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La AN condena al exjefe de ETA 'Ata' a 30 años de cárcel por el asesinato de Giménez Abad

La Sala de lo Penal considera a 'Ata' responsable en concepto de autor material de un delito de asesinato terrorista y ordena indemnizar a la viuda y al hijo del dirigente 'popular' con 250.000 euros a cada uno

mikel kabikoitz carrera sarobe
Mikel Kabikoitz Carrera Sarobe, alias 'Ata' Europa Press

La Audiencia Nacional ha condenado a 30 años de cárcel al que fuera último jefe militar de ETA, Mikel Carrera Sarobe, alias 'Ata', por el asesinato del expresidente del Partido Popular en Aragón Manuel Giménez Abad, que fue perpetrado en el año 2001. Por el contrario, el tribunal ha absuelto a la otra acusada, Miren Itxaso Zaldúa.

En una sentencia de 52 páginas, recogida por Europa Press, la Sala de lo Penal considera a 'Ata' responsable en concepto de autor material de un delito de asesinato terrorista y ordena indemnizar a la viuda y al hijo del dirigente 'popular' con 250.000 euros a cada uno, prohibiendo además al exjefe de ETA acercarse a Zaragoza en los próximos cinco años.

Los magistrados sostienen que existe prueba "absolutamente convincente" para condenar a Carrera Sarobe, como la declaración de Borja -hijo de Giménez Abad-, el informe de autopsia, las periciales sobre las vainas y de balística, la reivindicación del atentado por parte de ETA y las declaraciones de las testigos protegidas.

Pero, además, la Sala tiene también en cuenta otra prueba, la constituida por los testimonios de personas que no presenciaron los hechos ni pueden identificar a sus autores, pero que se encontraban cerca y cuyos relatos, aseguran los magistrados, son plenamente compatibles con la información proporcionada por los medios principales.

El tribunal considera que, pese a las manifestaciones exculpatorias de 'Ata', "se ha practicado prueba suficiente que acredita la participación de Mikel Carrera Sarobe en los hechos juzgados como autor material del asesinato de Giménez Abad".

El testimonio del hijo de Giménez Abad

La sentencia valora de especial forma las declaraciones de las testigos protegidas y sus identificaciones desde sus muy personales circunstancias y desde los lugares cercanos al punto en el que fue asesinado el presidente del PP de Aragón, que se encontraba acudiendo al estadio de La Romareda.

"Son relatos distintos que se armonizan plenamente y su valor radica en que todos ellos son armónicos, coincidentes en la identificación, pero partiendo de relatos muy personales que desmienten cualquier riesgo o contagio, entre otras cosas porque dichos testigos no se conocen entre sí", indica el tribunal.

En este contexto, explica que "estos testimonios unidos al testimonio de Borja Giménez Larraz -el hijo de Giménez Abad-- sobre el reconocimiento fotográfico y el reconocimiento en rueda del acusado y al informe de inteligencia 17/2015, constituyen las pruebas que acreditan la autoría de Mikel Kabikoitz Carrera Sarobe".

En la última sesión del juicio, la defensa de Carrera Sarobe se centró precisamente en cuestionar que el hijo de Giménez Abad ofreciese un testimonio veraz. "Cualquier persona en su posición, que necesita identificar al autor de los disparos que mataron a su padre, puede convencerse de que la identificación realizada por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado está en lo cierto", sostuvo su letrada.

Condena a Zaldúa

Respecto de Zaldúa, para quien la Fiscalía pedía una condena de 30 años de prisión, la Sala considera que la prueba de cargo practicada no es suficiente para acreditar su participación en los hechos juzgados, tal y como ponen de manifiesto los elementos probatorios, entre ellos los informes de inteligencia, el reconocimiento fotográfico de la acusada y su propia declaración exculpatoria.

La conclusión tras el examen de la prueba, detallan los magistrados, es que los informes de inteligencia examinados no permiten comprobar que el 6 de mayo de 2001 la acusada se encontrase en Zaragoza con el fin de atentar contra Giménez Abad.

Además, la Sala deja claro que ni siquiera es posible afirmar que la acusada formara parte del comando Basajaun ni que el atentado fuera obra del mismo. En segundo lugar, apunta el fallo, las circunstancias en que se produce la identificación fotográfica de la acusada por uno de los testigos protegidos "generan muy serias dudas sobre la fiabilidad de esa identificación".

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