncloa, la de hablar de presupuestos, infraestructuras y dineros con los representantes de la Generalitat. En este plano se pueden acercar posiciones. Todo menos hablar de plebiscitos ilegales. La firmeza de Rajoy en esta línea ha sido inquebrantable. También ha ayudado en forma notable el escándalo de los dineros ocultos de Jordi Pujol y su familia, un torpedo de enormes dimensiones en la línea de flotación de la nave sentimental del nacionalismo catalán.

Pocos apuestan ya porque la consulta del 9 de noviembre se vaya a celebrar. Los grupos más radicales del secesionismo, como la ANC, aún confían en que puedan sacarse a la calle las urnas de cartón y así conseguir un efecto propagandístico de la "Cataluña oprimida". No habrá tal cosa. Dos recursos consecutivos ante el Constitucional por parte del Gobierno atajarán la intentona, que se quedará en un esfuerzo inútil y en una frustración para amplias capas de la sociedad catalana.

El último capítulo de Artur Mas

El calendario seguirá su curso natural. Ni a Mas ni a Junqueras les conviene unas autonómicas anticipadas. ERC espera desbordar a Convergencia en las próximas elecciones municipales y hacerse con el control del poder local catalán. En cuanto al actual president, todo el mundo le da por amortizado y tan sólo se está a la espera de ver cómo se escribe el último capítulo de su marcha.

Hay una cierta sensación de desbandada en las filas parlamentarias catalanas el Congreso

El Gobierno del PP, de momento, se muestra todo lo amable y untuoso que puede con CiU en Madrid, en la confianza de que respalde su iniciativa que denominan de 'elección directa de los alcaldes' y que no es más que permitir que gobierne en los ayuntamientos la lista más votada. De momento, los nacionalistas catalanes se dejan querer. Hay una cierta sensación de desbandada en las filas parlamentarias catalanas el Congreso de los Diputados.

Los corresponsales catalanes en Madrid también comentan lo incómodo de la situación. No hay directrices claras. Todo es tanteo y confusión a la espera de cruzar la línea del 9 de noveimbre. El suflé independentista se desinfla, los poderes públicos soberanistas están tocados del ala, los palmeros del independenitsmo huyen estrepitosamente de la nave y todo parece indicar que a la vuelta de unos meses, las cosas en Cataluña van a ser bien diferentes. Quizás la cale de la solución pase por el PSC, una pieza hasta ahora anecdótica pero que puede convertirse en elemento clave en el mapa político catalán.

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