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La abogada de 'El Chicle' califica de “farsa” la investigación del crimen de Diana Quer

La abogada de 'El Chicle' Fernanda Álvarez durante su alegato final en el último día del juicio en Santiago de Compostela.

María Fernanda Álvarez ha tenido estas tres semanas el peor trabajo del mundo. La abogada defensora de José Enrique Abuín ha hecho todo lo que ha estado en su mano para que el procesado por la muerte de Diana Quer tuviese un juicio justo y la mejor defensa posible. Ha conseguido las dos cosas, pese a que hoy, en su informe, ha calificado el procedimiento y la investigación policial de “farsa” y ha comparado el proceso con los que tenían lugar en los tribunales de la Inquisición: “Hay una obsesión por cargar a 'El Chicle' –hasta se le ha privado del nombre–, al monstruo, con un asesinato y una violación. Hemos retrocedido a la época medieval”, dijo al principio de su alegato.

La abogada, una veterana de maneras recias, no ha buscado nunca –desde que en enero de 2018 fue designada como letrada de oficio de Abuín– el calor de la prensa mediante filtraciones interesadas, ha respetado escrupulosamente la confidencialidad de las actuaciones y ni siquiera –me consta– respondía a las llamadas de los periodistas. Por ello hoy se ha sentido legitimada para culpar a los medios de comunicación de haber convertido a Abuín en la víctima propiciatoria de ese supuesto proceso inquisitorial desatado tras el hallazgo del cuerpo de Diana Quer. Y en esa construcción aranera de las actuaciones estarían implicados investigadores de la Guardia Civil y forenses, que habrían elaborado dictámenes e informes a la medida de la culpabilidad de su cliente.

Fernanda Álvarez ha hecho un esfuerzo en sus más de dos horas de informe por mostrar la cara más humana de José Enrique Abuín Gey –se ha referido varias veces a él con dos nombres y dos apellidos–. Ha hablado de sus padres, de su hija y nunca ha negado que fuese el responsable de la muerte de Diana –“Ha provocado un dolor permanente, pero eso no justifica la prisión permanente”–. Pero, con la misma energía, ha dicho que, de no ser por su confesión, “hoy no estaríamos aquí”.

Sostiene que no hay una sola prueba

La abogada se ha agarrado a los agujeros de la investigación para sostener que no hay una sola prueba que haga tambalear la versión de su defendido: Diana Quer murió pocos minutos después de encontrarse con 'El Chicle', en A Pobra do Caramiñal, y llegó muerta a la nave de Asados. La brida hallada en el pozo no estuvo en el cuello de la joven, no hay evidencias de que la chica fuese víctima de una agresión sexual y Abuín no acechó a la víctima. Para sostener todo esto, Fernanda Álvarez ha puesto en evidencia los espacios sin llenar del proceso: la brida que fue troceada o el edema en la vulva de la víctima del que se tuvo la primera noticia el día que declaró el equipo del forense José Blanco Pampín.

“He acabado mi trabajo”, ha dicho la abogada al acabar su alegato y antes de pedirle al jurado, una vez más, que decida con la razón, no con el corazón. Y lo ha hecho francamente bien, pese a sentir que tenía al mundo en su contra, pese a ver cada día la mirada inquisidora del padre de Diana, del que está mucho más cerca de lo que parece. Tanto, que la rocosa letrada solo se rompió dos veces, las dos ocasiones en las que vio abandonar la sala a Juan Carlos Quer, un día por decisión propia y otra porque fue expulsado. En esos dos momentos, Fernanda Álvarez rompió a llorar.

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