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Andalucía 2022 en clave electoral: Moreno ante el reto de gobernar solo o con Vox

La comunidad autónoma gobernada actualmente por PP y Cs ya no será el primer laboratorio de pruebas para visualizar un posible bipartito de populares con Vox

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, junto al portavoz parlamentario de Vox, Manuel Gavira, en imagen de archivo.
El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, junto al portavoz parlamentario de Vox, Manuel Gavira, en imagen de archivo. Europa Press

Andalucía afronta el año 2022 en clave electoral. Una vez que es de dominio público la preferencia personal del presidente de la Junta, Juanma Moreno, sobre el mes para celebrar los comicios autonómicos (junio u octubre), cualquier novedad al respecto dependerá de si hay "bloqueo parlamentario" a partir de febrero, cuando se reanude el periodo de sesiones en el Parlamento. Fue el propio gobernante del Partido Popular quien, en noviembre de 2021,  utilizó tales palabras, además de un posible "callejón sin salida", a la hora de marcar en su calendario el segundo mes del año 22 para decidir si adelantaba elecciones, una cita con las urnas que de completarse la legislatura hasta el final (cuatro años) no correspondería hasta finales de noviembre del año que acaba de comenzar.

De lo visto hasta diciembre de 2021 en sede parlamentaria no ha habido tal bloqueo, en contra de lo que se suponía previsible, a partir de que fueran tumbados los Presupuestos 2022 en la llamada "pinza de Vox y PSOE", que emplea ya en su argumentario habitual el Gobierno conformado desde enero de 2019 por PP y Ciudadanos.

Si de algo puede estar seguro el considerado barón moderado autonómico del PP, ante el panorama electoral que tiene por delante, es de que Andalucía ya no será el laboratorio de pruebas que todo el país esperaba para comprobar cómo los populares se veían obligados a tener que tragar con Vox como socio de gobierno. La decisión adoptada por el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, para celebrar elecciones el 13 de febrero en aquella comunidad, le ha puesto toda la presión encima. El reto, que es el mismo que asume Moreno, es claro: que el PP saque más escaños que toda la izquierda junta o, por el contrario, tener que admitir a la derecha extrema como socio de coalición.

Es público y notorio que la opción que más le gustaría a Moreno, como plan B, en caso de no poder gobernar en solitario, sería poder reeditar el actual pacto con Cs, la única coalición de centroderecha que queda ya en una comunidad autónoma. Durante su discurso de Fin de Año el gobernante agradeció "la lealtad de nuestro socio", en alusión a Ciudadanos, al que no nombró como tal. Aún no está descartado por completo que pueda haber una integración de cargos de Cs en las listas del PP, con el vicepresidente Juan Marín y los cuatro consejeros de la formación liberal en las candidaturas. Dos de ellos son independientes, no afiliados al partido que preside Inés Arrimadas. Se trata del consejero de Economía y Universidades, Rogelio Velasco, y de la titular de Empleo, Rocío Blanco, mucho más cerca del PP que de Cs.

A Moreno Bonilla le agradaría seguir contando también en un futuro gobierno con la consejera de Igualdad y Políticas Sociales, Rocío Ruiz, sí afiliadas a Cs. Ella representa el ala más socialdemócrata del Ejecutivo bipartito andaluz y es blanco permanente de las críticas furibundas de Vox. Lejos de disgustarle, el presidente ha respaldado siempre a Ruiz, incluso cuando Juan Marín quiso prescindir de ella en una reestructuración frustrada. El perfil ideológico de esta consejera acerca al candidato del PP-A a los votantes de centro izquierda, entre ellos antiguos electores del PSOE a los que Moreno quiere seducir como un partido cuyo líder regional se define "de centro, andalucista y moderado", bastante alejado de la impronta que viene marcando Pablo Casado desde su llegada a Génova como presidente nacional.

Si ambas formaciones concurren por separado en Andalucía el objetivo de cerrar un bipartito PP-Cs que arrojara la cifra mágica de 55 años (mayoría absoluta) parece, a día de hoy, una heroicidad, si se tiene en cuenta el hundimiento que vaticinan todas las encuestas para la formación naranja: De sus actuales 21 diputados podría caer hasta los 3 ó 4 en el mejor de los escenarios posibles. Algo que obligaría al PP a superar el famoso techo de Javier Arenas en 2012 (50 escaños), cuando se quedó a las puertas de gobernar.

En el marco de su particular filosofía de "ir partido a partido", frase del 'Cholo' Simeone, Moreno Bonilla, junto a su vicepresidente Juan Marín (Cs), y el consejero de Presidencia, Elías Bendodo, negociador nato del PP hasta el último minuto, han ido salvando pleno a pleno –tras rechazarse las cuentas de 2022– toda una serie de leyes y decretos que gracias al apoyo de Vox en unos casos, y al PSOE y el resto de la izquierda en otros, han salido adelante en el antiguo Hospital de las Cinco Llagas, el corazón del barrio de La Macarena, donde tiene su sede el Parlamento.

El revulsivo para tomar fuerzas y seguir adelante en su afán de apurar al máximo la presente legislatura le llegó a Moreno y el resto de su Ejecutivo el 22 de diciembre, en forma de lo que algunos llamaron 'premio gordo' de Navidad, en pleno sorteo. En contra de los peores presagios Vox dio su brazo a torcer y no dejó caer el llamado 'súper decreto' de simplificación administrativa, defendido en la Cámara por Bendodo, como ponente. Antes de que la formación de Santiago Abascal anunciase su voto favorable, por boca de la parlamentaria Ángela Mulas, todo parecía indicar que la formación de derecha radical, subida a la ola de los sondeos y a su deseo de adelanto electoral en Andalucía, especialmente tras el adelanto en Castilla y León, dejaría caer este importante decreto para bloquear al máximo al Gobierno de centroderecha, pero no fue así.

El 22 de diciembre Vox le vio las orejas al lobo, porque sumarse al PSOE y al resto de la izquierda en su voto negativo no hubiera sido entendido por muchos empresarios andaluces, entre los que hay caladeros de su potencial electorado, deseosos de la gran simplificación de trámites burocráticos que contempla esta reforma de corte liberal que propugnan PP y Cs desde el Palacio de San Telmo.

A  grandes rasgos tampoco parece que entre buena parte del electorado de Vox se haya entendido bien que en plena pandemia, con 1.000 millones más inyectados en la sanidad pública (un incremento del 10% con respecto a 2021), además del aumento considerable en partidas para Educación y políticas sociales, el grupo parlamentario que lidera Manuel Gavira dejara caer los Presupuestos 2022 alineado con los socialistas y toda la izquierda radical que representan Unidas Podemos y Adelante Andalucía (los anticapitalistas de Teresa Rodríguez escindidos de Podemos). Ni qué decir tiene que PP y Cs utilizarán la polémica decisión de Vox para tratar de erosionar la previsible candidatura de Macarena Olona en la campaña electoral que se avecina.

Ya desde comienzos de enero de 2022 Andalucía comienza a regirse con unos presupuestos prorrogados, los de 2021. Al hilo de esta compleja coyuntura económica el consejero de Hacienda, Juan Bravo, del Partido Popular, y que presume de la nueva bajada de impuestos para los andaluces con la que arranca 2022, aseguró el pasado 30 de diciembre, durante una entrevista con Europa Press, que "desde un punto de vista exclusivamente presupuestario"  prefiere celebrar las elecciones autonómicas "como muy tarde en junio", porque su convocatoria tras el verano, en octubre o noviembre, apurando el límite de la legislatura no permitiría a la comunidad contar con nuevos presupuestos hasta 2023.

En el seno de una formación enormemente jerarquizada como Vox, sin autonomía propia ni estructuras territoriales sólidas, todo dependerá a partir de ahora de las decisiones que quiera tomar la dirección nacional, desde Madrid, para seguir dando oxígeno al bipartito andaluz en el Parlamento, que es desde donde Moreno pretende gobernar. "Cuando no me dejen convocaré elecciones", reitera hasta la saciedad el presidente.

Por lo que respecta al PSOE andaluz, liderado por Juan Espadas, a éste le interesa que las elecciones autonómicas se celebren lo más tarde posible. El bajo índice de conocimiento que tiene el ahora senador –tras renunciar a la Alcaldía de Sevilla– es un gran obstáculo para el candidato socialista a la presidencia de la Junta, sobre todo en las provincias orientales (Granada, Almería y Málaga), donde es un auténtico desconocido.

Mientras tanto, los lugartenientes de Espadas en el Parlamento andaluz, con la portavoz Ángeles Férriz a la cabeza, han visto en la desbordada atención primaria del sistema público andaluz, debido a la gran pandemia actual, una vía de agua por la que colar sus críticas. "Las mareas van y vienen, señor Moreno Bonilla", le espetó Férriz al presidente Moreno durante la última sesión de control, el 22 de diciembre pasado. La adversaria política de Susana Díaz, que llegó a hablar de "gobernantes anteriores", en alusión a la adversaria política de Espadas dentro del socialismo andaluz, se refería a cómo las mareas sanitarias y el descontento con las listas de espera contribuyeron, en gran medida, a desgastar a la expresidenta socialista. Más de 400.000 votantes del PSOE andaluz se quedaron en sus casas el 2 de diciembre de 2018 al optar por la abstención. Sin embargo, ya en 2019 sí salieron a votar a Pedro Sánchez en generales.

Si se analizan los partidos a la izquierda del PSOE, tres en total, ninguno de ellos tiene todavía un candidato designado de forma oficial a la presidencia de la Junta de Andalucía. La posibilidad de un 'frente amplio' de izquierdas, al estilo del modelo que sugiere Yolanda Díaz no está nada claro en esta comunidad autónoma. Y es que a la propia vicepresidenta del Gobierno central no parece que le interese mucho involucrarse a toda prisa en un proyecto que podría naufragar, por la rapidez con que debe acometerse que Unidas Podemos y Adelante Andalucía pudieran confluir juntos, tras la traumática fractura que experimentaron con la expulsión de Teresa Rodríguez y sus diputados afines.

De hecho hay quienes sostienen dentro de la izquierda andaluza que Yolanda Díaz podría utilizar la concurrencia de tres listas distintas en las urnas, para reivindicar a nivel nacional que es necesario su 'frente amplio' para las generales.

Por el momento hay canales de comunicación abiertos entre Unidas Podemos y Teresa Rodríguez, al igual que con la coalición 'Andaluces Levantaos', conformada por Más País Andalucía (el partido de Iñigo Errejón) y dos partidos de corte andalucista. Es evidente que el sueño de cualquier votante andaluz a la izquierda del PSOE sería una unión de las tres marcas mencionadas, de lo contrario el elector se encontrará con cuatro papeletas de izquierdas, la que encabece Espadas y tres más.

Se da por hecho que la candidatura de Macarena Olona puede propiciar un efecto movilizador de toda la izquierda y eso es algo que preocupa al Partido Popular y a Ciudadanos, porque podría producirse una polarización de la campaña entre los dos polos más opuestos a derecha e izquierda del tablero político.

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