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España

El Rey fue determinante en la elección de Gil-Casares para la embajada de Estados Unidos

La opinión de Don Juan Carlos fue determinante a la hora de decidir quién ocuparía la embajada de Estados Unidos, que parecía destinada en un principio al ex ministro y ex presidente del Congreso de los Diputados, Federico Trillo, y que ha terminado en manos del diplomático Ramón Gil-Casares. Las causas del desplazamiento de Trillo de Washington a Londres no deben verse, pues, en clave de enemistad con el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, sino de que se trata siempre de un destino donde tiene voz y voto el Monarca, según indicaron a Vozpópuli fuentes gubernamentales.

De ahí la mal disimulada incomodidad de García Margallo el día que trascendió la noticia de que Trillo podía ser el representante de España en Estados Unidos, el pasado día1. El jefe de la diplomacia española aseguró entonces que la cuestión no estaba resuelta y se enredó en una confusa narración en la que mezcló a Franco y hasta a su próstata, pero lo cierto es que faltaba una cosa fundamental antes de hacer cualquier tipo de anuncio: la opinión del Monarca sobre la persona que deseaba fuera enviada allí y la balanza se inclinó por Gil-Casares.

Si todo proceso de nombramiento de un ministro es complejo y delicado, más lo es en este caso. Por eso el propio Trillo se mantuvo al margen cuando trascendió su nombre a sabiendas de que eso le colocaba tanto a él como a su jefe de filas en una posición muy incómoda. Que Mariano Rajoy quisiera agradecerle los servicios prestados (recursos de incostitucionalidad contra el Estatuto catalán, la Ley del Aborto y el matrimonio homosexual, o la estrategia de defensa de Francisco Camps ante el caso de los trajes, por poner unos ejemplos) nada más ni nada menos que con la embajada en Washington se les antojaba a los diplomáticos un premio demasiado grande cuando los deseos del Monarca iban por otro lado. Posiblemente Moncloa se confió en que Don Juan Carlos daría el visto bueno a Trillo después de habérselo dado como ministro de Defensa.

Gil-Casares, ahora destinado en Sudán, no es un desconocido en Washington. Primero como asesor de José María Aznar en temas internacionales cuando este llegó a la Moncloa y, más tarde, como secretario de Asuntos Exteriores, fue uno de los artífices del giro pro atlantista del entonces presidente del Gobierno, que acabaría haciéndose la controvertida foto de las Azores, previa a la intervención en Irak, y que pasó factura al PP trras los trágicos atentados del 11-M.

Pero además, no debe olvidarse el detallle de que Washington no es solo un destino de primer nivel dentro de la diplomacia española sino también el lugar de residencia de la Infanta Doña Cristina y de su esposo, Iñaki Urdangarín, quien deberá declarar el próximo sábado por una de las piezas separadas del "caso Palma Arena" que implica al ex presidente balear Jaume Matas. Y todo ello después de conocerse que el yerno del Rey utilizó despachos, instalaciones y vehículos de la embajada para sus negocios particulares del Instituto Nóos, hechos desmentidos por el actual embajador, Jorge Dezcallar, pero con no mucha credibilidad.

Hay otras dos instancias en las que la opinión de Don Juan Carlos es determinante junto a la embajada española en Estados Unidos: el Ministerio de Defensa y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI). En defensa Pedro Morenés ya recibió en su momento el 'plácet' de Zarzuela. Ahora queda por despejar el nombre del sustituto del general Félix Sanz Roldán, quien ya ha despachado repetidas veces en Moncloa con la vicepresidente Soraya Sáenz de Santamaría y que da por hecho su relevo.

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